Primera asignatura: el autoconocimiento
La conciencia de las fortalezas y las áreas a mejorar de cada alumno son clave para la elección de los estudios terciarios
Conocer a otros es inteligencia, conocerse a uno mismo es sabiduría. Manejar a otros es fuerza, manejarse a uno mismo es verdadero poder”, reza un mandamiento del Tao Te Ching, un texto fundamental de la filosofía oriental. El autoconocimiento o conocimiento de uno mismo, que conlleva un proceso de análisis profundo y autoaceptación, es un arma poderosa para cualquier etapa de la vida, pero especialmente para aquellas en las que tenemos que tomar decisiones, elegir una puerta entre un puñado...
Conocer a otros es inteligencia, conocerse a uno mismo es sabiduría. Manejar a otros es fuerza, manejarse a uno mismo es verdadero poder”, reza un mandamiento del Tao Te Ching, un texto fundamental de la filosofía oriental. El autoconocimiento o conocimiento de uno mismo, que conlleva un proceso de análisis profundo y autoaceptación, es un arma poderosa para cualquier etapa de la vida, pero especialmente para aquellas en las que tenemos que tomar decisiones, elegir una puerta entre un puñado de ellas; una puerta que, inevitablemente, nos llevará a otras puertas entre las que optar, porque la vida es en sí misma un continuo elegir.
“Es importante tener conciencia de quiénes somos, de cuáles son nuestras fortalezas, de cuáles nuestras áreas a mejorar, etcétera. Si yo me conozco, sé cómo soy, qué me gusta (intereses), qué es importante para mí (valores) y qué se me da bien (aptitudes), mayores serán las posibilidades de elegir acertadamente”, afirma Mamen García García, técnica del Centro de Asesoramiento Académico para Jóvenes del Ayuntamiento de Barcelona. Por los espacios que tienen habilitados en los distintos distritos de la capital catalana, cada año pasan multitud de estudiantes que, a punto de finalizar bachillerato, llegan con una duda común: “No sé qué hacer”.
A partir de ella, desde el centro trabajan tres ítems fundamentales con los estudiantes: por un lado, el conocimiento del sistema educativo; por otro, el conocimiento del sistema laboral (“no tanto desde la perspectiva de las salidas profesionales como de la necesidad de investigar qué hace un determinado profesional que trabaje de algo que a mí me interesa estudiar”, explica Mamen García). Por último, el autoconocimiento, el proceso de reflexión sobre uno mismo que, según la asesora académica, si se trabaja adecuadamente, “aumenta las probabilidades de no tomar las decisiones influenciados por las modas, por los estereotipos o, incluso, por los padres”.
Su opinión la comparte la psicóloga Sonia Martínez, directora de los Centros Crece Bien de Madrid, pioneros en la enseñanza y el desarrollo de habilidades emocionales, sociales y de aprendizaje, que considera que tener trabajado el autoconocimiento también contribuye en cierta manera a que los estudiantes pongan por delante su verdadera vocación sobre las expectativas de salida profesional de unos estudios concretos. “El entorno tiende a recomendar a los alumnos los estudios con mejores salidas profesionales porque se prioriza su supuesto bienestar económico bajo la premisa de que eso les dará el bienestar emocional. Esto, sin embargo, no siempre es así, sobre todo hoy en día y con un entorno laboral tan cambiante. Por el contrario, si el alumno decide según sus potenciales, sus intereses y su pasión, podrá ser muy bueno en lo que haga, y eso siempre genera mayores probabilidades de salida profesional y de satisfacción personal”, argumenta.
Una tarea pendiente
Para Sonia Martínez, el trabajo del autoconocimiento (y de la inteligencia emocional en su conjunto) es, por regla general, “una asignatura pendiente” en los colegios e institutos españoles. “En los institutos los alumnos aprenden la historia de un país y no su propia historia; aprenden cómo funcionan los músculos y huesos del cuerpo, pero no cómo funcionan las emociones y cómo manejarlas, cuando son éstas, muchas veces, las que van a guiar sus actos”, reflexiona la psicóloga, que considera que debería existir “un tiempo obligatorio” en colegios e institutos para trabajar con los alumnos en conocerse a sí mismos: “Si desde pequeños practican el autoconocimiento, será muy fácil que vayan creciendo tomando decisiones y sintiéndose reforzados y seguros de sí mismos al elegir; lo que los llevará a que, cuando tengan que tomar decisiones más importantes, estén habituados a hacerlo y no se paralicen o acaben eligiendo la huida como opción”.
Mamen García también observa ese déficit, sobre todo en la etapa entre el inicio de la educación primaria y 2º de la ESO. “Si el autoconocimiento se trabajara desde que son pequeñitos, yo creo que no llegarían a estos niveles de miedo que a veces tienen a tomar una elección”, subraya la experta antes de aclarar que también es importante trasladar a los chavales la idea de que se pueden equivocar y que eso, en todo caso, no es un drama. “Conforme van creciendo, el sistema educativo también va siendo más flexible —con sus cosas buenas y sus cosas malas—, de forma que al elegir empiezan un camino, pero siempre están a tiempo de cambiarlo por otro”, concluye.
La importancia del apoyo por parte del entorno
En el Servicio para Adolescentes y Familias (SAIF) del Ayuntamiento de Barcelona tienen una actividad dirigida a padres y madres para que éstos sean el apoyo emocional que necesitan los estudiantes en este momento de toma de decisiones trascendentales. “Es una dinámica muy sencilla. Se trata de escuchar diferentes tipos de frases y oraciones, positivas o negativas, que todos hemos dicho o recibido más de una vez, como “me esperaba más de ti” o “qué bien lo has hecho”. La idea es que los padres y madres conecten con las situaciones vividas en el pasado en que ellos, ya sea de niños, adolescentes o adultos, escucharon estas frases de sus progenitores o de otros adultos. “Es algo muy clarificador para ver cómo repetimos de forma automática patrones que a nosotros no nos fueron bien”, explica a El País Mónica García, directora del SAIF.
La experta señala que existe una correlación evidente entre la forma en que los padres y las madres pueden acompañar a sus hijos en esta etapa y la facilidad que éstos tienen para asumir la responsabilidad mejor o peor, para vivirla con más o menos presión, con más o menos sensación de libertad para elegir. “Por nuestra experiencia creemos que la honestidad y la presencia incondicional, un ‘mira, esto es nuevo para todos, pero aquí nos tienes para lo que necesites y te apoyaremos tomes la decisión que tomes’, son los dos puntales de un buen acompañamiento”, afirma.