Si la historia de Eugenio te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo
A las 17:30 se apaga el Amazonas para millones de personas. Emilia tose y respira mal. Tiene 9 años y una sinusitis sin tratar que le condiciona la vida. Todos los días, cuando el sol se pone, Emilia se despide de su familia y se marcha a casa de sus tíos para no ahogarse con los gases del queroseno que quema su padre al iluminar la cabaña. Allí hay un pequeño generador eléctrico que encienden dos horas al día y le permite hacer los deberes, ayudar a preparar la cena o jugar sola sin tener que tragar carbonilla.
A pesar de todo, Emilia es afortunada. Vive cerca de Breves, un pequeño municipio del estado brasileño de Pará, allí donde las calles son de agua, los autobuses son grandes botes de gasóil y la electricidad es un lujo al alcance de muy pocos. Más de siete millones de personas de seis países que viven en la cuenca del Amazonas no tienen acceso a energía asequible, segura, sostenible y moderna. Emilia es una de ellas.
Un día de otoño de 2018, Emilia se acercó a ver con quién charlaba su madre en el pequeño embarcadero que hace de recibidor de su casa. Allí las visitas siempre son noticia. Un joven extranjero de piel muy blanca, alto, vestido con ropa de explorador y con una gran mochila roja a la espalda hablaba sin parar mientras se pasaba un extraño cubo amarillo de mano a mano. Ella movía la cabeza para acoplarse a la conversación desde esa altura donde los niños intentan comprender el mundo: “Con esto podemos solucionar los problemas de su hija y ya no tendrá que pasar las noches fuera de casa”, alcanzó a oír. En ese momento, la cara de Emilia se iluminó con toda la luz que le había faltado durante su infancia.
Aquel pequeño cubo amarillo que iba a permitir a Emilia empezar a encender su vida era una sencilla lámpara solar, sin mantenimiento, capaz de transformar ocho horas de sol en en otras tantas de luz y mucho más barata, segura y fácil de amortizar que las de queroseno. El hombre que traía 40 unidades de aquella maravilla para otras tantas familias era Eugenio García-Calderón (Madrid, 1994), el ingeniero español, fundador de Light Humanity, que se encontraba en la zona aterrizando uno de los proyectos de su recién creada empresa social: “Nunca olvidaré aquella sonrisa de Emilia”, cuenta.
Cuatro años antes
Eugenio camina por una carretera en un pueblecito perdido a las afueras de Malmö, Suecia. Lleva 14 horas intentando hacer autostop con un amigo francés al que acompaña mientras rueda un documental por los países nórdicos. Se hace de noche, todos les ignoran, nadie les recoge. Muy cansados, deciden tirarse a dormir a la cuneta mientras oyen pasar los coches. Hace frío: “Aquello me removió bastante. Con 21 años empecé a empatizar con toda esa gente que necesita ayuda y la ignoramos. Nosotros estábamos jugando en una burbuja de la que podíamos salir, pero al volver a mi vida me di cuenta de que hay mucha gente atrapada”.
Tan solo unos meses después, Eugenio decide volver a mimetizarse con personas encadenadas a sus carencias. Un viaje de 60 días en autostop y desconectado de la red eléctrica desde el sur de la Patagonia hasta Bolivia, pasando por Perú y Argentina. Una experiencia catártica en la que incluso llegó a trabajar codo a codo con los mineros del Potosí y que le pondría en la pista sobre cómo la pobreza energética y el cambio climático marcan las mayores desigualdades sociales del planeta: “Al final, una de cada siete personas no tiene acceso a la red eléctrica. Están condenadas a utilizar combustibles fósiles y a encender hogueras o a vivir en la más absoluta oscuridad”.
Aquel niño curioso que cortaba el techo de los coches de juguete en el taller de su padre para hacerlos descapotables, el aprendiz de ingeniero que desmontaba el Scalextric para descifrar sus secretos o el máster en Energías Renovables que fabricaría sus primeras lámparas solares con viejas baterías de móviles decidía abrirse en canal y experimentar la necesidad en primera persona para intentar encontrar un sentido social a su existencia.
