Guía para lucir con estilo la gabardina, un básico que algunos hombres todavía miran con recelo
Con zapatillas, con prendas superpuestas o en colores inesperados. Presentamos diez propuestas para aprender a sacar el todo el partido a un básico de armario perfecto para el otoño
Hablar de gabardinas es hablar de gánsteres, militares, detectives parapetados tras un periódico y tipos duros en general. Es rememorar a Humphrey Bogart en Casablanca, a Paul Newman en Un día volveré y al generacional inspector Gadget. Pero también es reivindicar una prenda que, aunque convertida en básico de armario, todavía rehúsa a asentarse por ...
Hablar de gabardinas es hablar de gánsteres, militares, detectives parapetados tras un periódico y tipos duros en general. Es rememorar a Humphrey Bogart en Casablanca, a Paul Newman en Un día volveré y al generacional inspector Gadget. Pero también es reivindicar una prenda que, aunque convertida en básico de armario, todavía rehúsa a asentarse por completo en el guardarropa masculino. Es precisamente el miedo a sentirse protagonistas de una de espías el que espanta a muchos a hacerse con un sucedáneo del modelo que lanzó Thomas Burberry en 1879. Aunque ciertas connotaciones son inherentes a la prenda –no en vano en inglés se llama trench coat (abrigo de trincheras) y pasó de las granjas a ser adoptado por los ejércitos en la Primera Guerra Mundial–, la gabardina también resulta rabiosamente actual.
Híbrido perfecto para los días de entretiempo –no es tan gruesa como un abrigo, pero protege de la lluvia y cobija del viento–, no falta en ninguna firma masculina y se erige como una de las prendas protagonistas de las colecciones otoño-invierno 2020. La gabardina, que además de la prenda da nombre al tejido impermeable con el que está confeccionada, no solo ha llegado para quedarse, sino que jamás llegó a perder su sitio. He aquí una guía en forma de diez ideas para aprender a combinarla. Como diría Bogart, este es el comienzo de una gran amistad.
Superponiendo prendas
Hasta ahora la lógica imperante nos animaba a protegernos del frío incluyendo capas de ropa bajo el abrigo. Pero el “look cebolla” a la inversa está consiguiendo cada vez más adeptos, y probar la ocurrencia con gabardina no iba a ser una excepción. Los hombres más fotografiados de las semanas de la moda colocan cazadoras, cortavientos y hasta fachalecos (con estampado de leopardo, eso sí) sobre sus trench. Una fórmula que, además de permitir utilizar esta prenda en pleno invierno, la reinventa por completo. Si lo intentan en casa, mejor elegir una chaqueta del mismo color que la gabardina para evitar potenciales desastres.
Con zapatillas
Los juegos de opuestos en la moda (casi) siempre funcionan. Por eso la mejor pareja de baile de una gabardina es el calzado deportivo. El actor Isaac Hempstead-Wright, conocido por su papel de Bran en Juego de Tronos, mezclaba con maestría hace unos meses gabardina larga, camisa por fuera, pantalón negro y zapatillas blancas. Una combinación terrenal que podemos copiar todos aquellos que no nos apellidamos Stark sin miedo a meter la pata y que, además de ser perfecta para el fin de semana, puede servir incluso para ir a la oficina (al menos para aquellos que sigan yendo). Sobre la pasarela firmas como Sies Marjan o Casablanca le dan la razón.
Guerra al beige
Puede que la gabardina parezca un poco menos gabardina cuando no está teñida del clásico beige, pero elegir una alternativa en colores como el azul marino, el verde militar o el negro son buenas opciones tanto para los que: a) ya tienen el modelo clásico y quieren hacerse con una segunda versión b) tienen miedo a parecerse al inspector Gadget y prefieren iniciarse con un color oscuro y discreto. JW Anderson o Miaoran subieron a la pasarela infinitas opciones cromáticas y en grandes cadenas como Mango o Uniqlo es fácil encontrar alternativas low cost.
