Pequeño prodigio: el Royal Oak Mini de Audemars Piguet desafía a los grandes
La relojera suiza lanza una versión de su gran icono en tamaño reducido y con textura Frosted Gold
La miniaturización es un arte ligado a la relojería desde sus inicios. En Audemars Piguet lo saben desde hace mucho: en los años noventa lanzaron la primera versión reducida de su emblemática caja Royal Oak, diseñada por Gérald Genta, y ahora retoman esa herencia con ímpetus renovados. El Royal Oak Mini, con sus 23 milímetros de diámetro, es el reloj más pequeño de la familia y late gracias a un movimiento de cuarzo cuya batería tiene una duración de 7 años. Pero no es una miniatura sin más: disponible en oro blanco, amarillo o rosa de 18 quilates, siempre en diseños monocromáticos, su superficie presume de la textura Frosted Gold, desarrollada por la joyera florentina Carolina Bucci. Consiste en realizar pequeñas hendiduras en la superficie del metal que reflejan y refractan la luz como si fuesen piedras preciosas.
Más allá de apelar a una nueva clientela (y a la reducción de diámetros que ya es un hecho en la relojería), este gesto sirve para reafirmar el legado de una silueta que es todo un icono de la industria. El Royal Oak, surgido en los años setenta, fue un modelo de acero que aspiraba a competir en un sector dominado por el oro y otros metales preciosos. De ahí surgió parte de su leyenda, así como de su inconfundible caja, con bisel octogonal reforzado por ocho tornillos y una singular forma de integración del brazalete que sustituye las tradicionales angarillas por un sistema mucho más sofisticado. El Royal Oak es un monumento contemporáneo y, en este tamaño reducido (y ennoblecido por el oro y el acabado Frosted Gold), confirma que los grandes diseños son los que se adaptan a distintos formatos. Larga vida.