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De Kanye a Terelu: ocho carreras en la picota por un programa de telerrealidad

En el siglo XXI tener un 'reality show' o pasar de canto por uno ajeno se ha convertido en un rito de paso para acceder a un nuevo nivel de fama, pero la imagen propia, si se mezcla con una narrativa ajena, puede torcerse hasta afectar a figuras de todo tipo. Aquí van algunos ejemplos.

Hubo un tiempo en que Kanye West era un artista enigmático y venerado. Incluso acumulando polémicas, podía presumir de cierto halo de misterio que hasta cierto punto justificaban sus declaraciones mesiánicas y sus delirios egocéntricos como los de un genio un poco raro. Pero entonces conoció a Kim Kardashian, gran estrella del gran programa de telerrealidad que redefinió la celebridad en el siglo XXI, 'Keeping Up With The Kardashians', o 'Las Kardashian' a secas en español. Kanye no quiso aparecer en el espacio al principio, cuando conoció a Kim en 2011, y si lo hacía era en apariciones breves y discretas, ocupando un segundo plano. Sin embargo, a partir de 2016 empezó a tomar un protagonismo inaudito en el 'reality show' qué llevo a medios como 'The New Yorker' a preguntarse por qué el rapero y diseñador había decidido acercarse al tipo de fama que cultivaba Kardashian, que siempre había sido la contraria a la que había cultivado él. Mostrarse en situaciones cotidianas (paseando por Cuba, haciéndose fotos con sus hijas, teniendo discusiones con miembros del clan) no benefició en absoluto a un artista que había cultivado tan bien el misterio. Muchos problemas, y más graves que un programa de televisión, se pueden achacar a la pérdida de popularidad de Kanye West y a sus cada vez más controvertidas declaraciones, pero aparecer en el programa de la familia más famosa del mundo fue, para muchos de sus admiradores, el primer paso en falso para un artista que había construido su imagen en torno a lo secreto y lo imprevisible.Handout (Getty Images)
En 2016 Ana Obregón protagonizó un programa de telerrealidad centrado su su vida llamado 'Algo pasa con Ana' y emitido en Cosmopolitan TV. Surgido a rebufo del éxito en España de 'Alaska y Mario', el 'reality' de Obregón intentó beber del estilo del exitoso espacio de MTV tomando a una de las figuras clave de la prensa de sociedad y de la televisión de las últimas décadas en España. Lo tenía todo para suscitar el interés del público, pero se olvidaron del ingrediente clave del género: hasta en la impostura escenificada de un 'reality show' es necesaria la naturalidad. Obregón no es Alaska y la gente que la rodea no son personajes tan particulares como los amigos de Alaska. Sus intentos de ser chispeante y graciosa y los intentos de convertir en personajes secundarios divertidos a sus amigos no funcionaron. Tampoco meter con calzador a famosos de la época, como Aless Gibaja, para hacer cosas tan peregrinas como ver un partido de fútbol. El resultado fue el veredicto final de que Ana Obregón ya no interesaba tanto como antes (después volvió a interesar, por motivos mucho más tristes y complejos). También dejó claro el principio de cualquier 'reality': el protagonista puede tener todos los defectos que uno quiera, pero debe resultar espontáneo. Y si una cosa no ha sabido hacer nunca Ana Obregón es ser espontánea ante una cámara. "En 'Algo pasa con Ana' todo está desvirtuado, la verdad brilla por su ausencia. Incluso las torpezas y caídas de Obregón se ven preparadas. Algo pasa con Ana no es un reality. Es ficción vendida como realidad. Y el espectador lo nota", escribió Natalia Marcos en su crítica de EL PAÍS.Europa Press Entertainment (Europa Press via Getty Images)
