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Macri promete unir a los argentinos pero el kirchnerismo le boicotea

“Buscamos un país unido en la diversidad, queremos el aporte de todos, los de derechas y los de izquierdas, peronistas y no peronistas", asegura

Macri saluda desde la Casa Rosada.Foto: reuters_live
Carlos E. Cué

Mauricio Macri empieza su mandato con una clara debilidad parlamentaria, sin mayoría, y con el kirchnerismo en guerra contra él. El nuevo presidente sabe que tiene enfrente a buena parte de los argentinos, que en un 48% le rechazaron. Por eso el eje de su primer discurso se centró en la reconciliación, con la promesa de unir a los argentinos “para acabar con años de enfrentamientos inútiles”. Macri busca acuerdos y paz social para poder gobernar. Pero de momento arranca con un boicot del kirchnerismo: tanto la presidenta como la mayoría de sus diputados fieles plantó al presidente en su ceremonia.

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El presidente argentino pronunció un discurso en todo muy bajo, sin exhibiciones de poder, en un tono conciliador, buscando el contraste con su antecesora. Enfrente, en el Congreso, tenía decenas de escaños vacíos: los de los kirchneristas, que boicotearon el acto. Los fieles a la presidenta finalmente no organizaron ninguna marcha en las calles contra Macri. El nuevo presidente pudo tener la fiesta que quería y recorrió la avenida de Mayo en un ambiente festivo, con su mujer, Juliana Awada, saludando desde un coche con techo corredizo con enorme tranquilidad mientras le gritaban “¡Sí se puede!” y “¡Argentina! ¡Argentina!”. Varias veces se bajó del vehículo para acercarse al público en las calles, siempre con la intención de dar imagen de fiesta.

Las dos Argentinas se dieron cita en el mismo lugar pero en días diferentes. Si el miércoles la presidenta logró llenar la plaza de Mayo para su despedida y mostró la fuerza política que conserva, ayer Macri también la llenó de fieles. Empezó la era Macri y él salió al balcón histórico de la Casa Rosada, el de los discursos de Perón y Evita. El presidente incluso llegó a bailar allí una cumbia. Fernández de Kirchner siempre rechazaba salir a ese balcón. “Es el de Evita”, decía. Pero ahora manda Macri y lo primero que hizo fue salir a ese lugar tan especial.

El presidente trata de mostrar normalidad y alegría mientras Argentina vive una absoluta anormalidad. No fue la presidenta quien le puso la banda a su sucesor, como es tradicional, sino el macrista Federico Pinedo, presidente transitorio del Senado.

Decisión judicial 

El kirchnerismo está indignado por esta salida anticipada de la presidenta con una decisión judicial y apunta a una batalla feroz contra Macri. Algunos creen que esta decisión de acudir a la justicia la refuerza internamente. “A un león herido no se le toca el traste. Hoy Cristina está más fuerte dentro del peronismo que hace una semana, va a conservar el liderazgo unos meses más de lo esperado”, aseguraba en los pasillos del Congreso Felipe Solá, exgobernador de Buenos Aires, peronista disidente alejado de los Kirchner.

En este ambiente de enorme tensión, Macri trató de convencer a los argentinos para dejar atrás esa pelea y buscar una conciliación que necesita para sacar adelante las reformas y evitar un estallido social. “Buscamos un país unido en la diversidad, queremos el aporte de todos, de derechas y de izquierdas, peronistas y antiperonistas. Todo esto puede sonar increíble después de años de enfrentamientos. Pero es lo que pidieron millones de argentinos”, clamó.

Scioli sí acude a la ceremonia de su gran rival

Algunos dirigentes importantes del peronismo rompieron la orden de no acudir a la investidura de Mauricio Macri. La presencia más llamativa fue la de su gran rival en las elecciones, Daniel Scioli. Otro de los que estuvo fue el gobernador de la provincia norteña de Salta, Juan Manuel Urtubey, que ya está dando señales de independencia respecto de Cristina Fernández de Kirchner.

También fueron otros gobernadores kirchneristas como la de Tierra del Fuego, Laura Bertone; el de Tucumán, Juan Manzur; el de La Rioja, Sergio Casas, y el de Formosa, Gildo Insfrán. Todos necesitan pactar con Macri la financiación de sus provincias.

“El país tiene sectores que piensan diferente pero no está dividido. Nuestro reto es lograr un país en el que no haya argentinos que pasen hambre. Si nos animamos a unirnos, los argentinos seremos imparables”, insistía.

Hace unos meses, nadie pensaba que podría llegar a ser presidente. Entonces pesaba mucho su apellido, el de uno de los empresarios más ricos del país, su padre, Franco. Macri logró romper ese techo y ganar las elecciones. Ahora sabe que su primer objetivo es que las clases medias y bajas que votaron al peronismo dejen de tenerle miedo. Y para eso recordó los tres

ejes de su mandato: “Pobreza cero, derrotar el narcotráfico y unir a los argentinos”. “El Estado va a proteger a todos, ningún chico quedará desprotegido. Vamos a urbanizar las villas para transformar la vida de miles de familias. Hoy hay una pobreza inaceptable”, insistió.

El reto es enorme y en cuanto empiece a tomar medidas duras tendrá enfrente al kirchnerismo. Pero el poder que tiene ahora en un país muy presidencialista como Argentina es enorme. En poco tiempo se sabrá cómo empieza de verdad la era Macri.

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