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Terror a que un hostal ilegal se te caiga encima otra vez: seis meses después, el negocio sigue funcionando sin licencia

Nadie vive ahora bajo ese piso turístico de 10 habitaciones y 10 baños con una orden de cese de actividad que el Ayuntamiento no ha llegado a ejecutar

Jesús Nebreda (Madrid, 38 años) salvó su vida por estar en su habitación y no en el salón de su casa. El domingo 20 de abril le despertó un fuerte estruendo a las seis de la mañana. Lo primero que vio fue una nube de polvo en suspensión y cuando llegó a la sala de estar, comprobó que se había desplomado parte del hostal ilegal (o piso turístico, a efectos prácticos) situado encima de su vivienda, aplastando todo lo que tenía debajo. “Esa semana había estado en ese salón con mis amigos. Pensé que podían estar muertos”, cuenta. El edificio entero, ubicado en el número 18 de la cuesta de Santo Domingo ―en pleno centro de Madrid― fue desalojado en cuestión de minutos. El hostal tiene 10 habitaciones, 10 baños, ninguna licencia de actividad válida y una orden de cese de 2024 que el Ayuntamiento de Madrid nunca ha llegado a ejecutar. Desde el área municipal de Urbanismo alegan que “lleva un procedimiento que aún está en curso” y que “falta estudiar las alegaciones presentadas por el interesado, ordenar mediante resolución el cese, comprobar con policía su incumplimiento e iniciar medidas de ejecución forzosa”.

Los vecinos en pijama hablaban con la policía a las puertas del bloque. Las chicas de un club de estriptis a la altura del bajo salieron corriendo semidesnudas calle arriba. Todo el mundo estaba allí, menos el propietario del quinto, el hostal sin licencia que se desplomó sobre el salón de Nebreda, que no apareció en ningún momento. Seis meses más tarde, el colapso de otro bloque que se cobró cuatro vidas en la calle de las Hileras, a 300 metros de ese lugar, recuerda a los vecinos la proximidad de la tragedia. El alojamiento turístico que hay en el edificio no ha dejado de funcionar en ningún momento.

Medio año después de la orden de cese que el Ayuntamiento nunca ha llegado a ejecutar, los vecinos siguen viendo a gente con maletas entrar y salir de esa vivienda como si nada hubiera ocurrido. EL PAÍS ha podido comprobar que las habitaciones siguen ofertadas en Booking, la más barata por 103 euros la noche. Mientras tanto, Nebreda se ha mudado de manera provisional por miedo a no tener la misma suerte si el incidente se repite en otra habitación. “Es una de las cosas más fuertes que me han pasado. Estuve ido durante toda la semana”, relata.

Más Madrid reprocha al Ayuntamiento que no esté haciendo nada para terminar con ese hostal. Piden que la Policía vaya allí y lo precinte, que lo cierre definitivamente. Hasta hoy el propietario no ha recibido ni una sola sanción por no cumplir las órdenes de cese de los inspectores municipales. “Si el Ayuntamiento hubiera actuado a tiempo, parte del hostel no se hubiera derrumbado el pasado abril sobre la casa de otro vecino”, reprocha el portavoz en funciones del grupo, Eduardo Rubiño.

Para que avance el proceso, el concejal ha presentado un escrito este lunes ante la Agencia de Actividades en el que exige que actúe de una vez por todas contra ese hostal que ocupa toda la quinta planta para “devolver la habitabilidad a las viviendas afectadas por su actividad”.

La orden de cese contra el hostal la emitió el Ayuntamiento de Madrid el 24 de junio de 2024 y la empresa que lo gestiona presentó un recurso de reposición que suspendía el efecto de la orden hasta ser resuelto. La situación permaneció así hasta 10 días después de que el suelo del alojamiento colapsara sobre la vivienda del cuarto piso casi un año después, el 20 de abril de 2025. El Consistorio entonces desestimó el recurso y el propietario del negocio hizo la misma jugada a través del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 9 de Madrid. De ese modo pudo seguir operando hasta el pasado 4 de septiembre, que el juez desestimó las medidas cautelares. Desde entonces, está plenamente obligado a cesar su actividad.

En el salón de la casa donde vivía Nebreda ahora no hay nada más que una alfombra amarilla enrollada y nueve puntales de obra a modo de pilares que los bomberos colocaron para evitar que el piso superior siguiera cayéndose. Lo enseña su madre, María Ángeles Galíndez (de Madrid, 70 años), que nació en el primer piso de ese mismo edificio y que compró la vivienda del cuarto derecha hace 45 años. Allí nacieron Jesús Nebreda y sus dos hermanas. “Nosotros hemos podido ayudar a Jesús, pero esto te pasa y no tienes dónde ir y qué haces”, se pregunta Galíndez.

La empresa que gestiona ese hostal se llama Hispano Hostelería y Restauración, aunque su nombre comercial es CH Hoteles. Tienen otros dos hostales de características similares en el centro de Madrid, uno en la calle de la Espada, 6 y otro en Campomanes, 6.

El administrador de la sociedad, Christian Alberto González Herráiz, se ha negado a hacer declaraciones sobre por qué no ha cumplido con la disposición impuesta por el Consistorio. Ha defendido que “el derrumbe no tiene nada que ver con la orden de cierre” y que “se está tratando a través de una orden de ejecución del Ayuntamiento que pesa sobre la comunidad de vecinos”.

“Según indicó Policía Municipal, se trata de un hostal ilegal”, escriben los bomberos municipales en el atestado que redactaron el día del incidente. El informe de los peritos del Ayuntamiento de Madrid apunta como una de las causas del derrumbamiento a “una importante sobrecarga de peso en el forjado de la planta quinta [el alojamiento turístico] donde se ha ejecutado un recrecido de unos 15 centímetros”.

Los expertos municipales también recogen que las vigas de madera entre la quinta y la cuarta planta estaban en “avanzado estado de pudrición”. Nebreda culpa de ello a las obras que han hecho en el hostal que tiene encima. En su casa han aparecido humedades en otros puntos y lo considera como una señal de peligro. Su hermana, Diana Nebreda (de Madrid, 43 años), señala que en el edificio “no ha habido fugas de agua importantes hasta que el hostal ha montado el entramado de 10 cuartos de baño y suelo radiante en un edificio antiguo con vigas de madera”.

El caso de Nebreda es quizás uno de los ejemplos más extremos de una situación cada vez más común. A finales de 2024, en Madrid había más de 15.200 pisos turísticos operando de manera ilegal. Es decir, que nueve de cada 10 casas que se encuentran en plataformas como Booking o Airbnb no tienen licencia para funcionar. El dato es solo una estimación hecha por el Ministerio de Consumo, pero la cifra exacta se desconoce por la dificultad de localizar viviendas que operan al margen de la ley.

Frente a esa cifra, el Ayuntamiento de Madrid solo impuso 92 sanciones a lo largo del año pasado a los apartamentos vacacionales que actuaban sin la licencia que les habilita para ello. En ese momento solo había 1.131 viviendas de este tipo en funcionamiento, con el visto bueno de los inspectores municipales y, por tanto, con todas las garantías de seguridad. María Ángeles Galíndez cree que cuando se habla de la cuestión de los pisos turísticos en las grandes ciudades se comete el error de solo abordar el asunto desde la perspectiva de la gentrificación, pero a ella pudo salirle especialmente caro. “La seguridad [para los huéspedes y para los vecinos] es la parte olvidada del problema”, señala.

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