Y lo encontró. Los viajes de aventura controlada y compartida en Instagram también sirven para modelar un espíritu crítico y solidario. Eugenio volvió de Latinoamérica con un propósito social y personal de trabajar por la divulgación y por el activismo energético, sin abandonar nunca su lado más aventurero. Su último desafío en esa carrera de aprendizajes empíricos fue construir, en 2018, una bicicleta solar y recorrer 4.000 km por España divulgando la necesidad de cambiar el modelo energético hacia energías más limpias y, como en pasados viajes, sin olvidar nunca a los más desprotegidos: “En España hay un tipo de pobreza energética diferente. Tú tienes acceso a la red eléctrica, le das a un interruptor y se enciende la luz, pero muchas veces no tienes capacidad de pagar la factura a final de mes”.
Pero estos aprendizajes basados solo en experiencias y emociones te llevan a callejones sin salida. Light Humanity, la empresa que fundó entonces para luchar contra las desigualdades, nació sin un modelo eficaz: “Empezamos con la donación de lámparas a diferentes familias, pero luego nos dimos cuenta de que era mejor crear un mercado, generar una transición energética real donde la gente pudiese, en vez de comprar gasolina, pagar mes a mes una lámpara solar”... con unos microcréditos que al final las hacen mucho más baratas. Para financiar este programa y ser más pedagógicos ha creado una conexión consciente entre Europa y el Amazonas. Si compras en la web de Light Humanity un Solar Cube o un Solar Panel para tus excursiones de fin de semana, financias otra unidad. De tal manera que se ahorra la quema de 156 litros de combustible al año y se favorece el tejido sociolaboral necesario para generar un consumo racional en el Amazonas, como la tienda de Tatiana en Breves, que vende casi 200 lámparas al mes. Eugenio cuenta orgulloso que ya han entregado 3.500 lámparas en siete países del mundo, unas 15.000 nuevas vidas encendidas, como la de Emilia.
Marzo de 2020
Eugenio tose, respira mal y ha perdido el olfato por culpa del coronavirus. Está bien, pero cuenta por teléfono que un sentimiento de desánimo e incertidumbre le ha atrapado durante estos días iguales. El destino le ha situado a la altura de los más débiles y lo que más le ha motivado es sentir esa necesidad de llevar algo de luz donde más amenazan las sombras.
Por eso, ya está en camino un contenedor con 7.500 lámparas solares de Light Humanity para distribuir por la ribera del Amazonas. Todo el stock disponible de la tienda online, listo para entregar con prioridad a la población más vulnerable al maldito virus. Lo harán desde barcos y con megáfonos para evitar riesgos de contagio con las familias y van a aplazar las cuotas y pagos de las compras: “Incluso en las situaciones más críticas hemos aprendido que no es aconsejable hacer donaciones que generen inestabilidad y desconfianza”. Para asumir ese coste de financiación pide ayuda a cualquiera que pueda aportar, porque "todos tenemos la capacidad de cambiar el mundo con cosas pequeñas y al cambiar la vida de una persona, cambias el mundo", nos recuerda.
Escucha la historia
Contenido adaptado del vídeo de Eugenio
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MÁS INFORMACIÓN
3.900 millones de personas sufren pobreza energética. Al no tener electricidad utilizan combustibles fósiles. Eugenio García-Calderón, fundador de Light Humanity, ha encontrado una solución sostenible a este problema.
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Soy ingeniero energético. Durante la Universidad me hice un viaje desconectado de la red eléctrica.
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Y ahí fue cuando realmente vi situaciones de desigualdad.
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También de cambio climático, de pobreza energética.
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Y fue ahí cuando surgió el pedaleo solar.
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Crear una bicicleta solar con la que dar la vuelta a España con el objetivo de divulgar una transición energética donde dejemos de utilizar combustibles fósiles y utilicemos una energía solar.
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La idea era… ese panel que tenía en la bicicleta, poder hacerlo en pequeñito y poder poner una batería y una luz led.
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Light Humanity es una empresa social cuyo objetivo es dar soluciones de energía solar que permitan combatir tanto la pobreza energética como el cambio climático.
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Lo que queríamos era conectar Europa con el Amazonas.
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Por cada compra de uno de nuestros productos de Light Humanity estás financiando una lámpara solar para una familia que vive sin acceso a la electricidad en el Amazonas.
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Siento que es lo que tengo que hacer.
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Esas ganas de intentar cambiar algunas cosas que veía que eran injustas.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.