El poder de un e-mail: así intervino Ayuso para que el alcalde de Alpedrete repusiera las placas de Francisco Rabal y Asunción Balaguer
El Ayuntamiento del municipio madrileño volvió a colgar las planchas el jueves, casi un mes después de que Teresa Rabal lograra con un correo que la presidenta forzara una rectificación
Es lunes 13 de mayo, y Teresa Rabal está a punto de comer. “Reventada” como está, necesita un respiro tras dos semanas de protestas para lograr que el Ayuntamiento de Alpedrete, gobernado por el PP y Vox, reponga el nombre de sus padres, Francisco Rabal y Asunción Balaguer, en una plaza y un centro cultural, respectivamente. Entonces, suena el teléfono. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabe...
Es lunes 13 de mayo, y Teresa Rabal está a punto de comer. “Reventada” como está, necesita un respiro tras dos semanas de protestas para lograr que el Ayuntamiento de Alpedrete, gobernado por el PP y Vox, reponga el nombre de sus padres, Francisco Rabal y Asunción Balaguer, en una plaza y un centro cultural, respectivamente. Entonces, suena el teléfono. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, está al otro lado de la línea. Y parece indignada. Unos minutos después, Juan Rodríguez, el regidor conservador de este pueblo de 15.312 habitantes, siente lo mismo que un peso pluma frente a un peso pesado: queda noqueado porque Ayuso publica un tuit recriminándole su decisión. Game over. Fin de la partida. Rodríguez, que lleva semanas sin atender las peticiones públicas y privadas de que dé marcha atrás, rectifica.
Su autoenmienda, piensa la familia Rabal Balaguer, afecta a toda España: el recuerdo de las protestas, dicen, quedará como advertencia para el siguiente político que se plantee hacer algo similar. Su victoria empieza con un email, y no se cristaliza hasta este mismo jueves 6 de junio, cuando las dos placas vuelven a ocupar un lugar de honor en los muros de Alpedrete.
“Estimada Isabel”, escribe Teresa Rabal a las 14.57 del 24 de abril, y con Ayuso como destinataria. “Hoy me entero de que el Ayuntamiento de Alpedrete quiere quitar la plaza de Francisco Rabal con escultura incluida y la casa de cultura que lleva el nombre de mi madre [Asunción Balaguer]”, expone sobre el proyecto de rebautizar el primer lugar como plaza de España, con su correspondiente bandera, y el segundo como La Cantera.
“Me parece una falta de respeto enorme, ya que hay infinidad de calles, casas de cultura, teatros por toda España que, independientemente del color político, jamás han tocado nada, ya que es por un valor cultural”, argumenta. “Estoy muy preocupada, mañana tengo una cita con el alcalde, pero debía comunicártelo, ya que si esto sucede va a ser un escándalo nacional”, advierte. Y remata con una posdata, por si había dudas: “El alcalde es de vuestro partido [el PP]”.
A Rodríguez se le acumulan pronto las razones para desistir de su proyecto. Algunas son políticas: empieza a recibir llamadas y mensajes de los principales dirigentes del PP de Madrid, que le reclaman una solución. Otras son estadísticas: Rabal se presenta en su despacho el día 25 y le deja unos documentos que resumen quiénes son en España Francisco Rabal y Asunción Balaguer.
El contenido es abrumador. En ellos se reflejan, negro sobre blanco, y una detrás de otra, las calles o plazas con el nombre de Paco Rabal que hay en 33 municipios de siete comunidades autónomas; las dos calles y dos plazas Asunción Balaguer que hay en dos regiones; las decenas de teatros, cines, filmotecas, casas de cultura o certámenes bautizados en honor de alguno de ellos... ¡Y justo van a perder los del pueblo en el que vivieron!
“Es un acto enmarcado dentro del revanchismo y el revisionismo histórico en el que está empeñada la ultraderecha”, acaban por lamentar los hermanos Teresa y Benito Rabal, que logran movilizar a los vecinos del pueblo, al mundo de la cultura, y especialmente al del cine... sin que los políticos hagan nada.
“Y yo toda la semana pensando: Ayuso no me ha contestado”, recuerda Rabal. El 9 de mayo suena su teléfono, pero no es la presidenta de Madrid: la llama el presidente de Murcia, Fernando López-Miras (PP), según confirma el gabinete del político, que sigue la polémica porque Rabal nació en Águilas. “A ver si quedamos y vemos qué hacemos con lo de tu padre”, recuerda Rabal la conversación.
El día 11, cientos de personas se concentran en Alpedrete al son de un mismo grito, “¡Paco y Asunción, de este pueblo son!”, y con el apoyo de un manifiesto que firman, según sus promotores, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Miguel Ríos, Luis García Montero, Pepe Viyuela, Lolita, Benjamín Prado, Javier Cámara, Juan Echanove o Aitana Sánchez Gijón, además de ministros y políticos de izquierdas. Y el 13, por fin, bingo: Ayuso llama.
“Ayuso estaba indignada”, resume Rabal la conversación, que el equipo de la presidenta ni confirma ni desmiente. “Decía que esto no podía ser. Que el alcalde estaba encabezonado. Que le había pedido que diera marcha atrás y le había dado de límite hasta la tarde del lunes”, continúa. “También, que estaba harta de presiones de Vox”, añade sobre el socio de gobierno del PP en Alpedrete. “Le dije, Isabel, lo agradezco, pero lo tienes que hacer público. Fue colgar y lanzó el tuit”.
En el mensaje en X, Ayuso se declara “en contra” de lo decidido en Alpedrete, y recuerda que ha pedido rectificar “tamaño error”. Y remata: “Ni censura, ni borrado, ni sectarismo ideológico. La cultura tiene que ser libre y plural”.
Pasados cinco días, el alcalde solo quiere olvidar cuanto antes la polémica. “Ese tema ya está resuelto y rectificado”, escribe en un mensaje enviado a este diario para explicar su negativa a mantener una conversación sobre el tema. “Hemos corregido [la decisión] para intentar volver a la normalidad cuanto antes”. “Él sostenía que era un tema local”, resume una fuente de la máxima confianza de Ayuso para explicar que Rodríguez tardara tanto en dar su brazo a torcer.
Su cambio de postura viene acompañado de un hecho insólito: ni el PP ni Vox se hacen responsables de haber propuesto el cambio de nombres. Es el mejor resumen del desgaste político provocado por la polémica, que no acaba de cerrarse hasta este mismo jueves, cuando las placas vuelven a colgar en lugares destacados de Alpedrete. Como dice Teresa Rabal: “Esto es un punto y aparte para que cuando quieran quitar algo relacionado con la cultura [en otro lugar] se lo piensen varias veces y que se vea que uniéndose todo el mundo se llega a una situación muy buena”.
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