Macron evita otra crisis de gobierno al rechazar la dimisión de su ministro del Interior

Gérard Collomb vio debilitada su posición tras anunciar su marcha para 2019 y criticar en privado al presidente

El presidente Emmanuel Macron y el ministro Gérard Collomb, en junio pasado en Roma. ALBERTO PIZZOLI (AFP)

Emmanuel Macron rechazó en la noche de este lunes la dimisión de su ministro del Interior, Gérard Collomb, y así atajó lo que hubiera podido ser una nueva crisis en su Gobierno. Collomb fue uno de los primeros políticos de peso en sumarse a la campaña electoral de Macron en 2016, cuando pocos confiaban en él. Cada vez más incómodo con el presidente, el ministro ya preveía abandonar el cargo tras las elecciones europeas de mayo para pre...

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Emmanuel Macron rechazó en la noche de este lunes la dimisión de su ministro del Interior, Gérard Collomb, y así atajó lo que hubiera podido ser una nueva crisis en su Gobierno. Collomb fue uno de los primeros políticos de peso en sumarse a la campaña electoral de Macron en 2016, cuando pocos confiaban en él. Cada vez más incómodo con el presidente, el ministro ya preveía abandonar el cargo tras las elecciones europeas de mayo para presentarse a la alcaldía de su ciudad, Lyon. El lunes decidió adelantar la marcha. Macron se negó. Habría sido la segunda dimisión de peso en poco más de un mes, tras el abandono del ministro de Ecología, el popular Nicolas Hulot.

Collomb explicó al diario Le Figaro las razones de su dimisión finalmente rechazada. Quería evitar que se usase su persona para desestabilizar un ministerio clave en la seguridad de la República. El problema es, en gran parte, fruto de las decisiones del propio ministro. El 18 de septiembre, anunció una especie de dimisión a cámara lenta, no inmediata sino programada para dentro de ocho meses aproximadamente. Esto amenazaba con convertirle en una especie de pato cojo, un ministro en retirada sin capacidad de iniciativa ni autoridad. Su objetivo es poder optar a la alcaldía de Lyon, ciudad que gobernó entre 2001 y 2017, año de las elecciones que llevaron a Macron al poder.

A las críticas por su extraña dimisión por anticipado se sumó la filtración, el 23 de septiembre, de una conversación con periodistas de diarios regionales. Ahí deslizó algunos críticas sutiles, y otras menos, al método de gobierno de su amigo Macron. “Los provincianos, a los que pertenezco, ya tenemos una tendencia natural a considerar que los parisinos se creen alguien y son esnobs. Y es que no se reconocen en expresiones como nueva gramática de la política o nación start-up”, dijo, parodiando la jerga del macronismo, según filtró el diario La Dépêche du Midi. “Ya no somos muchos los que todavía podemos hablar como él. Los que hablan con franqueza a Macron son los que estaban desde el principio”, continuó Collomb. “En todo caso, acabará por no aguantarme. Pero, si todo el mundo se postra ante él, acabará por aislarse, porque, por naturaleza, el Elíseo aísla”.

Las críticas de Collomb, el ministro que en el Gobierno encarna la política de mano dura con los inmigrantes sin papeles, apuntaba a uno de los rasgos que han contribuido a la caída de popularidad de Macron: su elitismo y supuesta desconexión con la Francia real, la Francia provinciana de la que Collomb se reclama. Lo que hacía que esta crítica fuese más dolorosa era que provenía de uno de los pilares del Gobierno, el veterano alcalde socialista que dio el paso de confiar en el joven Macron cuando nadie lo hacía. Su voluntad de dimitir, ahora o más tarde, es un síntoma de la fatiga y desencanto creciente en las filas del macronismo. El presidente no podía permitirse perderlo. Al mismo tiempo, al negarle la dimisión y ratificarle en el cargo, intenta enviar una señal de estabilidad.

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