Ana Locking: “Llevo al miedo de la mano”

La flamante Premio Nacional de Diseño cierra a los 50 años su periodo más convulso: ha sufrido un cáncer, la covid grave de su pareja y el parón de su actividad por la pandemia: “Colapsé y renací”

La diseñadora Ana Locking, en su taller de Madrid.Vídeo: B.P | PAULA CASADO

En el taller de Ana Locking brillan que rabian los modelazos de su última colección, cuyo título: Too young to die old, se antoja hoy inquietantemente premonitorio. Al poco de presentarla en la Semana de la Moda de Madrid de 2020, días antes del confinamiento, le diagnosticaron un cáncer de mama del que tuvo que ser operada y cuyo tratamiento no ha arruinado su melena pelirroja, al no precisar quimioterapia, relata ella misma. Su voz suena animosa tras la mascarilla quirúrgica negra a topos blancos, dise...

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En el taller de Ana Locking brillan que rabian los modelazos de su última colección, cuyo título: Too young to die old, se antoja hoy inquietantemente premonitorio. Al poco de presentarla en la Semana de la Moda de Madrid de 2020, días antes del confinamiento, le diagnosticaron un cáncer de mama del que tuvo que ser operada y cuyo tratamiento no ha arruinado su melena pelirroja, al no precisar quimioterapia, relata ella misma. Su voz suena animosa tras la mascarilla quirúrgica negra a topos blancos, diseño suyo para una popular firma española, que luce durante toda la entrevista y solo se quita para el vídeo. Al fondo, su pareja y jefe de comunicación, que enfermó también gravemente de covid, asiste a la charla. Se nota entre ellos la complicidad de los supervivientes a los avatares de la vida y a las relaciones largas.

La entrevisté hace 8 años en un reportaje sobre ansiedad. ¿Cómo llevamos eso desde entonces?

Antes de la pandemia, la moda iba como un caballo desbocado hacia un acantilado. Demasiadas colecciones, demasiada ropa, demasiado todo. No necesitamos tanto. Después del parón, la reflexión debería ser: seamos más responsables. Se lo exigimos a los compradores, pues seámoslo nosotros con lo que ofrecemos y con la capacidad de disfrutar de nuestro trabajo. Somos unos privilegiados por poder hacer lo que nos gusta

Me refería a su propia ansiedad.

En aquella época aprendí a manejarla con terapia y medicación, pero me enganché a las pastillas y me costó muchísimo dejarlas. Ahora la controlo, pero nunca te abandona del todo. Últimamente casi no disfrutaba de las colecciones. Cada vez me exigía más: más color, más ropa, más producto. Cada vez tenía que ofrecer más y me autoexigía más. Ese no era el camino.

Y de repente, el mundo se paró. Cáncer, confinamiento, covid. ¿Cómo manejó tantos terremotos?

El diagnóstico fue un colapso bestial: los primeros días tienes consciencia real de la muerte. De repente, entiendes el cáncer, no te sientes en conexión real con él hasta que no lo padeces y sientes en ti misma el poder de la enfermedad. Nadie te prepara para eso.

¿Se cabreó con el mundo?

El primer momento es de shock, como esas películas en las que alguien tiene un accidente terrible y, de primeras, se pone a buscar el pintalabios que se le ha caído. Luego, llega lo emocional. El primer día lloras por las esquinas. Pero, en mi caso, al segundo, hay que tomar las cosas como vayan llegando. No puedes ser cobarde, me he hecho valiente, muy valiente. El miedo se convierte en un compañero de viaje que te acompaña siempre. Pero lo llevo yo de la mano, no él a mí.

¿Se sorprendió a sí misma?

Mucho, porque, al llegar a casa, mi pareja cayó con covid y tuve que pasar de enferma a enfermera. No piensas, actúas. No tuve tiempo de lamerme las heridas y, visto con el tiempo, me vino muy bien. En 2020 colapsé y renací.

El virus se ha cebado con los mayores. ¿Viven sus padres?

Sí, y soy hija única, algo que siempre he odiado. Me he revuelto siempre como un animal contra los estereotipos del hijo único.

¿Fue una niña mimada?

