Primera semana del nuevo Bicimad de Almeida: 500 bicicletas desaparecidas, caos y cobros que son gratis
El nuevo sistema de bicicletas públicas de Madrid se inicia con quejas constantes entre los usuarios y de los propios trabajadores
José Luis Martínez-Almeida acudió hace una semana a una estación de bicicletas ubicada en el este de Madrid, casi al final de la calle de Alcalá. El equipo de Movilidad del Ayuntamiento optó por este rincón capitalino para inaugurar a bombo y platillo, y junto al alcalde, la renovación del sistema de bicicletas públicas, conocida como Bicimad, y anunciada hace unas semanas con un mensaje potentísimo para los madrileños ...
José Luis Martínez-Almeida acudió hace una semana a una estación de bicicletas ubicada en el este de Madrid, casi al final de la calle de Alcalá. El equipo de Movilidad del Ayuntamiento optó por este rincón capitalino para inaugurar a bombo y platillo, y junto al alcalde, la renovación del sistema de bicicletas públicas, conocida como Bicimad, y anunciada hace unas semanas con un mensaje potentísimo para los madrileños a menos de 80 días de las elecciones: todos los usuarios podrán utilizar el servicio de manera gratuita desde el 7 marzo y hasta el 31 de julio. Una medida sin precedentes. El coste de este anuncio es de 1,7 millones de euros, según fuentes municipales.
El inicio del nuevo sistema, junto a la boca del metro de Suanzes, no empezó con buen pie. Ni siquiera el alcalde de Madrid pudo sacar la bici de la nueva estación, ante la sorpresa de sus asesores, del equipo de Movilidad del Ayuntamiento y de los medios de comunicación. ¿Y siete días después? Mucho peor. Las quejas entre los usuarios son constantes, sobre todo en redes sociales, donde el propio perfil de Bicimad ha permanecido en silencio durante cuatro días, sin mensajes para todos los ciudadanos. La mayoría de los usuarios se quejan abiertamente de la nueva aplicación –que requiere de una migración para los antiguos usuarios que genera problemas desde el primer día— y de la incapacidad para usar el servicio correctamente, además de la demora en la atención telefónica para tratar de solucionar los inconvenientes, como el cobro por el uso de un servicio que es gratuito hasta el 31 de julio.
“No hay ninguna planificación”, cuenta por teléfono la portavoz de Movilidad de Más Madrid, Esther Gómez. “Es una sensación de improvisación total. Quieren llegar a las elecciones deprisa y corriendo”. Lo mismo opina el portavoz del PSOE, Ignacio Benito: “El primer día se puede entender que falle, pero esto dura una semana y es un caos. Lo raro es que funcione una bicicleta”.
¿Qué dice el Ayuntamiento? “Somos conscientes de que la integración de los sistemas ha ocasionado incidencias asociadas a la activación del servicio y estamos trabajando intensamente en resolverlas”, cuenta por teléfono una portavoz de Movilidad.
El problema no solo es externo. Según datos internos a los que ha accedido EL PAÍS, en los últimos siete días han desaparecido 500 bicicletas por la capital: 250 de las nuevas y 250 de las antiguas, tiradas por parques, portales, puentes, jardines. El Ayuntamiento niega esta cifra. Sin embargo, este periódico ha visto el documento donde se ve la cantidad de bicicletas.
“La aplicación nunca ha funcionado bien del todo”, cuenta por teléfono uno de los 144 trabajadores. “Estamos trabajando a ciegas. Nosotros teníamos una aplicación interna que nos decía en todo momento en qué estaciones faltaban bicicletas. Ahora, con el nuevo sistema, no. Ahora vamos a ciegas. Este domingo, por ejemplo, no nos funcionó en todo el día. Además, tampoco sabemos en qué estaciones faltan bicis. Por eso en muchas estaciones hay muchas bicis y en otras no hay ninguna. La aplicación del usuario, además, falla continuamente. Es un caos”. A esto se suma que algunas de las nuevas estaciones que ya estaban instaladas y preparadas para funcionar han sido desmanteladas por la propia área de Movilidad, como la de la calle María Sevilla, al lado del metro de Las Musas. “Ha sido por un tema técnico”, cuenta una portavoz municipal. “Las nuevas estaciones nos permiten mucha flexibilidad para enfrentarnos a situaciones como esta”.
Para comprender mejor la montaña rusa de este nuevo servicio conviene empezar desde el principio. El Ayuntamiento de Madrid sorprendió en marzo de 2022 con su gran apuesta de movilidad ciclista para este final de mandato. Una renovación total de la flota de bicicletas públicas. Con una promesa: no solo se usará en los distritos más cercanos al centro de la capital, sino que se ampliaría hasta los 21 de manera progresiva; seis más que ahora y ocho más que cuando Ana Botella inauguró el servicio de bicicletas eléctricas el 28 de junio de 2014.
Dos aplicaciones y un 20% menos de usuarios
Ahora, nueve años después, el PP ha virado por completo el sistema de bicicletas público. El nuevo sistema de Bicimad incluye una nueva aplicación para poder usarla y unas nuevas bicis, al mismo tiempo en el que se siguen utilizando las viejas bicis y la vieja aplicación. Una convivencia que, desde el primer día, está generando caos e incertidumbre entre los usuarios, que han descendido un 20% desde que Almeida está en el Ayuntamiento. Los últimos datos disponibles son de septiembre de 2022. El área de Movilidad lleva cinco meses sin publicar las cifras. ¿Por qué? “Ahora, Bicimad se opera bajo la modalidad de gestión directa y la Empresa Municipal de Transportes será la encargada de publicar los datos de su gestión, evaluando el lugar de su publicación, la periodicidad y el contenido de los mismos”, asegura una portavoz del área.
Desde el pasado martes, y hasta finales de julio, se verán dos tipos de bicicletas públicas por las calles de Madrid: las nuevas, de color azul; y las viejas, blancas. En siete días de convivencia la gestión de ambas está siendo un caos, según los usuarios y los propios trabajadores de Bicimad. Y todo se debe, según apuntan todos, a la planificación del Ayuntamiento. Las nuevas bicicletas no se pueden cargar en las estaciones viejas, ni tampoco anclar, para evitar robos. Y las viejas, lo mismo, pero en las estaciones nuevas.
“Nosotros tenemos que llevárnoslas las nuevas al almacén para poder cargarlas”, cuenta un empleado. “Esto es un caos, literalmente”. ¿Y las bicicletas viejas? Lo mismo. Si un usuario utiliza una de las antiguas y la aparca en una estación nueva, tampoco se carga. Son los trabajadores los que acuden con baterías portátiles para cambiarlas y que el usuario disponga del servicio eléctrico en la bicicleta.
A esto se suma que muchos usuarios, sobre todo los nuevos, no entienden bien el sistema de anclaje, dado que el Ayuntamiento tampoco ha hecho una gran campaña comunicativa en redes sociales y en medios para impulsar el nuevo servicio.
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