A veces un 'reality' te deja en evidencia y debilita tu ya marchita carrera porque no lo ve nadie. En el caso de 'Being Bobby Brown', que intentaba presentar a Whitney Houston y Bobby Brown como una familia normal ante el mundo, lo peor es que lo vio demasiada gente. Emitido en 2005, el 'reality' se convirtió en el espacio más visto de la cadena especializada Bravo (suya es la famosa saga 'Real Housewives') y mostró una mirada íntima e inédita al matrimonio, sobre el que ya se cernía la leyenda de turbulentos comportamientos y posibles adicciones. Se supone que el protagonista era él (de hecho lleva su nombre y estaba pensado para rehabilitar su imagen y su carrera), pero obviamente todas las miradas se posaron sobre la que era la auténtica estrella global de aquella casa: ella. Whitney Houston se comporta en el programa como lo que siempre fue y el mundo se negó a creer: una mujer con carácter, conflictuada, nerviosa y con mala leche. Una mujer que grita a su marido "¡Bésame el culo!" cuando se enfada, que nada tenía que ver con la diva de canción ligera que, impecablemente vestida sobre un escenario, cantaba 'I Have Nothing' diez años antes. En los últimos años, diversos documentales y artículos han analizado como uno de los grandes conflictos en la vida de Houston fue reconciliar esas dos personalidades: la muchacha de barrio con mucho talento y mucha mala uva que realmente era y la buena chica, angelical y manipulable que la industria se empeñó en presentar al mundo. Volver a acercarse hoy a esta serie documental supone comprender ese ángulo y el conflicto que creó en Houston. Pero en 2005, y con sus problemas con las drogas ocupando la prensa a diario, nadie estuvo dispuesto a verlo así: el 'reality' fue recibido, básicamente, como el fin de la carrera de una estrella y un suicidio comercial. En 2009, tres años antes de morir, admitió ante Oprah Winfrey haberlo hecho solo para reflotar la carrera de su marido y también que había sido un error.New York Daily News Archive (NY Daily News via Getty Images)
El reality show 'Newlyweds' o 'Recién casados', que narraba la vida de casados de dos ídolos adolescentes, Jessica Simpson y Nick Lachey, fue lo mejor que le puedo ocurrir a Simpson y, a la vez, lo peor. La cantante, surgida en esa época a finales de los noventa en la que diferentes discográficas intentaban encontrar a una adolescente cándida (y rubia) que pudiese darles la mitad del éxito que había tenido Britney Spears, no pasaba su mejor época de popularidad a nivel de ventas cuando el programa se estrenó. Al convertirse en un inesperado éxito de audiencia, el interés por su música resucitó y le ayudó a conseguir las mejores ventas de su carrera. Sin embargo, también dejó una imagen de rubia ligera de cascos que la persigue hasta hoy. En el programa, Simpson protagonizó escenas de enorme potencial cómico en las que no sabe distinguir entre atún y pollo, cree que las salchichas aparecen si abres en canal un cerdo alemán, no sabe cómo se paga en una gasolinera y pregunta si el masculino de bailarina no debería ser bailarino ("ballerino", en el original). Pese a que solo se supo después que el matrimonio se estaba desintegrando detrás de cámaras y ella estaba sufriendo por la atención mediática y el constante análisis de su físico, la fama de cabeza hueca que le dejó el 'reality' nunca la abandonó del todo. Ni siquiera cuando se convirtió en una empresaria millonaria gracias a sus líneas de ropa y recordó al mundo que podía no saber diferenciar entre atún y pollo, pero de tonta no tenía un pelo.Theo Wargo (WireImage)
Si algún villano quisiera destrozar la carrera de una estrella del pop, probablemente le daría una cámara de vídeo para que se grabase a sí misma diciendo lo primero que se le pasase por la cabeza. Esto ocurrió con Britney Spears en 'Chaotic', donde además la cantante aprovechó para narrar con tono endulcorado un romance incipiente (con el bailarín Kevin Federline) sobre la que la prensa ya estaba poniendo el foco. Si a eso se le suma un sonido, una iluminación y una realización hosca y mareante (eran, al fin y al cabo, vídeos domésticos, a veces grabados en plena oscuridad), el desastre es completo. Los insertos algo más profesionales de sus protagonistas hablando a cámara en un set bien iluminado y sonorizado, más que arreglar el desaguisado, lo hacían aún peor: "el amor es amor", dice él, "soy una persona como todas las demás", dice ella (antes de cortar a un plano de una suite en un hotel de lujo en Londres). El reality 'Chaotic' no acabó con la carrera de Britney Spears, pese a que muchísimas críticas lo llamaron un "suicidio comercial", pero sí con la imagen de la cantante que el mundo había conocido. A partir de ahí llegó el caos (pero uno real), el escarnio de la prensa por sus problemas de salud mental (hoy justamente puesto en su lugar y analizado por un público más comprensivo y empático) y la larguísima tutela legal de 13 años que la mantuvo a las órdenes de su padre. 'Chaotic' permanece como una gran metedura de pata y, desde luego, una curiosidad: nunca se ha visto a una superestrella tan cercana, imperfecta y mal iluminada. Ni en tiempos de Instagram.Michael Caulfield
