El español que recorría Siberia en bicicleta a -50º y casi muere congelado

Andrés Abián, conocido como 'El español de las nieves', quería hacer 4.600 kilómetros en pleno invierno siberiano. Le salvaron cuando se había dormido en su tienda con las extremidades afectadas por el frío

El español Andrés Abián Pajares es un aventurero de la bicicleta con 20 años de experiencia, pero en Rusia le tocó comprobar en carne propia que con el frío de Siberia no se juega, y particularmente con las heladas de las provincias nórdicas del Extremo Oriente, como Magadán. Allí, en la carretera de Kolimá, Andrés casi muere congelado. Lo salvaron unos rusos originarios del Cáucaso: tres ingushes lo rescataron de la tienda de campaña donde se había instalado en medio de la nieve con cuarenta grados bajo cero y lo llevaron a un hospital.

Andrés aterrizó en Moscú el tres de diciembre y s...

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El español Andrés Abián Pajares es un aventurero de la bicicleta con 20 años de experiencia, pero en Rusia le tocó comprobar en carne propia que con el frío de Siberia no se juega, y particularmente con las heladas de las provincias nórdicas del Extremo Oriente, como Magadán. Allí, en la carretera de Kolimá, Andrés casi muere congelado. Lo salvaron unos rusos originarios del Cáucaso: tres ingushes lo rescataron de la tienda de campaña donde se había instalado en medio de la nieve con cuarenta grados bajo cero y lo llevaron a un hospital.

Andrés aterrizó en Moscú el tres de diciembre y siguió inmediatamente a Magadán, donde, como cuenta en su página web, debía comenzar su odisea y recorrer en el crudo invierno siberiano los 4.658 kilómetros que separan a esta ciudad de Irkustk, en la zona del lago Baikal. Su peripecia fue avanzada por El Mundo.

"Magadán me recibe con -17ºC y con ventisca, es un día gris y apenas se ve gente por las calles, el hotelito está perfecto y acogedor", escribió en su blog al llegar. Para aclimatarse, se quedó unos días en la ciudad, capital de la provincia homónima y puerto a orillas del mar de Ojotsk. La zona es famosa por sus yacimientos de oro y por sus gulags de los tiempos de Stalin; de ella el escritor Varlam Shalámov dejó un inmenso testimonio en sus Relatos de Kolimá.

Momento del rescate:

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Andrés se encontró con los que iban a ser sus salvadores por primera vez cuando estos, viajando en un todoterreno a Magadán desde Susumán, pueblo de la zona, se toparon en la carretera con el ciclista. Le advirtieron de que la temperatura seguiría cayendo y le aconsejaron que encontrara una casa donde pernoctar, pero Andrés no se lo tomó muy en serio y decidió montar su tienda. Después explicaría que como con las manoplas puestas no podía hacerlo, se las quitó para manipular las varillas, y aunque se quedó con los guantes, el intenso frío en pocos minutos le produjo congelaciones en tres dedos de su mano derecha.

Vajá Chemurzíyev, Aslán Jabríev y Musá Mutsólgov, en el camino de regreso, vieron la tienda de Andrés, detuvieron su coche y, preocupados, fueron a ver cómo se encontraba. Al principio creyeron que estaba muerto, pero luego comprobaron que todavía estaba con vida; medio congelado, lo metieron en el vehículo y se lo llevaron a un hospital, salvándole de una muerte segura. Estos hombres de la cálida Ingushetia —república del Cáucaso del Norte vecina de Chechenia— sabían muy bien lo peligroso que es menospreciar el frío de Kolimá. El presidente de Ingushetia, Yunusbek Yevkúrov, ha pedido al Ministerio de Situaciones de Emergencia que los hombres sean condecorados.

A pesar del fracaso, El español de las nieves, como han llamado los rusos a Andrés, no está desanimado en absoluto; califica lo que le pasó como "mala suerte", un "error", un "incidente" que le ha obligado a desistir de sus planes, pero solo por el momento: amenaza con repetir el intento, pero, eso sí, ya no en invierno sino en pleno verano.

Andrés, que trabaja como conserje en un colegio de Zaragoza (no en vano una de sus primeras visitas en Magadán la hizo a una escuela), estaba acostumbrado a pedalear en sitios difíciles, y fue esa experiencia anterior suya la que quizá le hizo bajar la guardia y caer en la trampa gélida de Kolimá. En bicicleta ha viajado por India, Irak, Irán, Jordania, Líbano, Mongolia, Pakistán y otros países, y siempre ha salido airoso de sus aventuras. Como consuelo, le queda recordar que también Napoleón menospreció el frío ruso...

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