López Obrador: “Tenemos miedo, pero no somos cobardes”

El presidente mexicano subraya la labor de los servicios de inteligencia el día después de sufrir el atentado más grave de la historia reciente del país

López Obrador, durante una de sus conferencias de prensa matutinas en el Palacio Nacional. En vídeo, el mensaje enviado este sábado.Vídeo: MEXICO'S PRESIDENCY (REUTERS)

El día después del peor atentado en la historia reciente de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un mensaje de confianza hacia su Gobierno y enfatizó la labor de los servicios de inteligencia. “Se sabía y se advirtió al secretario de Seguridad Publica de Ciudad de México. Por eso traía un vehículo más resistente para enfrentar cualquier agresión y también a...

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El día después del peor atentado en la historia reciente de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un mensaje de confianza hacia su Gobierno y enfatizó la labor de los servicios de inteligencia. “Se sabía y se advirtió al secretario de Seguridad Publica de Ciudad de México. Por eso traía un vehículo más resistente para enfrentar cualquier agresión y también andaba más atento y precavido”, dijo el presidente en sus ya tradicionales mensajes del sábado por la tarde desde el Palacio Nacional.

En su habitual tono moralista, más parecido a veces a una homilía que a los códigos del discurso político, López Obrador cerró su intervención haciendo un llamamiento a la ciudadanía: “Vamos hacia adelante a que podamos conseguir la paz y la tranquilidad con justicia, rectitud, llamando todos a que nos portemos bien para lograr una sociedad mejor”. Un poco antes, había reflexionado sobre el estado de ánimo colectivo de México estos días, que en menos de una semana ha sufrido un sismo, el duro desafío del crimen organizado y los efectos que no amainan de la pandemia de la covid. “Tenemos miedo porque somos seres humanos, nada más que hay una diferencia importante: no somos cobardes”.

El viernes, a primera de hora de la mañana, en una de las zonas más exclusivas de la capital, el vehículo en el que viajaba Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública de Ciudad de México, fue emboscado por otras dos furgonetas. 28 sicarios abrieron fuego con armamento militar de alto calibre. Más de 300 casquillos quedaron desperdigados por el suelo. Harfuch salió ileso pese a recibir tres disparos. Murieron dos de sus escoltas y una mujer a la que alcanzaron las balas. El crimen organizado nunca se había atrevido a perpetrar un atentado de estas dimensiones y menos en la capital del país.

“No nos vamos a dejar intimidar. Pero nosotros no vamos a declararle la guerra a nadie. No vamos a usar esas balandronadas, tampoco vamos a violar derechos humanos, no se van a permitir masacres y no vamos a hacer ningún acuerdo con la delincuencia organizada como era antes”, continuó el presidente declarando, como también es habitual en su relato, un punto de inflexión entre su Gobierno y los anteriores. Minutos después del ataque fueron detenidas 12 personas. Horas más tarde, otros dos sospechosos fueron arrestados en una carretera federal del Estado de México. Mientras que ya por la noche, al sur de la capital, fue detenido junto a otras dos personas José Armando Briseño, alias Vaca, a quien las autoridades atribuyen ser uno de los autores intelectuales del atentado. En total, el número de detenidos suman 19 supuestos sicarios del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la mafia mexicana más pujante y poderosa actualmente y a quien inmediatamente el propio Harfuch culpó del ataque.

México vive la peor ola de violencia desde que comienzan los registros oficiales en 1997. El año pasado rompió los récords de las peores épocas de la llamada guerra contra el narco y las cifras siguen en aumento durante los meses que llevamos de 2020. Pese a la retórica pacifista de López Obrador y su obstinación en distanciarse de las estrategias de los gobiernos pasados, fundamentadas en el Ejército como espolón de la respuesta al narcotráfico, el Gobierno de Morena ha continuado durante estos dos años con una política de militarización de la seguridad pública. El año pasado se implantó la Guardia Nacional, una corporación de espíritu castrense formada por expolicías y militares. Y el mes pasado les entregó definitivamente por ley las labores policiales hasta el final de su mandato.

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