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ESPECIAL PUBLICIDAD

25 niñas que fueron felices en el Bernabéu y no eran holandesas

Mastercard elige niñas para acompañar la salida de los futbolistas de la Champions en la semana de la mujer

Olga Bru, con varias de las niñas a la entrada del estadio minutos antes de despedirse.
Olga Bru, con varias de las niñas a la entrada del estadio minutos antes de despedirse.

Cuando los vídeomarcadores del Santiago Bernabéu mostraron la imagen del túnel de vestuarios, a minutos del comienzo del partido, brotó un pequeño revuelo entre un grupo de padres en el segundo anfiteatro. Porque allí, en la imagen, estaban sus hijas: niñas con auténtica fiebre por el fútbol que, gracias a una iniciativa de Mastercard para apoyar el día internacional de la mujer, saltaron este martes al césped de la mano de los jugadores del Real Madrid y el Ajax de Ámsterdam. Mientras más de 80.000 personas coreaban el himno de la Champions, ellos se agitaban buscando sus teléfonos móviles, apuntando con ellos al campo, para no perderse el momento y guardar la instantánea de sus hijas para siempre.

Porque, lo saben esas 25 niñas y también sus padres, el fútbol es eso: afición, pasión. Una emoción universal y sin género.

Las niñas saltan al campo en el encuentro entre el Real Madrid y el Ajax de Ámsterdam del pasado martes.
Las niñas saltan al campo en el encuentro entre el Real Madrid y el Ajax de Ámsterdam del pasado martes.

Olga Bru dice que la devoción que su hija profesa por el fútbol es anterior a su nacimiento mismo, se le grabó en el vientre materno. Su marido odia el fútbol. Era julio de 2010. Toda la gente que conocía se había marchado de vacaciones. “Quería ver la final del Mundial con ambiente, así que saqué patatas, cerveza (sin alcohol) y me enfundé una camiseta de la Roja, talla XL, para que me cupiera mi tripa de recta final de la gestación. Grité y lloré cuando por fin marcó Iniesta”, cuenta Bru.

Su hija Laura juega, como antes su hermano mayor, al que Olga acompañaba en cada partido. Normalmente, era la única madre animando. “Les llevaba café al resto de padres y me decían: ‘cómo se nota que vosotras estáis acostumbradas a cuidar’; a lo que yo respondía: ‘De eso nada, aquí todos somos iguales, mañana traed vosotros otra cosa”. Bru asegura que a su hijo, cuando equipos femeninos le han endosado una buena goleada, jamás le ha oído un comentario discriminatorio, solo que eran mejores, que tenían que entrenar más: “El machismo se lo contagiamos los adultos”.

Varios padres haciéndose fotos con el estadio todavía vacío, mientras sus hijas se preparaban ya en los vestuarios.
Varios padres haciéndose fotos con el estadio todavía vacío, mientras sus hijas se preparaban ya en los vestuarios.

Raquel Cuenca, otra madre, conversa con Bru sobre los agravios que todavía perciben en el deporte femenino en un pasillo en las tripas del Bernabéu, aguardando a que empiece el partido. “Mi hija Sara juega de portera y, si nota que tiran a puerta más flojito por ser ella una chica, se enfada”. Cuenca dice que hasta hace poco no sabía nada de fútbol, apenas sus más básicas reglas, y que la pasión de su hija la ha ido arrastrando también a ella.

Para Noelia Bercedo es la primera vez en un estadio de fútbol. Tampoco su padre, Fernando, había pisado un campo desde 1985, cuando lo hizo del brazo de su propio progenitor. “Agradezco mucho la oportunidad que esta acción de Mastercard me brinda porque, igual que mi padre hizo conmigo, ahora soy yo quien vengo con ella, como una tradición familiar más; la afición al fútbol, a cualquier deporte, no distingue entre hombres y mujeres”.

Laura Jiménez lleva tres años seguidos visitando el Bernabéu al menos una vez al año: durante la celebración del título de campeones de Champions que allí hacía el Madrid, su club del alma. Tiene siete años y juega de delantera en un equipo en el que el resto son chicos de su colegio. “Cuando les conté que iba a dar la mano a los jugadores y a estar en el césped les dio envidia y me dijeron: ‘¡Qué suerte!”. Su primo de catorce años fue canterano del Real Madrid y ahora juega en las categorías inferiores del Rayo Vallecano. Los partidos, siempre que pueden ambas, los ve con su madre, Gemma Alguacil.

Las niñas junto a los jugadores del Real Madrid.
Las niñas junto a los jugadores del Real Madrid.

Lucía Gómez, de ocho años, también juega de atacante, aunque ella en el CD Avance, un equipo de Alcalá de Henares que compite en una liga de niños. Dice que empezó a jugar con su prima mayor, aunque su padre apenas es capaz de recordar una edad en la que no anduviera ya con la pelota entre los pies. Su padre, Javier Gómez, por cierto, es culé, y le ha salido una hija muy merengue. “Hoy, que gane el Madrid”, declara Gómez: “Por supuesto va por delante la felicidad de mi hija que mi barcelonismo”.

Para Laura Orgaz el fútbol y el Madrid —ambos van de la mano— son las tardes viendo los partidos con su abuelo Justo y con sus hermanos: es la mediana de tres, y los otros dos son chicos. En verano hizo el tour por el Bernabéu con su abuelo, vestuarios, museo lleno de trofeos, así que cuando supo que saltaría al césped de la mano de un jugador para este partido fue corriendo a contárselo. A él y a sus compañeros de clase, ante los que en realidad presumió de otra cosa: “¡Voy a salir por la tele!”.

A Pedro Gil le entusiasma la afición de sus hijas al fútbol, la mayor, Alba, y también la pequeña, Carla, la agraciada con la posibilidad de mirar alrededor y apreciar un Bernabéu engalanado desde el mismísimo círculo central. Suelen ver fraternalmente los partidos y a él le sirve para inculcarles unos valores que entiende intrínsecos a este deporte: “Disciplina, respeto. Comentamos las jugadas polémicas siempre: ¿fue falta? Hay que ser honesto, ni engañar ni enfadarse”, explica Gil.

Las niñas en compañía de los jugadores del Ajax de Ámsterdam.
Las niñas en compañía de los jugadores del Ajax de Ámsterdam.

Entre una mayoría de entusiastas del Madrid se esconden también varias niñas aficionadas del club vecino, del Atlético de Madrid. Carlos Molina, periodista, dice que su hija es mucho más rojiblanca aún que él, y en la puerta 44 del Santiago Bernabéu, poco antes de tener que despedirse, una rumbo a los vestuarios y el otro a la grada, bromean ambos sobre su estatus de infiltrados, llenos en realidad de ilusión por lo que está a punto de ocurrir.

Cuando se silencia el himno de la Champions, cientos de disparos con las cámaras fotográficas de sus móviles después, los padres comienzan a relajarse y a preguntarse unos a otros: “¿Con qué jugador iba tu hija?, ¿del Real Madrid o del Ajax?”. No transcurre más de un cuarto de hora antes de que las protagonistas aparezcan y tomen asiento a su lado. Se abrazan y, entonces, juntos, se disponen a ver un partido de fútbol. Su pasión compartida.

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