El terrazo vuelve a casa: ventajas inadvertidas de un viejo conocido
Un material especialmente popular, pero poco valorado, reivindica su papel protagonista entre las tendencias de interiorismo actuales. Resistente, accesible y de origen reciclado, el terrazo vuelve para brillar con luz propia en pisos y espacios de diseño
“¿Fantástico o terrible?”, se preguntaba el pasado enero la revista de inspiración para interiores Dwell en su perfil de Instagram. “El terrazo continúa apareciendo en lugares nuevos e inesperados. Pero, ¿es su resurgir es (y disculpadnos por esto) fantástico o terrible?”. A continuación, invitaba a sus seguidores a comentar la posición que mantenían respecto a la tendencia que rescata este clásico material de construcción como un recurso de interiorismo con potencial en la actualidad, desatando así una curiosa conversación....
“¿Fantástico o terrible?”, se preguntaba el pasado enero la revista de inspiración para interiores Dwell en su perfil de Instagram. “El terrazo continúa apareciendo en lugares nuevos e inesperados. Pero, ¿es su resurgir es (y disculpadnos por esto) fantástico o terrible?”. A continuación, invitaba a sus seguidores a comentar la posición que mantenían respecto a la tendencia que rescata este clásico material de construcción como un recurso de interiorismo con potencial en la actualidad, desatando así una curiosa conversación.
En un contexto en el que algunos materiales pétreos como el mármol rosa o el ónice vuelven a estar en el radar de los diseñadores de interiores, sorprende y alivia también encontrar alternativas más accesibles, como el terrazo, emergiendo de nuevo entre las texturas de actualidad. Un buen ejemplo de sus posibilidades llevado al terreno estético actual es el piso de 55 metros cuadrados en el que habita, junto a su pareja y su mascota, el arquitecto Anthony Authie, fundador de Zyva Studio, en Bagnolet, cerca de París. En este apartamento, el terrazo gris conquista el suelo y se expande incluso por algunas de las paredes para cristalizar un efecto perseguido: generar un telón de fondo neutro sobre el que destaquen poderosas pero dosificadas pinceladas de color en forma de muebles especiales y piezas de arte cargadas de carácter.
Al abrir las puertas a la revista Architectural Digest, Authie hablaba de la planificación detrás de este diseño en el que las piezas seleccionadas y los detalles en colores primarios brillan sobre ese lienzo grisáceo, constituido expresamente para ello. Es un uso muy particular bajo una meta estética nítidamente definida, pero lo cierto es que el terrazo no constituye ninguna novedad, sino que es, de hecho, todo un viejo conocido. Su superficie moteada lo hace extremadamente reconocible. Un material de ayer y de hoy cuyo bajo coste le proporcionó ubicuidad, entre otros lugares, en el contexto de las barriadas obreras y los edificios de protección oficial en España.
De origen reciclado y parte de la historia del urbanismo social
Al terrazo se le suelen aplicar términos como sostenible o ecofriendly, esto se debe a su cualidad de ser producto de una mezcla de muchos materiales reciclados. Desechos o excedentes que pueden ir de “restos de mármoles a astillas de vidrio reciclado y cemento”, informa en su página web el fabricante de terrazo Klein & Co. “Se hace con los desechos de materiales resultantes de otros proyectos. Estas pequeñas partículas se combinan para crear los diseños únicos de terrazo que vemos, sin dejar ningún desperdicio”.
David García-Asenjo Llana es arquitecto, docente y autor de Manifiesto arquitectónico paso a paso, un ensayo editado por Libros.com que concede una mirada paciente a la arquitectura madrileña, en un paseo que se detiene barrio por barrio en la verticalidad de sus iglesias. “[El terrazo] se ha puesto de moda últimamente porque con las resinas y los medios de fabricación modernos puedes obtener una amplia gama de colores”, asegura. Cuenta a EL PAÍS que esto se puede observar en las encimeras de piedras artificiales como las de Silestone, “un tipo de terrazo con grano minúsculo”. El regreso de un material que también atribuye el arquitecto a la condición cíclica de las tendencias. “Durante un tiempo nos pudimos hartar de las baldosas hidráulicas y de sus imitaciones, de los azulejos o baldosas cerámicas que imitan la madera, y ahora se lleva el terrazo. También han empezado a fabricar imitaciones de terrazos en cerámica, con la que se puede replicar casi cualquier acabado”.
García-Asenjo explica las ventajas técnicas que dieron popularidad a un material compuesto de restos de piedra y elementos aglomerados con cemento o resinas: “Tiene la ventaja de que no necesita un tratamiento muy grande como puedan necesitarlo otros materiales, es el caso de los cerámicos. No hace falta un horno para fabricarlo, y así se ahorra energía, aunque sí se necesita espacio para que las piezas sequen bien”. El arquitecto destaca su versatilidad, “con la misma técnica podemos tener acabados muy básicos y baratos. Si el terrazo está pensado para interiores, se pule. Pero si va en exteriores se deja algo de textura para que no sea resbaladizo. Confeccionado con restos más o menos grandes, es barato y por eso durante mucho tiempo ha estado en los pisos de protección oficial o en las viviendas sociales”.
Ventajas inesperadas
Pero este sospechoso habitual que es el terrazo sí trae algunas novedades bajo el brazo en esta nueva vida que le ha concedido el foco de las tendencias. Puede ser la oportunidad para reparar en todas las ventajas que presenta y que antes pasaban desapercibidas. La calidad a bajo coste es una de las más atractivas, también las posibilidades de personalización que encierra. “El terrazo puede llegar a ser un producto de mucha calidad”, esgrime García-Asenjo. “Si lo haces con restos muy pequeños de mármol en los que puedes controlar bien el color de las piezas y su acabado, es un material de gran calidad para viviendas y otros espacios. Al hacerlo en baldosas es conveniente tener mucho cuidado para que las juntas queden bien. Pero se puede hacer en la propia obra. Aunque es más caro, y requiere de una mano de obra más cualificada, el acabado es muy bueno y duradero. En la Escuela de Arquitectura de Madrid hay un terrazo estupendo en los vestíbulos que lleva allí más de 80 años.”
Resulta que su bajo mantenimiento es otra de las grandes bazas del terrazo. Es muy resistente, difícil de desgastar y, para cuando se da el caso, tiene fácil reparación. “Si se deteriora se puede volver a pulir”, cuenta el arquitecto. “Además, como es irregular, si una pieza se rompe la puedes cambiar por otra más o menos similar. No es como otros suelos cerámicos o de gres que tienen un acabado más uniforme entre piezas o que siguen un dibujo”.
Volviendo a su condición de material relativamente sostenible, más allá de su origen reciclado, presenta otras cualidades que lo hacen interesante en términos de huella ecológica. Por ejemplo, es un material que puede contribuir a mantener la temperatura de una estancia, atenuando la necesidad de recurrir a encender el aire acondicionado. “Como casi todos los materiales pétreos es fresco y conserva un tacto frío que lo hace cómodo en verano”, cuenta el arquitecto. “Tiene una buena inercia térmica, lo que quiere decir que hace que tarde en enfriarse o calentarse. Esto es bueno para algunos tipos de calefacción o de climatización, porque aguanta bien el calor o el frío. Si lo combinas con un suelo radiante, tanto con agua caliente para calefacción como agua fría para climatización, mantendrá la temperatura y hará que el gasto en energía sea menor.”
Puede que esta sea una de esas ocasiones en las que el bucle de las tendencias sorprende, poniendo el acento y devolviendo la atención a un material que siempre estuvo allí, y en el que tal vez no se había reparado lo suficiente.