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Una exposición de Junco congrega a otros tres de los mejores humoristas gráficos: El Roto, Peridis y Enrius

La inauguración de ‘Arquetipos’, la exposición de Manuel Junco que acoge por estos días el Ateneo de Madrid, se convirtió en un pase de lista de las artes gráficas españolas

Cuatro grandes del humor gráfico se han dado cita este lunes en el Ateneo de Madrid: Junco, Enrius, Peridis y El Roto. Trenzados entre ellos por relaciones profesionales y de amistad, acudían a la inauguración de la exposición Arquetipos, del primero, Manuel Álvarez Junco (Zamora, 1948), abierta en la docta casa del Paseo del Prado hasta el 17 de noviembre. Un día antes, concluirá también la exposición Seres mutantes: objetos encontrados, que muestra la propuesta zooartística de Enrique Cavestany, Enrius (Madrid, 1943). Tanto Andrés Rábago, El Roto, (Madrid, 1947), como José María González García, Peridis, (Frama, Cabezón de Liébana, 1941), exponen diariamente sus editoriales gráficos en viñetas del diario EL PAÍS, en el cual, tanto Enrius como Junco, colaboraron gráfica y literariamente durante décadas. Resultaba estimulante ver a los cuatro allí reunidos, hecho que invitaba a correlacionar sus respectivas obras sin que tal conexión implique jerarquía, dada la desenvoltura de cada uno de ellos en sus particulares ámbitos expresivos.

La propuesta de Junco se despliega en un alto muro y dos plantas de la sala de exposiciones ateneísta, todo ello esmaltado por una colección selecta de sus mejores dibujos, algunos de los cuales han sido portadas de revistas tan cosmopolitas como Time o Newsweek. Surgen siempre signados por un trazo seguro y descriptivo, donde las torsiones objetuales, con elaborado diseño, se ajustan al axioma puro del mejor humor. Es el mismo que, que en su expresión oral, disloca el sonido del sentido de las palabras y en su expresión gráfica, magistralmente explícita aquí en la obra de Junco, escindiría el significante, manifiesto en el dibujo, y el significado, cristalizado en el mensaje humorístico, estético o meramente caprichoso.

En su obra aquí expuesta, Junco resalta por su pulcritud plástica, por la pureza lineal y por la finura de su humor que, mediante las mencionadas torsiones, consigue acariciar el ánimo de los veedores con el agudo estilete de la inteligencia, una de cuyas formas supremas, como los cuatro grandes saben, es precisamente el humor. Claro que, el proceso de ideación que conduce hasta cada una de sus obras implica una laboriosa hechura en la cual consuma Junco el tránsito desde el oficio, es decir, la artesanía, hasta el arte, esa culminación casi mágica que es capaz de transformar, organizadamente, la cantidad de trazos en calidad conceptual, en esa continua actualidad de la belleza, que suele cristalizar en el aura de la que diera probada noticia Walter Benjamin.

Hay en la obra de Junco un profundo conocimiento de la pintura figurativa, de cuyo saber extrae los mimbres sobre los cuales se sujeta su propuesta: destellos de Van Gogh, Mondrian, Matisse, incluso los mejores flamencos, emergen en alguno de sus trazos, brindados al público sin arrogancia pero mostrando un magisterio evidente e impecable. Recorrer esta exposición genera en quien la visita una serenidad saludable que permite reconciliarse con la vida cotidiana, tan crispada por la prisa, el ruido y la ignorancia.

Estas tres lacras combate, por su parte y con desenvoltura, Enrius en la exposición Seres mutantes: objetos encontrados, exhibida desde el 4 de junio hasta el 16 de noviembre en el Museo Municipal de Arte Contemporáneo, adquiriente y depositario de su celebrada serie Madrid Marítimo, una propuesta onírica prologada por otro de los grandes del humor gráfico, el desaparecido Máximo San Juan, Máximo. En ella retrataba Enrius una ciudad bellamente inundada por las aguas de un mar madrileño tan irreal como añorado por estos lares. Enrique Cavestany ha elaborado su actual exposición con objetos de la vida cotidiana hallados en descuideros, desde un tenedor de madera hasta una navaja de Albacete, más palillos de dientes, latas de conservas, hilaturas rizadas, con todo lo cual construye una prodigiosa fauna de aves voladoras o sedentarias a las que solo les falta piar para fundirse con la realidad propiamente avícola.

Vivifica así, con nuevas e ingeniosas apariencias, ristras de objetos desechables, rescatadas de su mera objetualidad para cobrar una significación capaz de despertar no solo la sonrisa, incluso la carcajada de quien las contempla sino, además, la profunda sorpresa que produce un ingenio tan exuberante como el que su autor exhibe en esta memorable exposición, mostrada previamente al público francés en la sala René Capitant, de la Municipalidad de París, en la primavera de 2023. Rasgos del surrealismo afloran en esta colección zoológica de Enrius, familiarizado figurativamente con paisajes oníricos de la infrarrealidad.

Precisamente, uno de los más grandes artistas navegantes por la infrarrealidad, pintor acreditado como Junco y Enrius, y asistente a la exposición inaugurada el lunes en el Ateneo, lo es Andrés Rábago, hoy, El Roto, que ayer firmaba con el seudónimo de OPS, en revistas como Triunfo o Hermano Lobo ―con los inolvidables Jaume Perich, Chumuy Chúmez y Forges, entre otros―. Rábago esmalta diariamente su viñeta en la página editorial de El PAIS. Concibe cada uno de sus dibujos como si escribiera un diario, eso sí, estratificado por capas de conocimiento y de distinta intelección, cuyo desciframiento por parte del lector permite acceder a la perplejidad que despierta su talento, cimentado en la reflexión más honda y en la fluidez para hacerla aflorar al exterior.

La cotidianeidad política y social es precisamente el escenario sobre el que Peridis, también presente en la inauguración de la exposición de Junco en el Ateneo, vierte a diario en el periódico de la calle de Miguel Yuste su ingenio, que confiere a su trazo la condición y la cualidad de convertirlo en uno de los mejores caricaturistas de la escena española. Su propuesta se interpreta como signada por un deseo de humanizar la inhumanizada vida política del país mediante un intento diario por desbastar tantas aristas, fricciones y conflictos como los que la caracterizan. En sus dibujos emerge el pundonor estético del arquitecto y la sociabilidad del erudito.

Grata es, pues, la coincidencia de estos cuatro grandes del humor gráfico, capaces de gratificar a madrileños y visitantes, dos de ellos con sendas exposiciones en el Ateneo y en el Museo Municipal, y los otros dos, a diario, con sus celebradas viñetas.

Arquetipos. Dibujos y cuadros de Manuel Junco: Ateneo de Madrid. Prado, 21. Hasta el 17 de noviembre.

Seres mutantes: objetos encontrados, de Enrique Cavestany: Conde Duque, 9. Hasta el 16 de noviembre.

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