La importancia de mencionar el indulto

La ‘teoría de la relevancia’ hizo que todos entendiéramos lo que el ministro de Justicia dijo, aunque no lo dijese

El líder de ERC, Oriol Junqueras, con simpatizantes y vecinos el 17 de junio de 2020 en Sant Vicenç dels Horts, Barcelona.David Zorraquino (Europa Press via Getty Images)

El relato con el que contamos un hecho a alguien debe prescindir de los detalles irrelevantes, porque en el momento en que los incorporemos serán interpretados como relevantes. Eso forma parte de la teoría de la relevancia, que nació hace unos 50 años a partir de los estudios de filósofos del lenguaje como Herbert Paul Grice, Deirdre Wilson, Dan Sperber o Geoffrey Leech.

Básicamente, esa teoría consiste en que todo lo que mencionamos en una conversación leal debe tener un sentid...

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El relato con el que contamos un hecho a alguien debe prescindir de los detalles irrelevantes, porque en el momento en que los incorporemos serán interpretados como relevantes. Eso forma parte de la teoría de la relevancia, que nació hace unos 50 años a partir de los estudios de filósofos del lenguaje como Herbert Paul Grice, Deirdre Wilson, Dan Sperber o Geoffrey Leech.

Básicamente, esa teoría consiste en que todo lo que mencionamos en una conversación leal debe tener un sentido, puesto que nuestros mecanismos cognitivos nos obligarán a activar inferencias a partir de cada palabra por el mero hecho de haber sido pronunciada. Ojo: nos obligan. No es algo voluntario.

Si digo “no he podido hacer la comida, se fue la luz”, mi invitado comprenderá que “se fue la luz” es la causa de que yo no haya podido hacer la comida; porque dispone además de la idea previa de que mi cocina es eléctrica, lo que ayuda a la inferencia. Por tanto, constituiría un engaño citar la interrupción del suministro si la luz se hubiera ido apenas unos segundos y sin afectar a la tarea.

Cuando, después, mi invitado me afee el truco tras enterarse de la duración del corte, yo no podré escudarme en la literalidad de mis palabras. En ellas no mentía (realmente se fue la luz), pero lo transmitido no era su significado una por una, sino el sentido de todas ellas: que el corte de luz me impidió cocinar.

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El miércoles pasado, la portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, Laura Borràs, preguntó al Gobierno sobre “la deriva” de la justicia española. Le contestó el ministro Juan Carlos Campo, quien desgranó distintas atribuciones de su departamento, entre ellas la tramitación de indultos. Y añadió: “Por cierto, esos que a usted le preocupan, porque les toca, empezarán a tramitarse la semana que viene”.

La frase no guardaba relación con lo preguntado, pero su mera presencia en el discurso la hizo tan relevante como la referencia al corte de luz, aunque en puridad no lo fuese, porque el ministerio no tiene más remedio que tramitar (ése era el verbo empleado) las peticiones de indulto. Y como no puede negarse a ello, el hecho de que se fuesen a cursar esas solicitudes ni era relevante ni tenía mérito alguno, así se tratara de las relativas a los condenados por decidir la independencia de Cataluña sin la ley y sin la mayoría de la sociedad.

Con esa presencia de una información intrascendente en la respuesta del ministro, los independentistas habrán entendido el guiño por la presunción de relevancia que tanto ellos como nosotros activamos siempre; y por la consecuente incorporación de una idea previa que la refuerza: la cocina eléctrica del Gobierno está guisando el apoyo a los Presupuestos, y por eso Campo mostró un gesto destinado a facilitar las conversaciones con los independentistas. Al evocar los indultos transmitió una intención, como sucedía con el corte de luz.

Cuando le preguntaron en la SER sobre el sentido de sus palabras, el ministro se desmarcó de su propio mensaje escudándose en que “la imaginación da para mucho”. Pero aquí no hay imaginación, ni siquiera interpretación, sino el mecanismo espontáneo que los seres humanos aplicamos en la comprensión verbal. El problema no consiste en si entendimos lo que el ministro no dijo, sino en si acaso no quiso decir lo que dijo. En ese supuesto, le bastará con rectificarlo; pero hablando ahora con mayor claridad.

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