No existen campos de internamiento donde se retiene en contra de su voluntad a parte de la minoría musulmana en Xinjiang. Esta era la posición oficial del Gobierno chino hasta comienzos de 2018 sobre la represión de los uigures, la etnia de cerca de 11 millones de personas que vive en el oeste del país. Una represión que tiene raíces históricas, pero que se recrudeció después de 2009, cuando las detenciones masivas sin juicio previo fueron la respuesta de Pekín a los movimientos separatistas y a las protestas en la región.
China nunca ha dicho cuántos centros de internamiento hay en Xinjiang. Sí ha reconocido que existen.
Gracias al uso de imágenes satelitales, activistas e investigadores han identificado al menos 200 de estos centros.
Desde 2017, cuando se recrudece la represión de Pekín contra los uigures, se han construido cerca de • 40 nuevos campos.
El gobierno chino asegura que son instituciones donde los “estudiantes” entran voluntariamente. Visitas a los sitios e imágenes de satélite muestran que se han construido con torres de vigilancia y alambradas.
Los detenidos tienen que estar al menos un año para completar su “transformación ideológica”. Luego son enviados a centros de trabajo cercanos para desarrollar sus “aptitudes profesionales”.
En 2018, todo cambió. Activistas y periodistas empezaron a apuntar a que decenas de construcciones que el Gobierno tachaba de "escuelas" o "centros de formación" eran en realidad lugares donde internar a miles de ciudadanos uigures.
Shawn Zhang, un estudiante chino residente en Canadá, fue de los primeros en utilizar imágenes de satélite para demostrar cómo se estaba propagando la construcción de estos campos. Sus primeras denuncias, desde un blog, fueron recuperadas e investigadas sobre el terreno por medios internacionales como The Washington Post o la BBC para la investigación de Los cables secretos de China.
El Gobierno chino empezó a admitir la existencia de estos centros. Ante la presión global, tuvo que retocar los campos. Un ejemplo de ello es el centro de Shufu, en la prefectura de Kashgar. Aquí, tras el eco de las denuncias de Zhang, se desmantelaron las torres de vigilancia y la alambrada que rodeaban las naves donde pasaban el día los internados.
Febrero 2018
Alambradas
Campo de Shufu
Alambradas
Torres
de vigilancia
Torres
de vigilancia
Mayo 2019
Alambradas
retiradas
Alambradas
retiradas
Torres
de vigilancia
retiradas
Torres
de vigilancia
retiradas
Febrero 2018
Alambradas
Campo de Shufu
Alambradas
Torres
de vigilancia
Torres
de vigilancia
Mayo 2019
Alambradas
retiradas
Alambradas
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Torres
de vigilancia
retiradas
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de vigilancia
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Febrero 2018
Mayo 2019
Alambradas retiradas
Alambradas
Alambradas retiradas
Alambradas retiradas
Alambradas
Torres
de vigilancia
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retiradas
Torres
de vigilancia
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Campo de Shufu
Los cables secretos de China incluyen cinco archivos de las autoridades de Pekín, desconocidos hasta ahora. Son de junio de 2017 y están firmados por Zhu Hailun, quien entonces era máximo responsable de la seguridad en Xinjiang y miembro destacado del Partido Comunista. Las comunicaciones reflejan, en palabras de altos cargos del régimen, la realidad de los campos.
“Tenemos que asegurar que nuestro personal sea consciente de que (esto) se mantenga en secreto, de la seriedad de la disciplina política y del secretismo”.
“Es necesario gestionar y controlar de cerca las actividades de los estudiantes para prevenir huidas durante las clases, las comidas, las pausas para ir al baño o ducharse, los tratamientos médicos, las visitas familiares, etc. Controlar de cerca a los estudiantes que pidan salir; si tienen que hacerlo de verdad por enfermedad u otras circunstancias especiales, tiene que haber alguien que los acompañe y los controle.
“Tiene que haber cobertura completa con vídeos de seguridad en los dormitorios y en las clases, sin ningún ángulo muerto, para asegurar que los guardias pueden controlar en tiempo real y grabar lo que ocurra con detalle.
“Entre el 19 y el 25 de junio han sido notificadas 24.412 personas sospechosas (…)Tras verificación y gestión, 706 han sido detenidas [criminalmente] (…) y 15.683 han sido enviadas a los campos de educación y entrenamiento.
Cuando los estudiantes entran y salen de los centros, su información tiene que ser introducida de inmediato en la plataforma integrada de seguridad pública, de acuerdo con los requerimientos de [ la política de] “una persona, un archivo”.
Haber completado un curso significa que su problema ya no es tan grave como antes (…) Han sido educados y entrenados en los campos durante al menos un año (…) La puntuación total para la educación y el entrenamiento y las puntuaciones para transformación ideológica, logros académicos, disciplina, etc, alcanzan los estándares prescritos.
El régimen de Xi Jinping, máximo exponente del poder en el Gobierno del país y en el Partido Comunista de China (PCC), lanzó en Xinjiang en mayo de 2014 la campaña Duro ataque contra el terrorismo violento. Un atentado en Urumqi, la capital de la región, en ese mismo mes causó la muerte de medio centenar de personas. Fue sin embargo la llegada a Xinjiang en agosto de 2016 de Chen Quanguo, como secretario del PCC y máximo responsable político de Pekín en la región, la que ha aplacado totalmente los brotes de violencia. Esta es la estructura de mando del Gobierno chino:
Zhu Hailun: el hombre que firma los documentos
Chen Quanguo: secretario del Partido Comunista de China en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang
Shohrat Zakir: político uigur
Xi Jinping: secretario general del Partido Comunista chino
CRÉDITOS:
Frontend: Nelly Nataly
Infografía: Antonio Alonso
Ilustración: Amanda Espuela
Claves de una investigación internacional
Quiénes son los uigures, por qué Pekín los reprime, cómo hemos verificado los documentos y qué opinan las autoridades chinas