Detener el tiempo, despertar la imaginación
Chema Madoz, Premio Nacional de Fotografía, colabora con Cervezas Alhambra y crea una obra que reflexiona sobre la importancia y el valor del tiempo en los procesos de creación, y que formará parte de una exposición que se podrá ver en Granada hasta el 25 de junio.
Todo proceso creativo requiere de tiempo: desde la creación de una obra artística a la de una cerveza. De la paciencia y la dedicación, del amor a los detalles, depende que el resultado final consiga transmitir unas emociones más intensas. Chema Madoz, uno de los artistas españoles más reconocidos a nivel internacional y Premio Nacional de Fotografía 2000, afronta así la creación artística, algo que le une a la filosofía de Cervezas Alhambra. Esa visión compartida ha llevado al fotógrafo a colaborar con la cervecera, para la que ha creado una obra exclusiva que formará parte de una exposición que se podrá visitar en el Centro Cultural Gran Capitán de Granada hasta el 25 de junio.
“Cuando me propusieron desde Cervezas Alhambra trabajar sobre la idea del tiempo, en el sentido de tomarse la vida con calma, me pareció desde el principio una propuesta muy atractiva”, explica Madoz sobre esta colaboración. “Por una parte conectaba perfectamente con mi forma de trabajo, que requiere del tiempo, siempre imprevisible, que transcurre desde la intuición de la idea, la obtención de los materiales y la construcción física del concepto, hasta su resolución fotográfica final”.
Creador de un mundo personal en el que lo cotidiano, lo metafórico y lo humorístico se unen para hacernos ver la realidad de una manera nueva, el trabajo de Madoz se nutre de objetos del día a día que, en nuevos contextos, producen sorpresa y reflexión. “Se trata de mirar la realidad, pero a través del lenguaje que producen los objetos”, resume él. “Empecé a hacer fotografías utilizando como recurso partes del cuerpo humano y posteriormente me interesé por el lenguaje de los objetos y los variados significados visuales que me permitía su utilización. Mi trabajo se fue, de esta manera, simplificando. Se trataba sencillamente de construir imágenes a través de aquello que tenía alrededor: un cuchillo, una servilleta, una escalera... No los perseguía, ni salía a buscarlos; estaban por todas partes”.
Esa visión ha permitido a Madoz reinterpretar la realidad para buscar nuevos significados en lo que nos rodea. “Eso introduce un nuevo concepto, imprevisible y abstracto, que queda en manos del espectador”, relata el fotógrafo. “A partir de ahí ya no puedo hacer nada. Solo la imaginación puede hacernos ver de otra manera lo que estamos viendo”. Esa visión se refleja en una obra que toma la icónica botella verde de Alhambra Reserva 1925 y juega con las marcas de agua que deja sobre una superficie.
La obra creada por Madoz, como todo su trabajo, nos habla de los rastros del tiempo, y de la importancia de valorarlo y disfrutarlo. “Creo que hay algo musical en ir marcando el ritmo de cada momento dependiendo del espíritu de cada paso del proceso de trabajo”, cuenta. “La idea de tiempo tiene que ver con la idea de libertad: la de disponer del tiempo necesario para que la resolución de una idea pueda trabajarse con tranquilidad. A todos esos factores artísticos, se une la necesidad vital de aprovechar el tiempo, de valorar los momentos de tranquilidad y pausa, que he intentado transmitir en la colaboración”.
Para Madoz, esta colaboración tenía un sentido especial, dados los valores que comparte con Cervezas Alhambra. “Me une el simple hecho de intentar hacer bien las cosas: la importancia del detalle, el artesanado, el propio espíritu de trabajo, y, en este caso concreto, el pleno acuerdo con la idea de que hay que tomarse la vida con calma, sin prisa, sacándole partido al tiempo. Por otra parte, Cervezas Alhambra es una de las pocas empresas que ha apostado por apoyar el mundo del arte y el trabajo de los artistas, y creo que ello merece una justa correspondencia”.