Así es el aroma que define la nueva masculinidad (y la identidad de la generación Z)
YSL pone en jaque las ideas preconcebidas de la perfumería y la masculinidad clásica con MYSLF, una nueva fragancia con corazón de azahar y notas amaderadas que celebran la libertad de ser uno mismo
Decía Yves Saint Laurent que “el encuentro más importante de la vida es el encuentro con uno mismo”. Un auténtico alegato en favor de la individualidad y la aceptación que la maison francesa ha logrado capturar ahora en su nueva fragancia masculina, MYSLF. Con una audaz combinación de flores y maderas, este perfume ha sido concebido para romper con los clichés de la perfumería clásica pero, sobre todo, para encarnar una nueva masculinidad que abraza todas sus facetas y contrastes.
Su propio nombre es una declaración de intenciones. Por un lado, es un guiño al lenguaje digital de la generación Z: el hashtag “myslf” con el que comparten o identifican en redes todo aquello que los apela y representa. Por otro, las siglas de YSL en el centro del nombre parecen tender un puente entre la masculinidad (’M’) y la feminidad (’F’), jugando con los códigos –como es propio de la firma–, hasta alcanzar el equilibrio entre ellas. Porque MYSLF es ante todo una fragancia generacional, que se aleja de todos los clichés pasados de moda, para expresar la identidad de cada uno.
Tampoco es casualidad que el actor Austin Butler, aclamado por su interpretación de Elvis a las órdenes de Baz Luhrmann, sea el rostro del perfume. El intérprete no solo consiguió aportar novedad y frescura sobre una de las leyendas del rock más imitadas del mundo, ganándose el Óscar y el título de estrella por el que tanto ha estado trabajando. También ha logrado de alguna forma actualizarlo, encarnando la complejidad de la masculinidad actual: el hombre rabiosamente viril y seguro de sí mismo y el que no teme exponer su sensibilidad y mostrar sus vulnerabilidades.
Concebida por los perfumistas Daniela Andrier, Christophe Raynaud y Antoine Maisondieu, MYSLF destaca por su estructura poética y rupturista, en el que las notas amaderadas se entremezclan con el frescor y la sensualidad de las flores. La flor de azahar está en el atrevido corazón de la fragancia, en palabras de Andrier, “la única materia prima que poseen los perfumistas que puede expresar, según se elabore, cada etapa y cada género”.
Cosechada a mano en los huertos tunecinos, el carácter chispeante y carnal del azahar se magnifica gracias a una bergamota de Calabria, elaborada específicamente para YSL, que reproduce su aroma verde y refrescante al comienzo de la cosecha. La sutileza de las notas de fondo amaderadas le añaden profundidad y misterio, con un cálido corazón de pachulí indonesio, salvia esclarea de la Provenza y AmbrofixTM, un material biotecnológico 100% natural procedente de la caña de azúcar. Porque otra de las particularidades de MYSLF es su compromiso medioambiental, con ingredientes naturales, procedentes de la agricultura sostenible, reconstruidos para potenciar su esencia.
El resultado es un perfume diferente, envuelto en una icónica botella negra, obra de Suzanne Dalton. La premiada diseñadora ha creado un tótem de líneas limpias, cristales afilados y texturas suaves. “El tipo de diseño sencillo y lujoso que te atrae revelando capas y capas de detalles sutiles”, apuntan desde la firma. Una descripción que también se podría aplicar a su fragancia y, por supuesto, al hombre actual.