“El papa Francisco impedirá un estallido social en Argentina”
Vera, diputado de origen trotskista de la oposición y cercano al Pontífice, habla de la relación del Vaticano con Mauricio Macri
Argentina tiene una larga tradición de referentes políticos a distancia. Juan Domingo Perón fue el hombre clave para todo durante sus 18 años de exilio en la España de Franco. De nuevo, todas las miradas políticas argentinas están puestas en Europa, en el Vaticano, donde vive el argentino más poderoso: el Papa. Francisco acaba de anunciar en un vídeo para todos los argentinos que no irá a su país tampoco en 2017. Ya ha visitado Brasil, México, Cuba, Bolivia, Ecuador y Paraguay, y está a punto de viajar a Colombia. Pero aún no ha vuelto a su país porque el Papa es tan influyente como polémico en su tierra, donde la tensión con el presidente, Mauricio Macri, y su política de ajuste, se ha descontrolado. Macri visita este sábado a Bergoglio en el Vaticano para buscar una reconciliación. Gustavo Vera, un diputado de origen troskista de la oposición en el municipio de Buenos Aires, que es uno de los hombres más cercanos al Papa y ejerce casi como portavoz oficioso, asegura que Francisco “impedirá un estallido social en Argentina” y ayudará para que Macri pueda concluir su mandato. Su influencia es de tal calibre que los sindicatos, que están amenazando a Macri con la primera huelga general, señalan que van a esperar a la cita del presidente y el Papa para ver si él ejerce de mediador.
En el despacho de Vera en la legislatura de Buenos Aires hay un cuadro enorme con una camiseta que le regaló Bergoglio en la que se lee de su puño y letra: “¿Recuerdan los troskos de Dios?”. Es como llama él a Vera y su gente de La Alameda, un grupo de activistas. Vera va casi todos los meses al Vaticano y habla cada semana con Bergoglio por teléfono, según explica. Para muchos es difícil entender esta estrecha relación entre el izquierdista Vera y el Papa peronista, que en Argentina tenía una imagen de conservador, opuesto al matrimonio gay, por ejemplo. Para Vera no es tan raro. Ambos lucharon juntos en las villas miseria contra el narcotráfico y la explotación de mujeres, menores y extranjeros. “Cuando conocimos a Bergloglio éramos troskistas silvestres. Yo venía de los Scouts, mucho tiempo en el catolicismo, tuve una crisis muy grande en la dictadura, me alejé de la iglesia. Con Bergoglio volvimos a encontrarnos porque conocimos a un pastor con olor a oveja. Era un momento en que él no era popular, era vilipendiado por sus supuestos vínculos con la dictadura. A sus misas iban 200 personas. Luchamos juntos contra la trata, el narcotráfico, el trabajo esclavo”.
Bergoglio fue considerado más tarde como el líder de la oposición contra los Kirchner. Ahora algunos dicen que es el nuevo referente del peronismo y líder de la oposición contra Macri. Vera rechaza estas clasificaciones. “El Papa no es de izquierda o de derecha, es un seguidor de Cristo en su versión original, la comunión de bienes y las misiones jesuíticas forman parte de su ADN. Y nacieron mucho antes que Marx y Engels”.
Vera reivindica el papel en la sombra del Papa para evitar un estallido en Argentina y en toda Latinoamérica. “Estamos viviendo una crisis profunda, la gente está sufriendo mucho. Pero en Argentina hasta ahora ninguna protesta ha acabado mal y en eso tiene mucho que ver la gente del Papa. Muchos los movimientos que protestan se inspiran en él. Igual que frenó los intentos de golpe contra Cristina Kirchner, cuando les decía a todos los que iban al Vaticano 'cuiden a Cristina', va a proteger el mandato constitucional de Macri. Pero le está marcando el camino más correcto, que empiece a gobernar con concertación, con grandes consensos, como en Europa”, asegura. Vera cree que esta vez “la reunión entre Francisco y Macri irá bien porque el presidente está apostando por un mayor gradualismo”. El Papa le reclama que ponga de acuerdo a sindicatos y empresarios para un gran pacto nacional.
Vera cuenta que el Papa es consciente de que tiene enemigos muy fuertes en el mundo por su peso político para resolver conflictos como el de EEUU y Cuba y otros muchos. Y por eso no puede ir ahora a Argentina. “El Papa es el líder de la reconstrucción de un consenso por la paz mundial y tiene como enemigo al complejo militar industrial, personas que han hecho grandes negocios con el tráfico de armas. Está frenando guerras en el mundo. Es el mediador moral mundial, y por eso tiene enemigos poderosos que quieren que no sea profeta en su tierra, es la mejor manera de devaluar su mensaje. Ya lo hicieron con Wojtyla en Polonia. Puede venir a Argentina, y juntaría 10 millones de personas en la calle. Pero lo hará cuando sea un factor de unidad. Si la visita muestra signos de división se lo facturarán a él. No quiere pisar la cáscara de banana. Incluso han intentado romper a la iglesia”.
Vera no cree que Argentina esté cerca de una explosión como la de 2001, cuando hubo más de 30 muertos por la represión policial. Pero sí ve una crisis profunda: “Hay una especie de 2001 al revés. En 2001 había una descomposición social acelerada, insoportable, pero había algunas reservas políticas, estaban estadistas como [Raúl] Alfonsín, [Eduardo] Duhalde, otros gobernadores. Hoy hay acelerada descomposición política y una crisis social no tan grave como 2001 pero que se puede agravar. Es urgente que la clase política actual se dé cuenta de que está bailando sobre el Titanic”.
Y está convencido de que la distancia entre el Papa y Macri es política, no personal. “Francisco no tiene ningún problema personal con Macri, pero en lo político está escrito en el Laudato Si. Francisco no cree en la teoría del derrame. En el primer semestre Macri transfirió 20.000 millones de pesos a los sectores concentrados, con bajada de impuestos al campo, a las mineras, con la inflación, con tarifazos. Ahora parece que están apostando por un mayor gradualismo y por eso esta vez Francisco y Macri van a dialogar de verdad. La otra vez Macri fue a buscar una foto y eso con Bergoglio no funciona”.
Vera se refiere a la anterior cita en el Vaticano, muy polémica, porque Francisco solo recibió al presidente 22 minutos y además con un gesto durísimo en la cara, mostrando esa evidente distancia. Poco después estuvo dos horas con Hebe de Bonafini, líder de Madres de Plaza de Mayo y furibunda antimacrista, que compara al presidente con la dictadura. Eso tensó mucho a los macristas y provocó que algunos líderes de opinión antikirchneristas criticaran abiertamente al Papa. “No es verdad como se dice que ha recibido a más macristas que kirchneristas. Hebe fue a pedirle perdón por todo lo que había dicho de él. Como pastor tiene que recibir a todo el mundo. Además Macri no llevó una delegación amistosa en la primera visita. Ahora va solo con Antonia, su hija, y Juliana, su mujer. Todo será más fácil”, resume.
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