Caitlyn Jenner fue un personaje fijo y carismático durante varias temporadas de 'Las Kardashian', para algunos la voz más cabal de aquel hogar, si no la única. En su propio reality 'I am Cait' (2015) tomó el papel protagonista tras su transición, tal vez la más célebre y comentada de la historia de la cultura pop, y se convirtió en una especie de defensora de la causa trans y mentora de personas trans en situaciones de exclusión social y, a todas luces, menos privilegiadas que Jenner. En este caso, el 'reality show' no fue un paso en falso para Jenner, al revés: la crítica aplaudió el tono social y activista del espacio (sin perder de vista que, en resumen, narraba la vida de una persona blanca, privilegiada y multimillonaria). Es hoy, cuando Jenner se ha convertido en azote de muchas de las reivindicaciones trans que en su día defendía y se ha asociado a la derecha más firme, criticando todo lo que huela progresismo desde canales conservadores como Fox News, cuando volver a este 'reality show' toma un nuevo cariz: ¿estaba fingiendo? ¿Estaba intentando ganarse a un nuevo público? ¿Decidió dar un volantazo a su figura pública cuando el programa fue cancelado tras su segunda temporada porque aquella faceta activista no interesaba a nadie? En el fondo, sería paradójico creer que un 'reality show' ha arruinado la imagen de Caitlyn Jenner cuando fue un 'reality show' quien la creó.John Shearer (Getty Images)
No es que Kelsey Grammer, el célebre Frasier, tuviese un 'reality show': lo tuvo la que era su esposa, Camille Grammer, una de las estrellas de las primeras temporadas de la edición de Beverly Hills de la célebre franquicia 'Real Housewives', que detalla la vida de mujeres ociosas y privilegiadas de diferentes lugares de Estados Unidos. Camille Grammer mostraba su envidiable y lujosísima vida entre su rancho de Los Ángeles, una casa en Hawaii y un enorme apartamento en Park Avenue en Nueva York (que ella consideraba muy pequeño) y mantenía peleas y conflictos con las otras protagonistas del programa. Todo esto mientras Kelsey Grammer, ganador de seis Emmy, tres Globos de Oro y un Tony, una de las más grandes estrellas de televisión de los noventa, hacía breves e incómodas apariciones en las que cualquiera podía ver que aquel matrimonio se estaba desmoronando ante las cámaras. No tardaron en divorciarse de manera muy poco amistosa, y él admitió que aparecer en aquel programa había sido un error, pero también "un último regalo" para su exmujer, que buscaba su propio hueco de fama al margen de su marido. Lo consiguió.Bob Riha Jr (Getty Images)
Mucho se ha hablado de como el reality 'Las Campos', intento de Telecinco de convertir al clan televisivo en una especie de Kardashian patrias, dañó la imagen de la histórica presentadora María Teresa Campos. Pero lo cierto es que la periodista aparecía en aquel 'reality' como la mujer bondadosa, firme y un tanto solitaria que podíamos adivinar a través de sus programas de televisión, manteniendo la dignidad incluso en las escenas más adversas. Las verdaderas protagonistas, y no para bien, fueron sus hijas. Mostradas como dos criaturas perdidas por la gula, por las compras y con berrinches infantiles que se libraban en Pozuelo, en Miami o en Nueva York, nadie entiende muy bien qué pudo hacer, aparte del dinero, que dos mujeres que tenían una carrera en televisión de más o menos prestigio pero de muchos años (una delante de las cámaras, la otra detrás) permitiesen mostrarse como dos personajes tan desagradables en la pantalla. Alguien podría argumentar que ninguna carrera quedó arruinada tras este programa, pues hoy Carmen Borrego y Terelu Campos tienen más presencia que nunca en los medios. Pero si algo nos ha enseñado el universo de los 'realities' de Mediaset es que tocar fondo, según lo que uno esté dispuesto a hacer, puede ser un nuevo comienzo profesional.Europa Press Entertainment (Europa Press via Getty Images)