In memoriam de Tomás Goméz Gascón

Puede que sin su trabajo, la especialidad de médico de familia no existiría hoy ni tendría el reconocimiento que se merece

Tomás Gómez Gascón.
Jose Luis Quintana Gómez Alberto López García-Franco

Que la vida iba en serio ya lo empezamos a comprender hace años, como el poeta Gil de Biedma, a fuerza de llevarnos la vida por delante. Que la muerte no hace distingos, lo aprendemos cada día entre el quebranto y la impotencia. Tomás Gómez Gascón, que falleció en Madrid el miércoles, era una de esas personas que la muerte debería haber respetado.

Tienen las revoluciones sus “tempos” y Tomás, como tantos, la inició en los ochenta con la fe y el compromiso durante la histórica Conferencia Internacional de la Organización Mundial de la salud de Alma Ata: Salud Para todos en el año 2000, c...

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Que la vida iba en serio ya lo empezamos a comprender hace años, como el poeta Gil de Biedma, a fuerza de llevarnos la vida por delante. Que la muerte no hace distingos, lo aprendemos cada día entre el quebranto y la impotencia. Tomás Gómez Gascón, que falleció en Madrid el miércoles, era una de esas personas que la muerte debería haber respetado.

Tienen las revoluciones sus “tempos” y Tomás, como tantos, la inició en los ochenta con la fe y el compromiso durante la histórica Conferencia Internacional de la Organización Mundial de la salud de Alma Ata: Salud Para todos en el año 2000, celebrada en la actual Kazajistán. Se hizo médico de familia con un número de MIR que le hubiese posibilitado coger cualquier especialidad de moda, y con la sombra alargada de un “Alma Ata” utópica en sus objetivos y realista en sus estrategias: potenciar la atención primaria. De su beligerancia en el empeño de dignificar la función del médico de familia frente a otras especialidades hospitalarias, dan cuenta sus numerosas publicaciones y su labor cotidiana.

Gracias a personas como Tomás, la atención primaria ha conseguido el reconocimiento que se merece, aunque a veces los políticos no acierten a entenderlo. De su reconocido magisterio dan cuenta los residentes que formó y que ahora demuestran su competencia. Ejerció, además, la presidencia de la Comisión Nacional de la especialidad con el objetivo de dotarla de las herramientas para realizar el abordaje biopsicosocial necesario para atender a los pacientes. De su compromiso con la medicina de familia nos habla su adscripción a una incipiente Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Puede ser que sin Tomás y sin semFYC no existiese nuestra especialidad. Como decía la doctora Barbara Starfield, la atención primaria no solo es un nivel asistencial, sino una estrategia para lograr un mayor nivel de salud de la población y una menor inequidad.

Fue vicepresidente de semFYC desde 1987 a 1993 en unos momentos en los que, como en la novela de Gabriel García Márquez, el mundo de la primaria era tan nuevo que los objetos había que señalarlos con el dedo porque no tenían nombre. Su papel ha sido tan relevante que en esa sociedad, cuando alguien comenta “Tomás dice que…”, no hace falta preguntar qué Tomás. Hemos compartido con él la presidencia de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria. Él fue el primer presidente en 1987, en una sociedad muy balbuceante, pero que desde el principio apuntó maneras con muchas luchas en despachos y en la calle. Tomás ha sido un referente, no solo para los médicos de familia, sino también para gestores y economistas en ciencias de la salud, por su defensa de la sanidad pública y su encendido afán de situar al paciente en el centro.

-Sí, Tomás, si hubiese una tecnología que demostrase una disminución de la mortalidad de un 30%, como ha demostrado el tener al mismo médico de familia durante al menos 15 años, sería titular en todos los medios de comunicación.

-Sí, Tomás, ya sabemos que lo nuestro no es de grandes titulares, pero sin nosotros el Sistema Nacional de Salud se quebraría.

Ahora nos toca no quebrarnos ante tu ausencia. Nos toca seguir defendiendo la atención primaria, algo más solos, rotos por una pena que nos atenaza que solo es superada por nuestra gratitud.

Alberto López García-Franco y Jose Luis Quintana Gómez. Médicos de Familia y expresidentes de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (SoMaMFyC)

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