Revive la violencia ultra

Muerte a los pies del estadio

El asesinato de un hincha del Dépor en un reyerta cerca del Calderón ensombreció el fútbol español

Un ruido sordo. Petardos. Luces incandescentes. Gritos de odio rompiendo la melodía de los pájaros matutinos. En aquel domingo 30 de noviembre, los vecinos de la zona de Madrid Río se despiertan con los ojos desorbitados por el espectáculo horroroso que se está produciendo bajo sus ventanas. Unos doscientos hinchas radicales del Atlético de Madrid (los del Frente Atlético) y del Deportivo (Riazor Blues), mayoritariamente y con ideologías políticas contrarias, se enzarzan con una violencia sin precedentes, bufandas rojiblancas y azules atadas en el cuello, y puños americanos y bates de béisbol en las manos. La violencia golpea de pleno al fútbol español, y sólo son las 8.40 de la mañana.

El enfrentamiento es terrible y durará hasta una hora. Una hora en la que llueven bengalas y petardos, señalando el inicio de la batalla campal, antes de que empiece realmente el cuerpo a cuerpo a orillas del Manzanares, bando contra bando. "De repente empezaron a pegarse palizas brutales y empezó a caer gente al río. Ha sido horroroso", atestiguó entonces una señora que trataba de aparcar su vehículo cuando se desató la reyerta. "Volaban mesas y sillas mientras los chavales estaban a palos con bates", relata un vecino de la zona. El dueño de uno de los restaurantes afectados confiesa que le quitaron botellas y mobiliario de su negocio.

Los aficionados gallegos, en minoría, huyen en estampida. Pero varios se quedan atrás. A las 8.52, según la grabación de un videoaficionado, una docena de radicales rojiblancos lanzan por encima de la barandilla a uno de los rezagados, que logra salir a nado del río tras caer desde cinco metros de altura. Otros componentes del mismo grupo repiten la maniobra un minuto más tarde con Francisco Javier Romero Taboada, un ultra coruñés que resiste segundos agarrado al pasamanos. Recibe golpes y palos en todo el cuerpo hasta que se suelte. Desde el agua suplica socorro durante una media hora larga intentando mantenerse a flote y trepar por la pared, según un taxista que presenció la escena. Romero Taboada sucumbe minutos después en la ambulancia del Samur. La autopsia revelará que la causa probable de su muerte es un traumatismo craneoencefálico y el estallido del bazo provocados por una barra de hierro. Tenía 43 años, estaba casado y tenía dos hijos.

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía llegan en el lugar de la pelea multitudinaria en unos 15 minutos, alertados por agentes de Movilidad presentes en la zona. Las antidisturbios proceden a detenciones a la carrera, añadiendo más confusión a la escena. La batalla deja un primer parte de 10 heridos, tres por arma blanca, 21 detenidos, 30 personas identificadas y multitud de puntos de sutura. Y un muerto. El partido liguero entre el Atlético de Madrid y el Dépor, enlutado por el fallecimiento del seguidor gallego, se disputa con normalidad a la hora prevista (12.00) pese a las peticiones de la Liga de suspender el encuentro. Jorge Pérez, secretario general de la Federación Española de Fútbol, declarará al día después que la RFEF mantuvo el duelo por motivos de seguridad ante el riesgo de añadir más pánico al momento, mientras los hinchas de cada equipo ya habían tomado su sitio en las gradas del estadio Vicente Calderón.

"De repente empezaron a pegarse palizas brutales y empezó a caer gente al río. Ha sido horroroso", relató un testigo

La noticia de la reyerta mortal despierta una oleada de rechazo a la violencia en los estadios de media España, mientras se disputan por la tarde los otros partidos de la trigésima jornada de Liga. Jimmy es el decimotercer aficionado en perder la vida como consecuencia de la violencia derivada del fútbol español. La segunda víctima mortal del Frente Atlético, tras Aitor Zabaleta, apuñalado en 1998 también en los aledaños del Calderón por ser hincha de la Real Sociedad.

La peña atlética se encuentra rápidamente en el punto de mira de los investigadores, encabezados por la policía y la Comisión Nacional Antiviolencia del Deporte. El martes 2 de diciembre, Miguel Ángel Gil Marín, el consejero delegado del Atlético, anuncia la disolución de la peña ultra y su expulsión con efecto inmediato de las gradas del Calderón. Se trata de la primera medida contundente que apunta erradicar a los violentos de los estadios de fútbol españoles. Otras fueron presentadas por Javier Tebas, presidente de la Liga, el día 4: los clubes españoles que no rompan con los seguidores ultras se arriesgarán a perder puntos e incluso la categoría, señala la nueva normativa. Los dos coordinadores de seguridad de Deportivo y Atlético son destituidos al día siguiente por Francisco Martínez, el secretario de Estado de Seguridad, por su imprecisión sobre el viaje de las peñas gallegas hacia Madrid y el cómo consiguieron obtener las entradas.

Quince días más tarde, la Operación Neptuno permite identificar a los tres presuntos autores del asesinato, todos pertenecientes al Frente Atlético, tras una redada policial de dos días que se salda con 59 detenidos en Madrid y en A Coruña. El juez manda a los tres sospechosos a prisión, acusados de homicidio. La Operación Neptuno sigue abierta, por lo que no se descartan nuevas detenciones. La Comisión Antiviolencia anuncia el día 18 que va a solicitar a todos los clubes de Primera y Segunda División que, en el plazo máximo diez días, remitan sus respectivos libros de registro de aficionados. Está previsto que se apruebe una batería de medidas que pretenden erradicar una vez por todas la lacra de la violencia en el fútbol español.