Un sistema político agotado y caduco

Gobierno y oposición coinciden en que la organización del Estado no sirve para acabar con la corrupción y para impulsar al país hacia el futuro

Si en algo están de acuerdo Gobierno y oposición argentinos es en que el sistema político es endeble, alimenta la corrupción y no sirve para impulsar al país hacia el futuro. La salida de la dictadura fue seguida por dos procesos hirperinflacionistas, el default más grande la historia, la confiscación de depósitos de la clase media, la práctica desaparición del radicalismo histórico y, para terminar, un gran periodo de macro-corrupción. Como dijo el ex presidente Raúl Alfonsín, "no supimos, no pudimos, no quisimos, no lo hicimos". "Claro que si se analiza esa lista de catástrofes, tambi...

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Si en algo están de acuerdo Gobierno y oposición argentinos es en que el sistema político es endeble, alimenta la corrupción y no sirve para impulsar al país hacia el futuro. La salida de la dictadura fue seguida por dos procesos hirperinflacionistas, el default más grande la historia, la confiscación de depósitos de la clase media, la práctica desaparición del radicalismo histórico y, para terminar, un gran periodo de macro-corrupción. Como dijo el ex presidente Raúl Alfonsín, "no supimos, no pudimos, no quisimos, no lo hicimos". "Claro que si se analiza esa lista de catástrofes, también se podría decir que no estamos tan mal y que es un éxito que Argentina siga siendo una democracia", analiza Joaquín Morales Sola, comentarista de La Nación.

"Ahora hay más disposición al acuerdo práctico", apunta Terragno

Tras un periodo de crecimiento económico, Argentina se plantea ahora modificar el sistema político, pero, una vez más, lo hace dividida. La Ley de Reforma Política que Cristina Fernández quiere aprobar urgentemente despierta desconfianza en la oposición, para la que se trata de un mecanismo para fortalecer el poder autoritario de Néstor Kirchner.

El problema no reside en la Constitución, aprobada en 1854 y reformada siete veces. El texto fundamental establece un modelo republicano, federal y representativo. El problema es que, en realidad, esas provincias federadas dependen para su financiación de una caja central, que controla el Gobierno de la nación y que permite un uso arbitrario. Y que el sistema representativo de partidos es también quebradizo y confuso.

Echarle la culpa al peronismo podría ser demasiado obvio, asegura Diego Guelar, del PRO (partido de Mauricio Macri). Es cierto que el sistema político esta distorsionado por el peronismo, un movimiento que creó un partido (Justicialista) para poder acudir a las elecciones, pero que alberga en su interior grupos de intereses contrapuestos y una dependencia formidable de sindicatos corrompidos. Pero es también cierto que el pensamiento antisistema no procede sólo del peronismo y que está arraigado en buena parte de la población, quizás debido al sufrimiento que provocó el caos del sistema en los ochenta. Las clases medias argentinas son, probablemente, las únicas del mundo desarrollado que desconfían del capitalismo.

"Argentina tiene un problema con lo político. Somos un país de cuerpos presentes: nadie termina de ganar, nunca nadie pierde del todo", comenta el ex ministro Rafael Bielsa. "Para fortalecer lo político, habría, primero, que saber que el olvido de lo principal hace muy difícil construir una nación. Lo segundo, luchar contra nuestra tendencia a tener una política de personas, no de ideas. No tenemos las condiciones institucionales para llevar eso adelante. Es necesario tener una cierta alternancia planificada".

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Para el ex jefe del gabinete de Cristina Kirchner, Alberto Fernández, "la inflación deja en todas las sociedades una cultura que es como la cultura punk, que hace sentir que uno no tiene futuro". "Hay una generación que tiene que dar un paso al frente. Argentina tiene que vaciar la piscina y llenarla de vuelta y tiene que asumir una dirigencia política nueva. No tenemos tantos problemas con la institucionalidad. Sabemos que la institucionalidad rota es un problema. Lo supimos cuando la rompieron los militares y cuando en un lapso de cinco días tuvimos cinco presidentes. Yo diría que tenemos demasiados desacuerdos con respecto al pasado. Hay que alejarse de luchas que no son las de la Argentina del futuro".

Para el jefe del gabinete del último presidente radical, Fernando De la Rúa, Rodolfo Terragno, hay ahora más disposición, no sólo al acuerdo de ideas, sino también al acuerdo práctico, que el que aparece en la superficie. "Todas las experiencias traumáticas de estos años", explica, "han creado en la dirigencia cierto temor. Hoy no hay gente en la calle gritando 'que se vayan todos' pero hay conciencia en los dirigentes de que eso puede ocurrir en cualquier momento y de que no va a ser solamente un grito".

Fernández insiste en que Argentina tiene tendencia a echar la culpa de sus insuficiencias a otros. "El origen de nuestra pobreza no es el FMI sino nuestro desmanejo". Y Terragno resume el problema de la dificultad para negociar: "Pensamos que uno debe estar 100% en coincidencia con el otro o 100% en disidencia". Y eso es "estadísticamente imposible".

GABRIELA MICHETTI: La diputada más votada de la capital

El 10 de diciembre asumirá como la diputada más votada en la capital federal. Gabriela Michetti (1965), licenciada en Relaciones Internacionales, es considerada la mano derecha de Mauricio Macri, el empresario alcalde de Buenos Aires y peronista disidente que dirige el Partido Propuesta Republicana (Pro). Fue vicejefe de la alcaldía y se distingue por sus buenas relaciones con otras formaciones. Divorciada con un hijo adolescente, se confiesa católica practicante. Es contraria a la despenalización del aborto, pero defiende el uso de anticonceptivos. En 1994, conduciendo sin cinturón de seguridad, sufrió un accidente que la dejó parapléjica.

JUAN MANUEL URTUBEY: El conflicto del campo lo alejó de la presidenta

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