Crónica | Una empresa antiokupación irrumpe en campaña colgando una lona gigante con una foto de Sánchez: “Tú, a Marruecos”

La empresa Desokupa, dedicada al desalojo forzoso y a amenazar a inquilinos morosos, coloca el cartel en la madrileña calle Atocha para hacer propaganda política y deslegitimar al actual Gobierno

Lona de Desokupa en la calle Atocha en Madrid. Foto: Jaime Villanueva (EL PAÍS) | Vídeo: EPV
Madrid -

Algunas fachadas de Madrid se han convertido en los últimos días en un escaparate ideológico. Las mismas calles que el fin de semana celebraban la diversidad, con la marcha más política del Orgullo LGTBI, se han teñido de nuevo de mensajes xenófobos. La semana pasada, Vox tuvo que retirar una lona que incitaba a la homofobia, al negacionismo climático y al machismo. Y este lunes, Desokupa, la empresa que hace caja con el desalojo forzoso y un discurso de antiinmigración y antipobreza, marca de la casa de la ultraderecha, ha colocado otra en la calle Atocha. Un cartel que venden como publicidad de una compañía, pero que envía un mensaje clave a unas semanas de las elecciones generales: un nuevo mensaje racista en el corazón de la capital. “Tú, a Marruecos”, le dicen a Pedro Sánchez, aunque se lo están diciendo a mucha otra gente.

El PSOE ha denunciado ante la Junta Electoral Central la nueva lona instalada en Madrid, y lo hará también por la vía penal. “Esperamos que estas prácticas de campaña sucia sean penalizadas por los ciudadanos y ciudadanas, y que sean condenadas por todos los partidos políticos. El odio no puede ser protagonista de la campaña electoral”, han señalado desde el partido.

Frente a la estación de metro de Antón Martín hay un tipo que ocupa un edificio completo, malencarado, vociferando, con la boca abierta como un león. Como si quisiera comerse a todo el que pase, pero sobre todo, al de la izquierda, que no es otro que el presidente del Gobierno. “Desokupa ¡a la Moncloa!”, reza el cartel. Por la cara de su líder, le faltan exclamaciones. A un lado, otra lona que da cuenta del presunto éxito de su empresa, coreada en programas matutinos en televisión, jaleada hasta simplificar el problema de la vivienda.

Datos como los del Sistema Estadístico de Criminalidad, que depende de Interior, desmontan el discurso alarmista sobre la okupación de viviendas: el número de estas infracciones penales registradas en España en 2022 fue de 16.726, un 3,2% menos que el año anterior, cuando esta cifra se había disparado hasta las 17.274, máximo histórico. Estas cifras incluyen tanto los casos de usurpaciones ―referidos a las entradas en pisos vacíos propiedad de bancos o fondos de inversión y que son la inmensa mayoría― como los allanamientos de morada ―en los que lo que se okupa es la vivienda habitual o la segunda residencia de particulares, que representan cifras residuales―.

Empresas como Desokupa y sus aliados de ultraderecha inflan la supuesta problemática que supone el segundo caso, los allanamientos de morada de particulares. La señora que va a comprar el pan, según la leyenda, y cuando vuelve se da cuenta de que en ese rato le han robado su casa. Las cifras que maneja la Fiscalía reflejan el carácter excepcional de este tipo de situaciones: en 2021 se habían presentado escritos de acusación en 83 procedimientos por este delito. En la misma línea, el Instituto Nacional de Estadística (INE) recoge que en 2021 hubo en España 230 condenas por allanamiento ―el dato incluye todas las modalidades de este delito, no solo la okupación―, lejos del pico de 2016, cuando fueron 357 casos. Este delito está penado con hasta dos años de cárcel.

Daniel Esteve muestra un puño en una foto subida a la web de Desokupa.

El señor que se desgañita en el cartel del centro de Madrid es Daniel Esteve, de 53 años. Este barcelonés nacido en 1970 fue boxeador, portero de discoteca y dueño de un negocio de cobro de morosos antes de fundar la empresa más mediática de las surgidas en España al calor de una falsa alarma social sobre allanamientos de morada. Y la lona de este lunes en Madrid es su enésima jugada.

Después de tensar la cuerda de la campaña electoral de las municipales y autonómicas en Cataluña alentando manifestaciones por las okupaciones en la Bonanova (Barcelona) —un conflicto artificial que arremetía contra unos okupas que llevaban más de siete años en dos casas propiedad de la Sareb, conocido como el banco malo— ha descargado su artillería en la capital. Es el líder de la empresa que hoy se publicita en Madrid, una compañía que cobra desde 3.000 euros por desalojo, pero se vende como un líder social.

Esteve empezó en los años noventa en el mundo de la seguridad del ocio nocturno. Ahí divisó por primera vez el fructífero negocio del cobro de deudas. Como desvela un reportaje de EL PAÍS que cita fuentes policiales que le han seguido la pista desde entonces, empezó en morososbcn.com, una web que era en sí misma una declaración de intenciones: “Cobros expeditivos, sin factura y dinero B”. Los Mossos lo investigaron y arrestaron en dos ocasiones hace más de una década, pero quedó en nada porque siempre actuó al límite de la ley, señala desde la investigación. Tras los dos traspiés con la policía catalana, en 2015 Esteve se abrió paso en un nicho de mercado derivado también del mundo de la seguridad: la desocupación de viviendas.

El líder de Desokupa, Daniel Esteve, frente a la lona desplegada en Atocha contra el presidente del Gobierno.Diego Radamés (Europa Press)

Las tácticas que entrenó entonces las aplica ahora. En un vídeo publicado por morososbcn.com se observaba a Esteve hace 25 años tundiendo a puñetazos sin guante a Dani el Bolo, otra persona del mundo del ocio nocturno de Barcelona. Esteve lo deja KO y lo patea ya en el suelo. Hasta ahora, la policía catalana ha abierto diligencias en 28 ocasiones contra Desokupa por amenazas, coacciones, daños, lesiones… delitos muy complicados de demostrar en los juzgados, sin que hasta el momento haya constancia de condenas contra la compañía.

Desokupa se estrelló en Madrid hace dos años. Fabricó un bulo contra una inquilina inmigrante marroquí que decía que había echado de su casa a una mujer de 89 años. A pesar de que Esteve supo que todo era mentira, no se detuvo. El acoso, los escraches y las amenazas e insultos a la joven —que había llegado a la capital para estudiar Filología Hispánica en un programa conjunto de la Complutense y la Sorbona de París y que pagaba por la habitación 400 euros al mes— le sirvieron para atizar el odio al inmigrante en sus redes, organizar manifestaciones y, de paso, hacer publicidad de su compañía.

De los ajustes de cuentas en la noche catalana ha pasado a reivindicarse como el máximo referente de “los españoles de bien”. En sus redes, que cuentan con casi 100.000 seguidores (maneja Instagram, Twitter y TikTok), ha celebrado el despliegue de su última performance. Nunca hasta ahora había tenido tanta visibilidad en las calles de Madrid. La nueva lona ha sido la lanzadera de una campaña de marketing: reparte cientos de camisetas con el logo de la empresa el mismo día que las pone a la venta en su web.

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