El caos de Bicimad acecha a Almeida, que echa la culpa de las bicicletas desaparecidas a los usuarios
Un 20% de los viajeros deja las bicicletas en la calle desde el 7 de marzo, día en que el servicio empezó a ser gratuito, según datos del Ayuntamiento de Madrid
Y al vigésimo día llegó la explicación oficial. El caos que acecha el sistema municipal de bicicletas de Madrid, conocido como Bicimad, tiene un culpable, según el Ayuntamiento de Madrid: los ciudadanos que usan las bicicletas. El área de Movilidad ha emitido una nota de prensa este lunes, 20 días después de que entrara en funcionamiento el nuevo servicio. Una convivencia que ha llevado a un agujero negro a todo un sistema de transportes. La posibilidad de utilizar una bicicleta es prácticamente nula. Apenas hay en las 74 estaciones de la capital de España. Una, dos. Cero. Milagro si hay tres ...
Y al vigésimo día llegó la explicación oficial. El caos que acecha el sistema municipal de bicicletas de Madrid, conocido como Bicimad, tiene un culpable, según el Ayuntamiento de Madrid: los ciudadanos que usan las bicicletas. El área de Movilidad ha emitido una nota de prensa este lunes, 20 días después de que entrara en funcionamiento el nuevo servicio. Una convivencia que ha llevado a un agujero negro a todo un sistema de transportes. La posibilidad de utilizar una bicicleta es prácticamente nula. Apenas hay en las 74 estaciones de la capital de España. Una, dos. Cero. Milagro si hay tres y funcionan, sobre todo por la zona centro.
Hasta el 7 de marzo, miles de madrileños utilizaban este servicio para moverse por la capital de España. Ese día, José Luis Martínez-Almeida anunció la entrada en vigor de un nuevo sistema, con bicicletas y estaciones nuevas, que convivirían con las antiguas, con el objetivo de llegar a los 21 distritos, cinco más que ahora. Una medida de estas características, que implica la sustitución total de las bicis nuevas por las viejas y el cambio de las estaciones antiguas por otras más modernas, debería conllevar el cierre del servicio durante, al menos, tres meses, explican fuentes municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento, con el horizonte electoral del 28 de mayo a la vuelta de la esquina, descartó esa opción desde el primer momento. Creía posible la convivencia de ambos sistemas. A cambio, ha ofrecido el servicio gratuito a todos los usuarios hasta el 31 de julio, con un coste de 1,7 millones de euros públicos. 20 días después de esta decisión, cientos de bicicletas han aparecido tiradas por las calles, parques y jardines. Solo en la primera semana desaparecieron 500, según un documento interno al que tuvo acceso EL PAÍS.
Este lunes, 20 días después de la puesta en marcha del nuevo servicio, el Ayuntamiento ha emitido una nota de prensa donde reconoce por primera vez que el sistema falla. Hasta ahora no había publicado ningún dato con respecto a las bicicletas desaparecidas, tampoco de quejas, pese a que en Twitter se contesta a una media de 10 reclamaciones a la hora. “Un 20% de los usos que se realizan en Bicimad con la actividad de gratuidad no son correctos”, explica el comunicado difundido este lunes. “Es decir, los usuarios utilizan las bicicletas sin cumplir la obligación de estacionarlas en base, abandonándolas en cualquier punto. Este hecho perjudica a los ciudadanos con la reducción de la disponibilidad de los vehículos en las estaciones y ocasiona un menoscabo a la empresa pública, que se ha visto obligada a realizar un despliegue de personal extraordinario para la recogida de las bicicletas”. A partir de este lunes, los usuarios que no terminen su viaje en una estación serán sancionados con un aviso de información. Si repite, se cobrará una multa de 5,30 euros. Si reincide por tercera vez, el sistema le suspenderá la cuenta. No hay previstas más sanciones, según fuentes municipales. Este lunes se han incorporado otras 150 bicicletas nuevas al sistema, que se suman a las 802 desplegadas desde el 7 de marzo.
Una tormenta perfecta a 60 días de las elecciones
La realidad es que el caos del sistema acecha a Almeida. Algunos concejales reconocen en privado que el sistema está fallando. De hecho, el jueves, durante la Junta de Gobierno, algunos preguntaron al edil de Movilidad y mano derecha de Almeida, Borja Carabante, qué estaba pasando realmente con Bicimad ante la avalancha de críticas. Carabante pidió tiempo y paciencia. El sistema ha entrado en una tormenta perfecta a menos de 60 días de las elecciones.
El nuevo sistema de Bicimad incluye una nueva aplicación para poder usarla y unas nuevas bicis, pero al mismo tiempo se siguen utilizando las viejas y la vieja aplicación. Desde el primer día, esa convivencia está generando caos e incertidumbre entre los usuarios, que han descendido en un 20% desde que Almeida está en el Ayuntamiento. Los últimos datos disponibles son de septiembre de 2022. El área de Movilidad lleva cinco meses sin publicar las cifras. ¿Por qué? “Ahora, Bicimad se opera bajo la modalidad de gestión directa y la Empresa Municipal de Transportes será la encargada de publicar los datos de su gestión, evaluando el lugar de su publicación, la periodicidad y el contenido de los mismos”, asegura una portavoz del área.
Hasta el 31 de julio se verán dos tipos de bicicletas públicas por las calles de Madrid: las nuevas, de color azul, y las viejas, blancas. En 20 días de convivencia, la gestión de ambas ha demostrado ser un caos, según los usuarios y los propios trabajadores de Bicimad. Y todo se debe, según apuntan todos, a la planificación del Ayuntamiento. Las nuevas bicicletas no se pueden cargar en las estaciones viejas, ni tampoco anclar para evitar robos. Y las viejas, lo mismo, pero en las estaciones nuevas.
A esto se suma que algunas de las nuevas estaciones que ya estaban instaladas y preparadas para funcionar han sido desmanteladas por la propia área de Movilidad, como la de la calle María Sevilla, al lado del metro de Las Musas. “Ha sido por un tema técnico”, cuenta una portavoz municipal. “Las nuevas estaciones nos permiten mucha flexibilidad para enfrentarnos a situaciones como esta”.
“Nosotros tenemos que llevarnos las [bicis] nuevas al almacén para poder cargarlas”, contaba un empleado a este periódico el martes. “Esto es un caos, literalmente”. ¿Y las bicicletas viejas? Lo mismo. Si un usuario utiliza una de las antiguas y la aparca en una estación nueva, tampoco se carga. Son los trabajadores los que acuden con baterías portátiles para cambiarlas y que el usuario disponga del servicio eléctrico en la bicicleta.
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