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El jurado declara culpables por unanimidad a los tres acusados por el triple crimen de Chiloeches

El veredicto no estima la atenuante de drogadicción esgrimida por las defensas

El jurado popular ha emitido un veredicto unánime de culpabilidad contra los tres acusados de asesinar a un matrimonio y a su hija en Chiloeches (Guadalajara) el 13 de abril de 2024. Los amigos idearon un robo que acabó en el triple crimen y concentraron su defensa en el juicio en su estado de drogadicción, pero esta atenuante no ha sido estimada el jurado. Los hechos ocurrieron en una vivienda de la urbanización Medina Azahara, en la que vivían Ángel Villar y Elvira Fernández, de 52 y 53 años, su hija Laura, y su hijo menor Yeray, de 22, que logró escapar por una ventana. El matrimonio y la hija mayor fueron brutalmente asesinados por Fernando Peña, de 26 años y autor material confeso, con una bayoneta de casi 40 centímetros que portaba y abandonó en el lugar.

Fernando Peña es el principal acusado. Y sus presuntos cómplices son sus compañeros “de fiesta”, los primos David Moreno Álvarez y Cristian Borja Moreno, de 27 y 25 años. El jurado considera a Peña culpable de robo con violencia, de tres asesinatos y de daños por el incendio, ya que prendió fuego a la vivienda para tratar de borrar sus huellas. A Moreno, culpable como cómplice de robo con violencia, con el atenuante de confesión, ya que fue el primero en acudir a la Guardia Civil y contar lo sucedido. Y a Cristian, pareja de Laura en el momento de lo hechos y presunto facilitador de información acerca de lo que los padres de su novia tenían en su casa, cooperador de robo con violencia, sin atenuantes.

Los tres pertenecen a la llamada “mafia de Pioz”, un pueblo de Guadalajara de 5.200 habitantes, a 14 kilómetros de Chiloeches. Una suerte de turba de jóvenes agitados desde la adolescencia por un consumo frenético de drogas y con afición a las artes marciales. Peña, apodado El Pelirrojo y nieto de un exalcalde del pueblo, ejercía de líder del grupo con un amplio historial de antecedentes por robos con fuerza, estafas, conducción sin carnet, desobediencia, resistencia... David, que vivía con sus abuelos, sin oficio ni beneficio y que había sido tratado por su adicción a las drogas, era uno de sus acompañantes habituales en sus fechorías y altercados a cambio de drogas. Y Cristian, aunque en teoría no se drogaba, y tiene reconocida una discapacidad del 61%, era “uña y carne” con su primo David, además de ser el novio de Laura, una de las tres víctimas. Los relatos de sus vidas en la sala han puesto de relieve ese desenfreno con las drogas que han tratado de convertir en su principal coartada de la mano de sus abogados pero que finalmente el jurado, tras escuchar a los peritos, investigadores y testigos, no ha estimado.

El juicio ha quedado visto para sentencia.

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