Muere Antonio Miró, el hombre que vistió el esplendor de la Barcelona olímpica
Fallece a los 74 años por un ataque al corazón el modista insignia del diseño catalán y de una moda funcional con mirada internacional
”La moda es muy peligrosa, está llena de altibajos; la relación acaba siendo de amor-odio, se sufre mucho y el trabajo es durísimo. Siempre estás a punto de arruinarte”. La frase, que dijo a este diario el diseñador Antonio Miró el verano de 2007, resume la ambivalente relación que mantuvo con la industria durante su vida. El sastre oficial de la Barcelona olímpica murió la noche del miércoles, a los 74 años, víctima de un infarto de miocardio en Barcelona.
Creador de los uniformes de las Ol...
”La moda es muy peligrosa, está llena de altibajos; la relación acaba siendo de amor-odio, se sufre mucho y el trabajo es durísimo. Siempre estás a punto de arruinarte”. La frase, que dijo a este diario el diseñador Antonio Miró el verano de 2007, resume la ambivalente relación que mantuvo con la industria durante su vida. El sastre oficial de la Barcelona olímpica murió la noche del miércoles, a los 74 años, víctima de un infarto de miocardio en Barcelona.
Creador de los uniformes de las Olimpiadas y el Fòrum de las Culturas, del nuevo telón del Liceu del 97 o de los trajes de los Mossos d’Esquadra, Miró fue el diseñador catalán de esta era por excelencia; el que interpretó con eficiencia el espíritu de modernidad y apertura que se vivió en los noventa, la década prodigiosa de la Barcelona del Disseny. El catalán convirtió a los fondos de armarios sin complicaciones —ese minimalismo funcional del que él mismo hacía gala—, en el símbolo de la explosión de creatividad multidisciplinar que se vio capaz de diseñar desde su ciudad y para el resto del mundo. Colaboró con fotógrafos como David Lachapelle, artistas del minimalismo musical como Ryuichi Sakamoto y hasta hizo desfilar a actores como John Malkovich, que es fanático de su marca, o Jordi Mollà por sus pasarelas.
Hijo de un sastre y nacido en Sabadell, Miró abrió su primera tienda en 1969, con solo 20 años. La llamó Groc (amarillo), y la situó en el corazón de Barcelona: donde la Rambla de Catalunya hace esquina con la calle Provença. En 1982, al encargar la primera remodelación de su mítico local al arquitecto Oscar Tusquets, demostró su apuesta por el diseño y el diálogo multidisciplinar con otras ramas creativas. Si Miguel Milà triunfaba por aquella época con la funcionalidad en las lámparas y objetos que diseñaba, Miró lo hizo con la ropa. Su fórmula, además, sirvió para dignificar el diseño de la moda para hombres. “Fue pionero en crear una moda barcelonesa masculina vanguardista”, explica la diseñadora Txell Miras sobre su legado. “Miró fue una persona con una gran visión de diseño y una sensibilidad especial. Desde el ‘menos es más’, apostando por la comodidad y la discreción, consiguió crear un sello propio muy conectado a la realidad de su momento”, añade la creadora catalana. Un legado que también defiende Pepa Bueno, directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (Acme): “Al igual que Adolfo Domínguez con la sastrería masculina, Miró dio un giro de vanguardia, sus trajes desestructurados para hombre fueron sinónimo de éxito”.
En la década de bonanza de los noventa no dejó de cosechar premios y se disparó su expansión de la mano de Ermenegildo Zegna, que distribuyó sus prendas internacionalmente. Ganador del premio Cristóbal Balenciaga al mejor diseñador español en 1988, y de la medalla del FAD otorgada por la Asociación de Diseño Industrial del Fomento de las Artes Decorativas, también se hizo con la Medalla de la Pasarela Gaudí. Pionero en España en integrar modelos no profesionales en la pasarela, desfiló en Barcelona, Madrid, Nueva York, Tokio, Milán, Londres y París.
Sus hijos siguen sus pasos
Nunca se cortó a la hora de evidenciar su malestar por la pérdida de influencia de Barcelona en las batallas con Madrid por la capitalidad de las pasarelas, que tanto marcaron la primera década de los 2000. “Es una pena que nos tengamos que ir”, dijo en 2008, dolido con la gestión de la Generalitat frente a los diseñadores consagrados. Fue entonces cuando vendió el 70% de su empresa a la sociedad Nuevos Valores Textiles, controlada por las familias catalanas Arquero y Nassia, a su vez propietarias del grupo industrial Twenty, dueño de la licencia para España de la firma francesa Marithé & François Girbaud. La compañía que lleva su nombre, de la que ahora gestionaba ese 30%, presentó un concurso de acreedores en mayo de 2021.
”Una vez fui a una entrevista de trabajo y me compré un traje suyo que me dio una suerte tremenda”, cuenta la diseñadora barcelonesa Teresa Helbig. “Recuerdo su tienda en Rambla Catalunya con Provença, tenía porrones de vino y la gente bebía mientras compraba... te puedes imaginar lo divertido que era: la experiencia, la innovación y el ingenio, siempre en su orden del día”, añade sobre un creador que “era tesón, constancia y creatividad”.
”Si Armani vistió a la élite creativa de Italia, Miró lo hizo con la de Barcelona”, apunta Estel Vilsaseca, directora de moda de la escuela LCI Barcelona. Dos de sus hijos siguen sus pasos. Pau, el pequeño, estudia moda y el mayor, David, presentó su primera colección, en colaboración con su padre, en la mítica tienda Groc, coincidiendo con el relanzamiento del local en 2019. El legado de Miró, además de sus prendas y las múltiples colaboraciones que firmó, se vislumbra en su familia.