Qué cursar si quieres ser cooperante internacional
En un contexto de alta tensión mundial, España ofrece diversas opciones académicas para quienes aspiran a trabajar apoyando donde más se necesita
El trabajo del cooperante internacional es clave en un mundo cada vez más azuzado por los conflictos geopolíticos, los desastres naturales y las desgracias humanitarias que afectan a millones de personas. Brindar asistencia y apoyo a las poblaciones más vulnerables es una tarea ardua que requiere de herramientas para enfrentar crisis como la invasión de Ucrania por Rusia en 2022; la pandemia de coronavirus —que implicó la distribución a escala mundial de vacunas y equipos médicos—; los estragos del huracán Ian en 2022 en Florida y Cuba, o el terremoto de Turquía y Siria en 2023, tras el que se proporcionó rescate, atención médica y refugio. Pero ¿qué se debe estudiar para pertenecer a este sector que da auxilio?
“Quien desea dedicarse a la cooperación internacional ha de ser un profesional global, con una formación interdisciplinar, multicultural y multilingüe”, explica Joana Abrisketa, directora del máster universitario Erasmus Mundus en Acción Internacional Humanitaria (NOHA) de Deusto. Para Silvia Arias, directora de la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), cualquier titulado universitario puede acceder a una formación especializada en cooperación al desarrollo. En el ámbito de la ayuda, señala, hay ingenieros, médicos, antropólogos, psicólogos, biológicos, economistas o periodistas. “Lo ideal sería hacer un posgrado, que es lo que te abre las puertas a este mundo, independientemente de los estudios que tengas”, recomienda Arias.
“Habría que distinguir entre formación de grado y de posgrado”, indica Francisco A. Zurián, de la Facultad de Ciencias de la Información y director del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación (IUDC) de la Universidad Complutense de Madrid. Muchos de los estudiantes que buscan enfocarse en esta área van directamente al grado de Relaciones Internacionales, Trabajo Social, Educación Social o Sociología. Pero este académico comparte la idea de que, sin importar la rama de título que se procesa, es crucial cursar un máster especializado en desarrollo y cooperación. “Hay muchos en muchas universidades españolas, incluso los hay conectando diversas áreas de conocimiento o enfocadas más a personas con un perfil previo más definido”, recalca.
Belén Frías, responsable de la Unidad de Delegados de Cruz Roja Española, subraya la importancia de una preparación anterior a quienes desean dedicarse a la cooperación. “Primero deben hacer un análisis personal de sus circunstancias para poder afrontar un puesto de cooperante”, afirma Frías. Entender las condiciones y retos que implica trabajar en zonas específicas. “No siempre se es consciente de los lugares donde se requiere ayuda. Es importante saber adónde se va, qué tipo de trabajos se hará, en qué condiciones y con qué recursos”, aclara.
Todo conocimiento sirve
Respecto a la formación académica, Frías destaca la diversidad de perfiles que pueden involucrarse en este trabajo. “Tenemos personas con licenciaturas en Farmacia, Administración y Dirección de Empresas, Ingeniería Industrial, Informática, Sociología o Psicología. La formación de base te da la estructura sobre la cual debes montar tu perfil profesional”, explica. Y enfatiza la relevancia de conocimientos adicionales en gestión de proyectos. “Existe una metodología de trabajo para gestionar estos, conocida como Enfoque de Marco Lógico. Los proyectos tienen fases como la identificación de necesidades, donde se analiza el contexto, se valora el perfil de la población destinataria y se consideran los recursos disponibles y las políticas del país”, detalla. Se trata de encajar estos programas dentro de la estructura política y social del país para que tengan impacto y durabilidad.
Para algunas organizaciones, como Oxfam Intermón, el papel del cooperante tiene una visión basada en el liderazgo local. En la práctica significa que la mayor parte del personal es local, del propio país u otro de la misma región geográfica, garantizando un conocimiento del contexto, idiomas, recursos, y la apropiación y sostenibilidad a medio y largo plazo de las intervenciones.
“En aquellos contextos donde se requiere de una experiencia técnica muy específica y de una incorporación inmediata, especialmente para la implementación de respuestas humanitarias, o bien por necesidades vinculadas a la gestión de riesgos y de seguridad, contamos con un equipo de personal internacional que trabaja de forma temporal [entre 12 meses y 2-3 años, aproximadamente]”, dice Pilar Orduña, responsable humanitaria de Oxfam Intermón. Los cooperantes que trabajan con más frecuencia con esta organización están especializados en dirección de programas y acción humanitaria, dirección de equipos, dirección financiera, dirección de personas y recursos humanos… “También contamos con expertos en incidencia política y comunicación, responsables de programas de seguridad alimentaria, y responsables de agua y saneamiento”, añade.
Silvia Arias, de la UAM, destaca la alta demanda de voluntariado y la importancia de ofrecer oportunidades de cooperación a los estudiantes antes de que terminen sus estudios. “Después de la covid-19 vimos un aumento significativo en la necesidad de solidaridad, especialmente a nivel local, debido a las situaciones complejas que la gente vivió”, comenta. “Creo que es una obligación de la universidad dar salida a esas inquietudes de los jóvenes, porque es una forma de cambiar el mundo”, apuntilla.
El perfil habitual
Ser cooperante no es simplemente hacer la mochila e irse a dar ayuda sin más. “Tienen que tener una relación jurídica y contractual con una entidad de cooperación al desarrollo”, explica Silvia Arias, de la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación de la UAM. Su labor se rige por el Estatuto del Cooperante —que tendrá una nueva versión este año, ya prevista por la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo Sostenible aprobada en 2023—, que ampara a los casi 2.600 cooperantes internacionales españoles. El perfil más habitual entre estos, según la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), es el de una mujer mayor de 35 años que trabaja en el África subsahariana para una organización no gubernamental para el desarrollo (ONGD).