Relojes para dar la vuelta al mundo sin perder ni un minuto
La colección Highlife de Frederique Constant se inauguró en 1999 y hoy es un hito de la relojería moderna y práctica
La relojería tiene hitos con un siglo de historia y otros con apenas unos meses, algo comprensible en un sector que vive tanto de la artesanía más barroca como de la última tecnología. Frederique Constant es una marca relativamente joven, pero su trayectoria ha sido capaz de generar más de un icono. Uno de los más deslumbrantes nació en 1999, cuando dio vida a la colección Highlife, una familia de relojes que han definido en gran manera la historia y el devenir de la firma. Desde su lanzamiento se convirtió en un éxito que se prolonga hasta hoy. Los motivos saltan a la vista. A su diseño, colm...
La relojería tiene hitos con un siglo de historia y otros con apenas unos meses, algo comprensible en un sector que vive tanto de la artesanía más barroca como de la última tecnología. Frederique Constant es una marca relativamente joven, pero su trayectoria ha sido capaz de generar más de un icono. Uno de los más deslumbrantes nació en 1999, cuando dio vida a la colección Highlife, una familia de relojes que han definido en gran manera la historia y el devenir de la firma. Desde su lanzamiento se convirtió en un éxito que se prolonga hasta hoy. Los motivos saltan a la vista. A su diseño, colmado de detalles de la relojería suiza tradicional, se une el objetivo de realizar piezas equilibradas y asequibles al bolsillo. La idea de sus impulsores era permitir al público introducirse en la relojería ‘Swiss Made’ de una manera relajada, sin precios desorbitados. Su filosofía tiene la complejidad de los planteamientos aparentemente sencillos: rigor, belleza relojera, mecanismos fiables y precios razonables, más competitivos que los de la alta relojería, pero sin sacrificar prestaciones técnicas.
Este ADN se expresa con sutil claridad en las piezas que integran Highlife, una colección siempre renovada. Por ejemplo, el Automatic COSC, el primer ejemplar de la marca certificado por el Control Oficial Suizo de Cronómetro, el organismo suizo independiente que otorga esta distinción a las piezas que garantizan un perfecto isocronismo en un tiempo y en unas posiciones determinadas. Es decir, un guardatiempos que, tras someterlo a un puñado de test, ofrece una hora justa, regular y precisa que, al fin y al cabo, es lo que cualquiera desea y busca en un reloj. En su caja de acero de 41 milímetros surge una esfera azul con un guilloché que representa el globo terráqueo, símbolo de la Tierra, de armonía y perfección del círculo y que imprime un estilo que aúna artesanía y espíritu deportivo y urbano. Sobre la esfera discurren las agujas de horas, minutos y segundos y una sencilla ventana de fecha a las 3h.
Uno de los elementos más sugerentes (y prácticos) es su brazalete integrado en la caja, desprovisto de asas, que se adapta como un guante a la muñeca. Una transición ligera, natural que además se enriquece con un sistema integrado de cambio rápido de brazalete: con una simple presión se cambia la estética del reloj, de los eslabones de acero a las correas de piel de becerro con acabado Nubuck o de caucho.
Este diseño contemporáneo se vislumbra en otro de los modelos estrella de la colección Highlife, el Worldtimer Manufacture, que mantiene la caja de acero de 41 mm y la esfera en azul intenso grabada con el globo terráqueo. Pero claro, es un Worldtimer, un trotamundos de refinadas líneas que aporta la complicación de un segundo huso horario, una herramienta para deleitar a los viajeros que necesitan cambiar de zona horaria con facilidad. Mecánico de carga automática, con 38 horas de reserva de marcha y hermético hasta 50 metros, en su interior late el calibre FC-718, diseñado, producido y montado en la propia manufactura y orgullo de Frederique Constant. Tan ergonómico como el Automatic COSC, permite ajustar todas las funciones por medio de la corona: horas, minutos, fecha a las 6 h y un disco con las 24 ciudades correspondientes a los 24 husos horarios completos de la Tierra. Carece de indicador día/noche: el disco interior está grabado a las 12 horas en una zona clara (ciudades de día en ese momento) y a las 12 horas en una zona azul (cuando sea de noche). Tres apetecibles notas a pie de página: la primera es ese ‘guilloché’ de rayos de sol que dibuja el indicador de fecha; la segunda es la luminiscencia de las agujas de horas y minutos que permite verlas con facilidad en la oscuridad; y la tercera es el fondo. Asómese a él y observará el perlado y el acabado Côte de Genève de su masa oscilante. Como no podía ser menos en un vástago de la colección Highlife, el Worldtime se puede vestir con tres brazales de rápido intercambio: en acero pulido y satinado con tres eslabones y cierre desplegable; una correa en Nubuck de tacto sedoso; y una tercera opción en caucho azul.
El trío Highlife de esta temporada lo completa el último en venir, el Chronograph Automatic que, como su nombre bien dice, es un cronógrafo, una complicación que requiere de una sabiduría técnica consistente, asentada, sabia, para que el cometido llegue a buen puerto. De las diferentes versiones que juegan en esta liga de medir tiempos mínimos (en este caso hasta 1/5 centésimas de segundo), nos vamos a fijar en su edición limitada de 1.880 piezas. En concreto, en el modelo que se agarra a la muñeca con una correa de piel de becerro azul marino acabada en Nubuck, que imprime una pátina urbana, moderna, deportiva y pelín vintage al reloj. Este tono realza las tres subesferas-contadores (segundero a las 9h, contador de minutos a las 3h y contador de 12 horas a las 6h) también en azul que destacan en la esfera blanca con, por supuesto, el globo terráqueo grabado, que para eso pertenece a la honorable dinastía Hihglife. En su caja de 41 milímetros de acero alterna los acabados pulido y cepillado satinado en la carrura, el perfil y el bisel y aparecen dos pulsadores, a las 2h y a las 4h, que son los encargados de controlar el inicio y la parada del cronógrafo, así como su puesta a cero.
Resulta perspicaz su manera de inclinar ligeramente el perfil de esos ‘botones’ unos pocos grados para que se integren en armonía con el de la caja y una ventanilla que indica la fecha alojada, con discreción y delicadeza, entre las 4 y 5 horas. La trasera permite admirar su movimiento automático y su módulo de cronógrafo, con rueda de pilares ubicada a las 3 horas y una masa oscilante con baño de oro rosa decorada con Côtes de Genève, Con una reserva de marcha de 60 horas y una hermeticidad que alcanza hasta 100 metros, cada reloj de esta edición limitada está numerado individualmente.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.