Hunza G, los bañadores superventas que visten las Kardashian o Dua Lipa y que esconden una fórmula secreta
Georgiana Huddart rescató una emblemática marca de los ochenta para crear una propuesta de moda con filosofía de talla única. Las copias han hecho que la confección de su característico tejido arrugado sea prácticamente “un secreto de Estado”, como dice ella
De niña, Georgiana Huddart se fijaba en los bañadores de colores vivos que a menudo llevaba su madre. “Soy una de seis hermanos, mi madre estaba constantemente embarazada y tenía un bañador y un par de vestidos de la misma marca que se ponía mucho. Uno de los vestidos acabó en nuestras manos y vestía a uno de mis hermanos con él”, recuerda Huddart durante una videollamada en Londres, mientras ultima los preparativos para pasar el fin de semana en el festival de música de Glastonbury. Esa marca era Hunza, la misma que creó el minúsculo vestido que lleva Julia Roberts en Pretty Woman, y el que luce Whitney Houston en el vídeo I Wanna Dance with Somebody. Fundada por el británico Peter Meadows en 1984, sus prendas arrugadas fueron unas de las más reconocibles de la década de los ochenta, pero 10 años más tarde, los gustos cambiaron y la etiqueta cayó en el olvido.
“No volví a saber nada de la marca hasta que a los 19 años entré en una tienda de segunda mano de Berlín y vi un riel con unos ocho diseños vintage de Hunza: bikinis desparejados, faldas, vestidos, bañadores…. Me los llevé todos por unos 100 euros. Cada vez que me los ponía recibía comentarios sobre ellos. Así que empecé a comprar todo lo que encontraba en eBay, a la vez que reflexionaba sobre la moda de baño como categoría. Me di cuenta de que no había nada que fuera realmente inclusivo y que resultase fresco”, explica.
Esta londinense en su treintena estudió historia del arte y profesionalmente desempeñó varios roles relacionados con la moda. En 2015 se puso en contacto con Meadows y le propuso relanzar la empresa con ella misma como directora creativa y él como accionista. Una semana después, Hunza G (con la inicial de Georgiana añadida) empezaba su segunda vida. En estos nueve años de su nuevo capítulo, la marca se ha posicionado como superventas en el sector de moda de baño, y cuenta con Kim Kardashian, Dua Lipa, las hermanas Hadid, Hailey Bieber o Alexa Chung como algunas de sus clientas.
Según explica Huddart, el bañador se ve minúsculo en la percha, “casi de tamaño infantil”, por lo que puede llegar a producir inicial rechazo. Sin embargo, su forma tubular, sin costuras laterales, y tejido de nailon elástico de fabricación exclusiva, denominado Original Crinkle, se estira hasta adaptarse a diferentes tipos de cuerpos, abarcando de la talla 34 a la 44. “Estamos hablando de un tipo de producto que tiende a provocar vulnerabilidad y exposición. Si logramos que las mujeres estén cómodas en nuestros bañadores y les hagan sentir bien, entonces hemos hecho nuestro trabajo. Al final llevas el mismo modelo que Rihanna, pero también de alguien a la que no le interesa la moda. El diseño es inclusivo, comprar en nuestra web es una experiencia positiva y el precio no es desorbitado. Por eso funciona”. Su filosofía de talla única también hace que se reduzcan las devoluciones, el quebradero de cabeza de cualquier e-commerce de moda. Como empresa, intenta ser lo más sostenible posible, usando los restos de tela para confeccionar otros productos como coleteros y fundas para gafas, y evitando lanzar estilos que pronto resulten fechados. “Nuestro modelo más vendido es el mismo desde hace años”, argumenta la directora.
El otro secreto de estas prendas, tan bien guardado como la fórmula de la Coca-Cola, reside en la confección única de un tejido que se conserva desde los años ochenta. “Elaborarlo es un proceso complicado que se hace a la vieja usanza, con máquinas que hoy son muy difíciles de encontrar. No puedo dar demasiada información al respecto porque nos copian constantemente, pero nuestra tela es diferente y por eso mejor. Para poner en contexto, hemos intentado usar un par de nuevos proveedores y, después de más de un año de formación, los resultados aún no son perfectos, así que no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana. La composición es como un secreto de Estado,” bromea la directora creativa.
La marca vende tantos bañadores como bikinis, pero ha impulsado la creciente popularidad del bañador de una pieza. Huddart señala que estamos en un momento en el que ya no se toma tanto el sol y, por tanto, no importa taparse más; por otra parte, prima lo funcional y muchas clientas usan el bañador como prenda de calle, combinado como si fuera una camiseta de tirantes o un body. Recientemente, se ha ampliado la oferta a camisas y pareos, y están previstas otras colaboraciones y nuevas categorías para la marca, de las que Huddart evita dar excesivos detalles por miedo a que se los pisen. Una nueva colección para mujeres que se han sometido a una mastectomía también se comercializará como una oferta permanente de la web.
Actualmente, Hunza G cuenta con 30 empleados y oficinas centrales en el Soho londinense. Está previsto que la plantilla se amplíe hasta los 45 en el próximo año, coincidiendo con la potencial apertura de una tienda física de carácter permanente, ya que actualmente solo existen dos establecimientos temporales en Londres y Los Ángeles. Pero entre los planes de Huddart, madre de dos hijos de dos y cuatro años, no se incluye un crecimiento excesivamente rápido, ni entrar en el ciclo frenético de la industria. “Me siento afortunada porque recibimos comentarios positivos y no tenemos que competir en el espacio del lujo. No se pasa de moda y no hemos de sacar constantemente nuevas colecciones, ni tenemos que organizar desfiles”, razona. “El ritmo actual de la moda me parece una auténtica locura.”