Estrategias para evitar las renuncias a las carreras
Un mal rendimiento el primer año o el coste de la matrícula son causas comunes de abandono, pero hay medidas para intentar corregirlo
El 13% de los alumnos de universidades presenciales abandonan sus estudios. La mayoría, el 11%, es menor de 30 años y toma esta decisión en el primer año de carrera, lo que demuestra que el inicio del grado es un momento crítico que merece la plena atención. Son datos que ha encontrado María Fernández Mellizo, socióloga y profesora de la Facultad de Educación en la Universidad Complutense, para el ...
El 13% de los alumnos de universidades presenciales abandonan sus estudios. La mayoría, el 11%, es menor de 30 años y toma esta decisión en el primer año de carrera, lo que demuestra que el inicio del grado es un momento crítico que merece la plena atención. Son datos que ha encontrado María Fernández Mellizo, socióloga y profesora de la Facultad de Educación en la Universidad Complutense, para el Estudio sobre abandono de los estudios de grado en el sistema universitario español, del Ministerio de Universidades. Según este informe, que ha analizado los factores que conducen al abandono en alumnos de nacionalidad española que iniciaron los estudios en el curso 2015-2016, la variable que más importa es el rendimiento académico: “Los estudiantes que sacan mejores notas tienen menos posibilidades de abandonar que los que van suspendiendo. Pero hay que tener en cuenta que la decisión de abandono puede ser previa a estos malos resultados”, señala su autora.
Se considera abandono cuando una persona que se ha matriculado un año, no lo hace, ni se titula, dos cursos consecutivos. Y un dato relevante: el abandono es mayor (casi el doble) en la Universidad a distancia que en la presencial. La explicación se halla en que, en la modalidad a distancia, el alumnado tiene más edad y otros intereses y responsabilidades. “Hay gente que estudia por placer, para promocionar, pero no hay un interés para conseguir un trabajo como ocurre en etapas más jóvenes en la Universidad presencial”, señala María Fernández. Además, influye el formato de las no presenciales: despersonalizado, con un menor contacto social y con una menor interacción con el profesor. El propio modelo hace que sea arduo y exige mucha disciplina, mucha fuerza de voluntad. “Estudiar todo a través de libros, aunque haya buenos materiales, es muy complicado”, añade la socióloga.
¿Cuáles son los motivos que empujan a los estudiantes de las universidades públicas presenciales a dejar sus estudios? Según el informe del Ministerio de Universidades, junto al rendimiento académico en el primer año, también se ha encontrado como significativa la relación entre el precio de la matrícula y el abandono de los estudios, y la situación socioeconómica del entorno familiar del estudiante. Sobre esto último, señala Fernández, influye mucho el nivel educativo de los progenitores: “Hay una interacción clara entre el nivel educativo de los padres con el rendimiento académico. Cuando los estudiantes tienen un rendimiento medio bajo, tener unos padres que te pueden ayudar, que te apoyan para ir a una academia o para recibir apoyo de un profesor particular es muy importante. Quienes no cuentan con ese apoyo familiar les es más difícil y muchas veces terminan abandonando”. En esta misma línea, Caterina Calsamiglia, investigadora ICREA y experta en Políticas Públicas Educativas, añade que en España el alumnado abandona más cuando representan una minoría social por falta de adaptación: “Estos alumnos se sienten alienados, que no pertenecen, a lo que se suma la falta de red de soporte cuando se presentan dificultades”. Por ello, debe prestarse especial atención a aquellas barreras que están impidiendo la igualdad de oportunidades y que empujan a estos estudiantes a abandonar.
Prevenir la dejación
Se desconoce la evolución en los últimos años del abandono universitario, así como el impacto de las recientes políticas del Ministerio de Universidades, pero, según Calsamiglia, el interés sobre el tema ha crecido mucho ya que muchas universidades y escuelas se han empezado a preocupar por el tema creando programas de mentoría y soporte que limite las barreras al acceso y prevengan el abandono. Para esto último, la investigadora considera fundamental dar soporte al estudiante, facilitar que se genere el sentido de pertenencia, ofrecer referentes que puedan proporcionar una ayuda más sistémica frente a los obstáculos que se van a encontrar los estudiantes. “Programas como los que ofrece Prometeus, Zing o el que estamos a punto de lanzar y evaluar de forma rigurosa en el próximo curso a través de Fundesplai, Hedera, pueden ser el camino a seguir para garantizar que todos tengan referentes a quien seguir y consultar para los múltiples retos que el paso por la carrera suponen. En momentos de crisis, tanto económica como social, la creación de estos vínculos entre personas es fundamental para facilitar tener el soporte necesario para poder avanzar”, sostiene.
La socióloga María Fernández explica que a partir de las conclusiones del informe han establecido una serie de recomendaciones. En primer lugar, que se deben focalizar todos los esfuerzos en el primer curso. “Es clave porque es justo después cuando se producen los mayores abandonos”. También es fundamental definir sistemas de alerta de abandono aprovechando los recursos tecnológicos actuales de big data, con los que, dice, se podrían crear fácilmente alertas tempranas de abandono por bajo rendimiento: “Cuando hay un estudiante que suspende, que no se presenta a los exámenes, deberíamos atender de forma individualizada ese caso para poder acompañarle”. Otras recomendaciones serían reducir al máximo el precio de la matrícula para proteger a los alumnos más vulnerables, crear programas especiales para titulaciones y universidades con mayores índices de abandono y aumentar las cuantías de las becas, así como mejorar su acceso.
Los requisitos académicos de las becas
“A la Universidad no van los estudiantes más vulnerables de la sociedad: unos se han quedado por el camino; otros no pueden acceder a un entorno que cuesta mucho dinero, con un sistema de becas que es imperfecto”. Así lo ve la socióloga María Fernández, para quien es fundamental aumentar los apoyos y mejorar el sistema de becas. No se trata solo de pagarlas antes y simplificar el acceso, sino también de eliminar los requisitos académicos para las becas. “Muchas personas que realmente necesitan la beca pueden perderla por este motivo cuando precisamente lo que necesitan es ayuda. Una cosa que no suele pensarse es que en la Universidad pública todos los estudiantes están recibiendo una ayuda. Un estudiante está pagando un tercio de la matrícula y dos tercios los está poniendo la Administración pública. No entiendo por qué a los becarios se les exige un rendimiento académico determinado cuando no se es tan estricto con el resto de estudiantes”, concluye.