Fuera florituras
Sin cinturón, sin doble botonadura y sin bolsillos. La gabardina menos ortodoxa, con un aspecto más parecido al de un abrigo, pero manteniendo color y tejido como señas de pertenencia, es una buena alternativa para neófitos. No en vano se trata de una opción distinta conocida como Mackintosh y abreviado como Mac que resulta más fácil de llevar por su minimalismo. Normalmente estos modelos renuncian al clásico tres cuartos y prefieren una longitud más corta, por lo que las posibilidades de ponérsela a diario sin la sensación de ir demasiado arreglado se multiplican. En APC o Saint Laurent encontramos buenos ejemplares, amén de la clásica Mackintosh.
Deconstruida
Elegir un modelo que deje a un lado el patrón original de esta prenda es también una buena forma de desmarcarse del espíritu gánster. Louis Vuitton juega con varias alturas creando una silueta moderna que convierte la gabardina en protagonista de cualquier look. Hed Mayner, por poner otro ejemplo, se marca un par de diseños minimalistas y un tanto imposibles. La clave para los que se atrevan pasa por crear el resto del estilismo a base de básicos sencillos.
En clave formal
Pocas opciones existen mejores que la gabardina para abrigar un look de oficina. Encima de trajes, o con jersey y pantalón de pinzas –e incluso vaqueros en el caso de las empresas más relajadas–, el trench funciona a la perfección. ¿Las pruebas? Ralph Lauren, Nº21 o MGSM lo defienden en sus colecciones otoño-invierno 2020 y el street style copia la idea desabrochando la chaqueta del traje, dejando la camisa por fuera y cambiando zapatos por zapatillas. La adaptación afterwork perfecta.
Cuestión de logo
La logomanía también ha llegado al terreno de las gabardinas aportando a esta prenda un aire mucho más urbano y en consonancia con la macrotendencia que manda en la industria: el streetwear. Valentino, Burberry o Dsquared2 son algunas de las etiquetas que estampan sus logos en sus trench. Si el presupuesto es holgado (todas cuestan más de mil euros) es una muy buena forma de distanciarse de los estereotipos. A ningún espía del cine clásico se le ocurriría llamar la atención portando un colosal ‘Valentino’ en letras rojas en su gabardina.
El tamaño importa
Las proporciones amplias, tan en tendencia las últimas temporadas, también se han apropiado de esta prenda. Lejos de las líneas más puras y entalladas, los patrones y solapas XL, las mangas que cubren la mano o los largos extremos hasta los pies marcan la pauta. Como aquel abrigo heredado del hermano mayor.
Todo al monocolor
¿Preparados para dar el salto al siguiente nivel? Es hora de atreverse con una de las propuestas más populares tanto en las pasarelas como entre los hombres mejor vestidos. El rapero Quavo se plantó en el desfile de Prada vestido de arriba abajo de beige. Misma idea propuesta por Nº21 o por Balmain, en este último caso declinado en festivo satén. El truco para dummies que teman el total look pasa por elegir gabardina y pantalón en el mismo tono rompiendo el efecto monocromático con un jersey, sudadera o camisa de otro color.
Darle la vuelta
Aunque en el mercado existen modelos reversibles, los experimentados en esto de llevar la gabardina incluso se atreven a ponérsela del revés, dejando al descubierto lo que debería ser el forro. Por supuesto, si este lleva estampado los míticos cuadros de Burberry, suma puntos. Aunque la famosa cuadrícula fue denostada cuando en los 2000 acabó empapelando toda clase de objetos convertida en símbolo de los chavs –término con el que se bautizó a los ‘ninis’ ingleses de clase obrera cercanos al movimiento hooligan–, los cuadros vuelven a gozar de buena salud. El estampado, que apareció por primera vez en los años 20 como forro de las gabardinas inventadas por Thomas Burberry años antes, vuelve a ser símbolo de lo cool un siglo después. Desempolven sus gabardinas y denles la vuelta. Y si no las tienen, en marcas como Zara o Mango es posible hacerse con modelos reversibles.
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