Salí muy rara y muy rebelde. Mi madre era costurera y yo quería hacer lo contrario que ella. Siempre he tenido una relación complicada con ella, pero la enfermedad nos ha acercado. He sido consciente de que la vida es finita, y de que no podemos lamentarnos de no haber hecho cosas cuando las personas ya no están. He visto a mis padres con otros ojos y eso me ha hecho ser más comprensiva con ellos que nunca.

¿Cómo es la moda pandémica, más allá del pijama y el chándal?

Este año nos hemos malvestido, hemos salido del paso. Pero vestirse no es moda. La moda con mayúsculas no tiene nada que ver con la ropa que compras por necesidad. La moda crea una ilusión, es un empeño por sofisticar la realidad. Ahora que no hay eventos ni fiestas, no vendemos nada. Creo que, cuando vuelva a haberlos, la gente necesitará salir de esta realidad tan dura, y la moda pospandemia será brillante, colorida, generará una belleza con la que podamos soñar. La moda también da perspectivas en la vida.

¿Cómo lleva el paso del tiempo? ¿Comprende a Demi Moore y su denodado afán por parecer más joven?

Claro que la comprendo. La ilusión es perfectamente respetable. Yo no tengo esa necesidad de ir puliendo el paso del tiempo. Me parece bien que la ciencia ponga a disposición de cada persona poder ser quien quiere ser. Al final, la identidad se la hace uno mismo, y uno es más feliz cuanto más se acerca a la idea que tiene de él.

¿Y cual es su idea de usted?

A veces, excesivamente responsable. Tengo una conciencia de clase muy fuerte, procedo de una familia humilde, trabajadora, y esa conciencia pesa demasiado sobre mí. Me gustaría ser más libre a la hora de dejarme llevar, sentir, expresarme.

Pero su ecosistema como diseñadora es el lujo y la élite. ¿Cómo lo compagina?

Esa dicotomía siempre ha estado presente. Creo que en esa colisión está la clave de mi éxito, y de mi fortaleza, también. Porque siempre he sabido, y no he olvidado, de dónde procedo, pero he sabido convertir todo eso, sofisticarlo, y llevarlo a un nivel que me ha hecho disfrutar de la vida y soñar y hacer soñar.

¿Cree que Carolina Herrera le afearía esa melena casi por la cintura a los 50?

Me parece una auténtica barbaridad. No es una cuestión de estilo, es una cuestión de libertad, y de cómo la mujer la use para ser una misma. Si te sientes libre para ser una mujer objeto, o jugar con la moda para sentirte otra, adelante. Eso no significa que seas banal. No hay ropa superficial. Hay miradas y personas superficiales. Y esa me parece una mirada tremendamente superficial sobre la mujer.

¿Afectará la pandemia al consumo de moda? Hemos visto que, teletrabajando, vivimos con tres trapos.

Creo que se irá a un consumo más responsable. Que nos daremos cuenta de que comprar cosas a un precio que, si lo piensas, solamente pueden hacerlas esclavos, no es sensato. Y eso implica que la gente, en vez de comprarse diez prendas al mes a un precio irrisorio para acumular, se compre dos o tres, de calidad, que les hagan soñar.

Entonces, ¿qué le diría a las adictas a las compras? Es para una amiga.

A ver, las puedo comprender, pero como puedo comprender a un adicto al juego. Todo se comprende, pero yo buscaría ayuda.

TRAVESÍA DE LOS 50

Ana Álvarez Rodríguez (Toledo, 50 años), Ana Locking para el mundo de la moda, jamás pensó que 2020, el año de su 50 cumpleaños, la iba a volver del revés figurada y literalmente. La pandemia, un diagnóstico y operación de cáncer de mama en pleno confinamiento y la convalecencia por Covid de su pareja. la han convertido en una nueva y "más valiente" versión de sí misma. En 2021, año de su veinticinco aniversario como diseñadora profesional, además de recoger el Premio Nacional de Diseño que le fue concedido hace unos meses, presenta en Madrid una exposición sobre el impacto de la pandemia en el universo de la moda. Pocos como ella saben de lo que exponen. Lo ha sufrido en carne y alma propias.


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