Del plata de los rascacielos al verde de la Estatua de la Libertad: estos son los relojes perfectos para animales urbanos
A punto de cumplir diez años, NOMOS Glashütte amplía la familia de su icónico reloj Metro: una creación atemporal del diseñador berlinés Mark Braun que aúna el frenesí y la arquitectura de las ciudades con la herencia y la precisión relojera alemana
Si hay algo que tienen en común las grandes metrópolis, el rasgo que les permite autoproclamarse como tal, es precisamente su línea de metro. Del mismo modo que los coloristas mapas que simplifican toda esa compleja red bajo suelo, como el famoso trazado del londinense Harry Beck que lo cambiaría todo, se han convertido en auténticos iconos urbanos. El diseñador industrial Mark Braun no solo encontró en ellos la inspiración para dar color a su primer reloj Metro para NOMOS Glashütte en 2014. Más allá de su acertado nombre y de que ha corrido una suerte semejante, convirtiéndose en una de las piezas más premiadas y deseadas de la firma; el creativo consiguió encapsular la atmósfera cosmopolita de las capitales del mundo en un reloj y condensar el meticuloso calibre que late en las creaciones de la relojera alemana en una finísima esfera minimalista, atemporal y rabiosamente estética.
A punto de celebrar su décimo aniversario, Mark Braun vuelve a revisitar ese exitoso modelo para seguir ampliando la familia Metro: tres sofisticados relojes Metro 33, atemporales y escrupulosamente precisos —la esfera evoca los antiguos cronómetros alemanes—, que apuestan por el cromatismo para sumergirnos en un safari urbano. Obsesionado con los conceptos que hay detrás de cada diseño, el ritmo frenético de las ciudades y los destellos de luz que se crean entre sus rascacielos de acero dan forma al modelo all silver. El Metro de color mute red es el que evoca más calidez, “se inspira en esos barrios y vecindarios de ladrillos rojizos que, por un lado, transmiten una sensación de hogar y, por otro, de herencia”, puntualiza el diseñador. Por último, el modelo sage es perfecto para personas de espíritu escapista y naturalista: se inspira en los parques de las ciudades en los que nos refugiamos del frenesí urbano; pero no es un verde cualquiera, sino el salvia que envuelve la Estatua de la Libertad o el Puente de Brooklyn a determinadas horas del día. En otras palabras, las diferentes caras y facetas de la vida urbana.
Pero más allá de su identidad cromática, los nuevos Metro 33 conservan las características que han hecho de este reloj un clásico moderno: el Empire State Building, miniaturizado en unas elegantes manecillas, continúa marcando el ritmo del tiempo; los marcadores de los minutos, a juego con la tonalidad del segundero, remarcan su alta precisión alemana y, por supuesto, la belleza de su contenida esfera. Braun nos invita a ponerlo de perfil para apreciar su icónica silueta que, independientemente del calibre, conserva sus medidas ligeras, para adaptarse a cualquier muñeca y momento. Todo ello, sujeto por una correa gris de ante vegano y tacto de terciopelo que combina con todo.
En el corazón de los Metro 33 se encuentra el calibre Alpha de cuerda manual, el primer mecanismo propio de NOMOS Glashütte. También, el mejor ejemplo de la tradición y saber hacer de este pequeño pueblo alemán, en el que prácticamente toda la población se dedica a la industria relojera y cuenta con una denominación de origen que garantiza la originalidad de cada pieza. Una ventana en el fondo del reloj nos permite ver los delicados escapes que le dan vida al reloj, una auténtica obra de artesanía que revolucionó tanto el mundo de la relojería como el tecnológico –cuando lo lanzaron en 2014, el periódico alemán FAZ, aseguraba que había llamado la atención de Apple–. Incluso la corona, con diamantes incrustados, es un homenaje a la precisión que caracteriza a los relojes alemanes.
Porque si algo destaca de los nuevos Metro 33 de NOMOS Glashütte es su capacidad para seguirnos el ritmo. Braun alaba su movimiento tan preciso, con el sistema de regulación DUW que permite ajustarse en seis posiciones, así como su reserva de marcha de aproximadamente 43 horas, convirtiéndolo en “nuestro mejor amigo”. Tanto a la hora de expresar nuestra personalidad, como para acompañarnos en cualquier aventura urbana.