El protocolo de Madrid para paliar las olas de calor en los centros educativos: no estar bajo el sol o regar las plantas por la noche

Los directores de colegios e institutos se quejan de que el plan de la Administración regional incluye recomendaciones vagas y carece de una memoria económica para llevarlo a cabo

Varios niños se refrescan una de las zonas de Madrid Río el 19 de agosto de 2022, en plena ola de calor.Jaime Villanueva
Madrid -

Los casi 1.500 colegios e institutos públicos de la Comunidad de Madrid recibieron hace un par de semanas un documento titulado: “Plan de alerta y prevención frente a olas de calor”. Un escueto PDF de 11 páginas con el protocolo que deben seguir los centros para “disminuir los efectos en la salud [...] que puede provocar el aumento brusco de la temperatura ambiente”. La sorpresa del personal docente al leer el contenido del texto fue mayúscula: muchos de los puntos son mer...

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Los casi 1.500 colegios e institutos públicos de la Comunidad de Madrid recibieron hace un par de semanas un documento titulado: “Plan de alerta y prevención frente a olas de calor”. Un escueto PDF de 11 páginas con el protocolo que deben seguir los centros para “disminuir los efectos en la salud [...] que puede provocar el aumento brusco de la temperatura ambiente”. La sorpresa del personal docente al leer el contenido del texto fue mayúscula: muchos de los puntos son meras recomendaciones ―como “evitar la radiación solar directa” o “habilitar zonas de sombra”―y queda en manos de cada escuela establecer medidas de prevención concretas. Los directores de los centros denuncian que el plan es insuficiente, poco riguroso y que carece de una memoria económica para llevarlo a cabo.

“Más que medidas, son consejos y pautas de sentido común, para que los directores hagamos, por nuestra cuenta, lo que podamos. Una vez más, trabajo extra para los centros”, critica por teléfono Rosa Rocha, la nueva presidenta Adimad, la asociación que agrupa al 80% de los equipos directivos de los centros de secundaria de Madrid. Algunas de las recomendaciones, se queja, requieren una inversión de dinero de la que colegios e institutos carecen. Por ejemplo: disponer áreas de descanso, colocar cartelería para alertar de los riesgos o reforzar la protección con toldos y pantallas vinílicas, entre otros. “Eso los centros no lo pueden comprar. Vale, sí, bajamos las persianas. Pero, ¿los toldos o las zonas de sombra? Tendríamos que sacarlo del presupuesto para este curso”, añade Rocha.

En su centro estudian 800 alumnos, pero en otros de la región hay hasta 1.700 matriculados. “No podemos estar detrás de todos para que beban agua y que jueguen donde no da el sol. Además, no hay espacios de sombra para tal cantidad de niños y adolescentes”, critica Rocha. Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de CC OO de Madrid, señala que “gran cantidad de colegios e institutos públicos son antiguos o se encuentran desmantelados”, especialmente desde que el temporal Filomena arrasó con las pocas zonas de arbolado de las que disponían. “Este plan es un parche. No prevé una reforma de las instalaciones y deja a los directores con las manos atadas”, afea Galvín.

Otra de las medidas propuestas por la Comunidad de Madrid, bajo el título “riego nocturno”, dice así: “Durante la noche, se recomienda regar los solados de los espacios libres de parcela para rebajar la temperatura ambiente”. Galvín califica la propuesta de “ridícula y denigrante” para los equipos directivos de los centros. “¿Quién va a regar por las noches si no nos dotan de más personal?”, se pregunta Rocha, e indica que los directores cada vez asumen más funciones que no les competen. “Es demasiado, no somos expertos y no disponemos de tiempo para analizar la casuística del centro, elaborar propuestas y llevarlas a cabo”. Esto último es una crítica a uno de los apartados del plan, donde la comunidad propone un “guion” para que cada centro se encargue, por su cuenta, de redactar el análisis, las propuestas de acción y las actuaciones frente a una ola de calor.

“La Consejería de Educación se exime de su responsabilidad, aunque la ley [el Real Decreto 486/1997 de seguridad en los lugares de trabajo] dice que es la que tiene que organizar estas medidas. Lo delega a los directores y parece que lo que les está sugiriendo es que contraten una empresa externa para desarrollar el plan. No todos se lo pueden permitir”, censura Galvín.

A finales del pasado junio, la Inspección de Trabajo redactó un requerimiento para la Consejería de Educación de Madrid, tras varias denuncias remitidas por CC OO. En el texto, se recoge la visita del inspector a siete colegios e institutos de la región, para medir la temperatura en las instalaciones. Por ejemplo, en uno situado en Fuenlabrada, en el aula A de sexto de primaria se alcanzaron los 36 grados, y ninguna de las mediciones realizadas bajó de los 30 grados. El Real Decreto mencionado estipula que “la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17º C y 27 ºC”.

La inspección concluye que “la Administración competente” debe garantizar la seguridad y salud de sus trabajadores de los centros educativos en general y adoptar “las medidas técnicas y organizativas que resulten procedentes que permitan garantizar unas condiciones ambientales adecuadas”. Todo ello, a llevar a cabo desde la recepción de la propuesta, enviada el 27 de junio de 2022 a la Consejería de Educación, que a la publicación de esta información todavía no ha respondido a las preguntas de este periódico.

Según Galvín, todo esto se enmarca, además, en un contexto donde los centros están ahogados por los costes de la energía y la luz: “Este protocolo, que se supone que quiere cumplir los requerimientos de la inspección, es totalmente insuficiente. Lo lanzan porque el año pasado hubo golpes de calor en muchos centros educativos, pero llevamos más de cinco años exigiendo un protocolo concreto para olas de frío y calor”. Rocha advierte de que muchas de las tareas, como elaborar la cartelería o concienciar a los alumnos, recaerán sobre el profesorado. “Nos convertimos en delegados de prevención de riesgos laborales y en médicos, porque en muchos centros no hay enfermera y en caso de emergencia su recomendación es simplemente llamar al 112. Ya está bien”.

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