El triunfo de Gisele Bündchen y de su nariz
La modelo brasileña llega a los 40 años en plena forma y con una carrera llena de éxitos pese a las dudas que su físico provocó en sus inicios
Hay una anécdota muy recurrente que dice que, cuando Gisele Bündchen empezó a trabajar como modelo siendo una adolescente, hubo quien le dijo que no llegaría lejos debido a su nariz. No es un mito, tal y como confirmó Angela Missoni a The New York Times en 2016: cuando Bündchen posó en su primera campaña para la marca italiana, Mario Testino decidió que fuera peinada de tal manera que el cabello ocultara su rostro. Al fotógrafo, en palabras de Missoni, “le preocupaba su nariz”. Aquello sucedió en 1998, cuando la mo...
Hay una anécdota muy recurrente que dice que, cuando Gisele Bündchen empezó a trabajar como modelo siendo una adolescente, hubo quien le dijo que no llegaría lejos debido a su nariz. No es un mito, tal y como confirmó Angela Missoni a The New York Times en 2016: cuando Bündchen posó en su primera campaña para la marca italiana, Mario Testino decidió que fuera peinada de tal manera que el cabello ocultara su rostro. Al fotógrafo, en palabras de Missoni, “le preocupaba su nariz”. Aquello sucedió en 1998, cuando la modelo brasileña contaba apenas 18 años. Este lunes cumple 40 como una de las modelos más conocidas, influyentes, prestigiosas y también atípicas de la industria.
Este aniversario es una cifra redonda, especialmente en el sector del modelaje, embarcado desde hace décadas en una carrera interminable primero hacia la juventud, después hacia la adolescencia y últimamente hacia la pubertad. Bündchen, sin embargo, ha logrado ubicarse en una suerte de limbo generacional. La brasileña es más joven que las veteranas de los noventa pero no tanto como la nueva hornada de influencers encabezada por Kendall Jenner, que le arrebató el título de modelo mejor pagada del mundo en 2017.
La última supermodelo —así la calificó Claudia Schiffer en 2011— y la primera estrella digital de la moda —tal y como refrendan sus 16 millones de seguidores en Instagram—, Gisele ha contado en numerosas ocasiones que llegó a la moda por casualidad. Nacida en una familia de clase media en Rio Grande do Sul, su madre la apuntó a una escuela de modelos para que aprendiera a caminar correctamente. La descubrieron en un parque de atracciones y las oportunidades llegaron en cascada. Se mudó primero a Sao Paulo y después a Nueva York, donde se hizo un hueco en el sector editorial y se hizo con uno de los contratos más codiciados en la industria, con Victoria’s Secret.
Bündchen fue uno de los “ángeles” de la firma de lencería desde 1999 hasta 2007. Años más tarde, contó que decidió dejarlo porque su agenda de eventos se había vuelto demasiado ajetreada y cada vez sentía más pudor al salir a la pasarela. “Me encontraba en un lugar diferente en mi vida y no estaba segura de querer seguir trabajando allí”, escribió una década después en Lessons: My Path to a Meaningful Life, el libro de memorias y reflexiones que publicó en 2018.
Bündchen no desfila desde 2017. Sigue protagonizando campañas de cosmética de Dior. En la más reciente, lanzada el pasado mes de mayo, posa junto a su madre, Vania. También es rostro habitual de la firma brasileña de joyería Vivara. Solo este año ha sido portada de Harper’s Bazaar Rusia, la edición americana de Marie Claire y de Vogue Brasil. Sin embargo, su actividad en sus redes sociales poco tiene que ver con la moda. Comparte sus rutinas de ejercicios y de yoga, escribe mensajes inspiradores en inglés y en portugués y difunde causas sociales, proyectos solidarios e iniciativas ecologistas. No tiene alergia a la política; el año pasado, sus críticas al gobierno de Bolsonaro hicieron que el presidente brasileño la calificara públicamente como “mala brasileña”. Ella, implicada desde hace 13 años en la defensa del medio ambiente y en la protección de la Amazonia, le replicó en una carta pública que “los malos brasileños son los que deforestan”.
En todo caso, los contenidos que últimamente dan que hablar están relacionados con su vida familiar. Casada desde hace 11 años con la estrella de fútbol americano Tom Brady, el matrimonio tiene dos hijos que aparecen frecuentemente en las redes sociales de la modelo. El pasado mes de abril Brady hablaba abiertamente en una entrevista sobre las tensiones existentes en la pareja por la dificultad a la hora de conciliar vida profesional y familiar. El momento más crítico de la relación, según contó el deportista, tuvo lugar dos años antes. “Gisele no estaba satisfecha con nuestro matrimonio”, dijo Brady. “Necesitaba un cambio. Me dijo que aunque la situación funcionara para mí, no era igual para ella. Y es que a veces en una relación te encuentras en un punto en el que todo funciona para ti pero lo importante es que la relación funcione para los dos”.
En los últimos meses, el matrimonio ha protagonizado posts de agradecimiento al personal sanitario durante la pandemia e incluso retos virales en TikTok, utilizando el humor y la ligereza como forma de atajar rumores. No es una estrategia insospechada en la trayectoria de una modelo que siempre ha sabido sacar partido a la naturalidad. Da igual que sea una nariz que no parecía perfecta, una anatomía más sinuosa que los estándares o una forma de caminar por la pasarela que poco tiene que ver con el rigor de academia. Desde hace décadas, las peluquerías de medio mundo se esmeran en ofrecer a sus clientas mechas rubias idénticas a las que Gisele, según afirma, siempre ha tenido de forma natural. Y ya se sabe que la clave para triunfar en una de las industrias más alambicadas del mundo es, paradójicamente, lograr que todo parezca fácil.