Manual de no aburrimiento para un mes de julio en Madrid

El Bless hotel Madrid, La iglesia Patólica y Vinology son tres ejemplos de que se puede escapar de la rutina del verano

Las camas balinesas de la azotea del Bless Hotel.

Intercambio. Por esta época, Madrid se llena de turistas y los dueños y trabajadores de los locales que se lo pueden permitir intentan escapar unos días de la ciudad. El resultado de este ir y venir de gente es que, paradójicamente, tratando de huir de la rutina del verano, más de uno termina creándose una segunda rutina, la estival, algo más ligera laboralmente que la primera, pero no por ello menos tediosa y repetitiva. Se impone, por tanto, la necesidad...

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Intercambio. Por esta época, Madrid se llena de turistas y los dueños y trabajadores de los locales que se lo pueden permitir intentan escapar unos días de la ciudad. El resultado de este ir y venir de gente es que, paradójicamente, tratando de huir de la rutina del verano, más de uno termina creándose una segunda rutina, la estival, algo más ligera laboralmente que la primera, pero no por ello menos tediosa y repetitiva. Se impone, por tanto, la necesidad de echarle imaginación a estos meses.

Si está usted ya cansado de pesadas siestas veraniegas con un polo en una mano, el mando a distancia en el otro y el Tour de Francia de fondo, he aquí tres planes muy diferentes para entender el verano de otra manera. Un día entero en la piscina del Bless hotel, una misa en la iglesia Patólica y una cata de vinos en Vinology pueden convertir un día cualquiera en una experiencia distinta. Además, uno puede aprovechar para colgar algún que otro vídeo en redes sociales con potencial de volverse viral. Ya saben: ninguna ocasión es mala para cosechar unos cuantos me gustas.

Un día de piscina, champán y jamón

Si Madrid es España dentro de España, el Bless hotel, ubicado en plena calle Velázquez, en el corazón del opulento distrito de Salamanca, cabe decir que no es Madrid dentro de Madrid. Porque lo primero que notará todo el que suba a su azotea es que allí se pierde la noción del espacio: uno podría estar Miami o Dubai y probablemente no notaría demasiada diferencia más allá de no poder disfrutar de la vista del edificio Torrespaña, que asoma tímido desde una de sus esquinas. En mitad del calor, su refrescante piscina, sus cómodas camas balinesas y su chill out de fondo invitan a olvidarlo todo menos el momento presente.

Azotea del Bless Hotel, en Madrid.

El hotel recomienda adquirir el Day Pass, que incluye acceso a la piscina todo el día, cama balinesa con toalla, botella de champán, seis ostras o plato de fruta y plato de jamón cinco jotas. El precio por dos personas de lunes a jueves es de 250 euros, y los fines de semana, 300 euros.

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El plan ideal es pasar el día en remojo, tomar el sol y comer en el restaurante de la azotea, llamado Picos Pardos. Además, esta cuenta con música en vivo y shows de magia entre semana. Los platos recomendados por el chef son los tacos de camarón, las croquetas de jamón, el tiradito de corvina y al menos alguna de sus carnes, con especial atención al solomillo con puré de patatas. También toca pedir sí o si la famosa tarta de queso de Alex Cordobés.

Una cata de vino con un maridaje a siete tiempos

Más de 30 personas se reúnen en un pequeño local a pocos metros del Retiro una tarde de verano. Su intención es beber vino y aprender de él. Pero no cualquier vino: quieren degustar el mejor vino español.

En Vinology (C. del Conde de Aranda, 11) hacen catas guiadas a cuatro manos en el restaurante. Durante más de dos horas, Pilar Oltra, sumiller y fundadora del negocio, explica de la mano de expertos en vino la importancia que tiene la uva en el país mientras los asistentes al taller van catando cada una de las seis copas que tienen enfrente. “España es el tercer país más rico en cuanto a variedad de uva”, empieza contando Oltra, que asegura que no hay suficientes días del año para probar todas las variedades de vino que existen.

Carta de vinos de la cata que ofrece Vinology.

Durante toda la experiencia, los clientes van aprendiendo de cada vino mientras degustan pequeñas tapas que acompañan a la perfección cada uno. ”El Aeronauta. Se combina con una tapa de sardinas salvajes de Galicia con aceite de oliva sobre pan de masa madre y mantequilla ahumada”, se puede leer en el folleto sobre la mesa.

El taller tiene un precio de 70 euros por persona e incluye un recorrido por la historia del vino español, en esta ocasión, junto a la primera mujer Master of Wine de España, Almudena Alberca. “Catamos siete vinos que nos harán entender por qué Almudena ha conseguido situarse entre las enólogas más interesantes del panorama nacional”, asegura Oltra.

Al terminar la cata se pueden comprar los vinos y algunos accesorios para que servirlos en casa sea más placentero. “En Vinology queremos crear un espacio para los productores locales de vino. También queremos poner en valor la riqueza que aporta el vino a nuestro país”.

Una misa dedicada al culto a los patos

En un edificio en Lavapiés se encuentra la Iglesia Patólica, un local que se ha hecho viral en redes sociales por hacer misas que rinden culto a los patos de goma.

Se ha vuelto tan popular que la gente ahora quiere celebrar allí sus bautizos, bodas y hasta sus funerales. “Mucha gente entra solo porque no puede creer que exista un lugar así en la mitad de Madrid. La gente se lo pasa muy bien”, asegura su fundador, el payaso, actor y cómico Leo Bassi.

Imagen del interior de la iglesia Patólica.

La capilla que se dedica a la adoración de los patos de goma fue inaugurada en el 2012 y realiza misa todos los domingos. Su dueño asegura que esta empezó como un chiste, y que su objetivo es que el público vaya y disfrute.

“En nombre del pato, del huevo y del espíritu santo”, reza Bassi a las afueras del Paticano antes de la misa. Su religión cuenta con su propio Papa, santuario, 10 mandamientos y, sobre todo, cientos de sagrados patos en un local pequeño que siempre está lleno los domingos y que, por la vía de la parodia, invita a reflexionar, más que en el propio concepto de la fe, en la necesidad de asumir como ciertos los dogmas que vienen impuestos por las altas jerarquías de religiones de toda índole. Entrar es gratis, pero conviene reservar.

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