El alquiler imposible para una familia inmigrante en Madrid: de 4.385 habitaciones solo 90 admiten hijos y 9 por menos de 350 euros

Los elevados precios y los requisitos para acceder a un apartamento limitan las opciones de los migrantes, que se ven obligados a vivir en pisos compartidos donde rara vez aceptan a menores

Erika León, su marido y sus hijas, frente al centro de Villa de Vallecas, donde están alojados, el pasado 2 de enero.Santi Burgos

Erika León solo puede hablar por teléfono cuando sus hijas se quedan dormidas. Son gemelas, tienen un año y medio y durante el día las cuida sola. Su marido trabaja en una empresa de reparto, entra temprano y no sale hasta las ocho de la tarde. Los cuatro llegaron a Madrid desde Lima (Perú) a principios de diciembre, con algo de dinero ahorrado y la idea de alquilar un piso pequeño en cuanto consiguieran empleo. “Son caros y, ...

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Erika León solo puede hablar por teléfono cuando sus hijas se quedan dormidas. Son gemelas, tienen un año y medio y durante el día las cuida sola. Su marido trabaja en una empresa de reparto, entra temprano y no sale hasta las ocho de la tarde. Los cuatro llegaron a Madrid desde Lima (Perú) a principios de diciembre, con algo de dinero ahorrado y la idea de alquilar un piso pequeño en cuanto consiguieran empleo. “Son caros y, en muchos, te pedían las nóminas de varios meses o un contrato indefinido. La opción de conseguirlo se esfumó al 100%”, cuenta. Decidieron buscar una habitación. Son más baratas ―la media en España está en 350 euros al mes, según Idealista―, y los requisitos más laxos. Pero dieron con otro obstáculo: “No se aceptan niños”. Cuatro palabras presentes en la mayoría de los anuncios y portales inmobiliarios. Un nuevo muro contra el que chocan las familias inmigrantes que, como el caso de León, abandonan su país para darle un futuro mejor a sus hijos.

En Idealista se anunciaban este lunes 4.385 habitaciones en alquiler en la Comunidad de Madrid. Si el usuario seleccionaba el filtro “admite parejas”, el número se reducía a 400. Con el de “admite menores de edad”, a 240. Y si se pulsaban ambos, el resultado era aun más desalentador: apenas 90 habitaciones disponibles en toda la región y solo 9 de ellas costaban menos de 350 euros. “Estamos dispuestos a pagar más, pero mi esposo gana 900 euros al mes. En muchos sitios, cuando llega una pareja con un bebé o un niño, ya te quieren cobrar 500 o 600 euros por un cuarto. Antes de saber que tenías hijos costaba la mitad”, se queja León.

Por ahora, la familia duerme en un centro de acogida en el distrito de Villa de Vallecas, donde pueden permanecer hasta 30 días. “Vinimos con unos 3.500 euros ahorrados y ahora no nos queda prácticamente nada”, relata León. En cuestión de días han perdido más de la mitad del colchón económico con el que esperaban poder pagar un alquiler un poco más caro.

Les ha ocurrido lo que a muchos. Desesperados por encontrar un sitio donde vivir mientras buscan el piso definitivo, terminan siendo víctimas de engaños, perdiendo dinero o durmiendo en casas de menos de 50 metros cuadrados con personas desconocidas en su misma situación. León y su marido pagaron 2.500 euros ―1.250 de alquiler y la misma cantidad de fianza― por un apartamento que se anunciaba en un grupo de Facebook. En la red social hay decenas de ellos, muchos destinados a latinoamericanos, como Latinos en Madrid-Alquiler de pisos y habitaciones, con casi 8.000 miembros, o Alquiler y empleos solo latinos en Madrid, con 41.500. También en Telegram, donde los nombres son similares.

“El 23 de diciembre nos enseñaron la casa. Era grandecita. Pasamos allí la noche y al día siguiente supimos que era una estafa. Llegaron los dueños y nos dijeron que vivían ahí. Tuvimos que irnos”, relata León. Casi sin ahorros, comenzó su periplo para encontrar una habitación en la que aceptaran a una familia con dos hijas pequeñas: “Estoy metida en varios grupos y, cuando pregunto si aceptaban niños, casi siempre responden que no. Otros aceptan, pero siempre y cuando vayamos solo a dormir, porque, si no, el consumo [de luz] es muy alto, decían”.

Es el tipo de respuestas con las que se ha encontrado Margiolis Vargas, de 28 años y madre de dos niños, de 13 y 5 años. “Envío mensajes a los pisos compartidos donde aceptan parejas, explico que tengo un hijo, que no molesta, que va al colegio, y que intento que pase poco tiempo en casa. Da igual, me dicen que no”. Ella y su marido llegaron a Madrid desde Venezuela hace ocho meses, el hijo mayor se quedó en casa y al pequeño decidieron traerlo a España en octubre. Hasta ahora vivían los tres en una habitación en el barrio de El Carmen, en el distrito de Ciudad Lineal, por la que pagaban 400 euros al mes con los gastos incluidos. “Nos han mandado desocupar, porque la familia del dueño se viene a vivir. Andamos desesperados. Sí, hay habitaciones, claro, pero cuando uno habla de un niño se vuelve imposible”, cuenta Vargas.

Su marido trabaja en una empresa de reparto de muebles y cobra algo menos de 1.000 euros al mes. Ella tuvo que abandonar un empleo cuidando a personas mayores para atender a su hijo. “Hemos subido el presupuesto hasta los 500 euros y buscado por todos lados. Todos los días, de noche, de madrugada... Cómo le explico todo esto a un niño”, se lamenta. Esos 500 euros supondrían destinar el 50% de sus ingresos a la vivienda, en una comunidad autónoma en la que alquilar una habitación cada vez es más caro: 493 euros al mes de media en Madrid capital, 436 en Getafe o 413 en Villaviciosa de Odón, según el índice de precios de Fotocasa.

El apartamento donde se estaban quedando Vargas y su familia tiene tres habitaciones. En una vive su cuñada, en otra dos chicos a los que no conocían antes y en la tercera, ellos: “Tenemos una cama grande y un colchoncito en el suelo. Acomodo al niño en mi cama, conmigo, y mi pareja duerme en el piso”. Han intentado buscar un estudio o casa pequeña, pero no cumplen muchos de los requisitos ―por ejemplo, sus ahorros no alcanzan para pagar la fianza, el mes en curso y los honorarios a la inmobiliaria de golpe― o lo que encuentran es demasiado caro.

“Es como si nunca hubieran sido niños”

En Madrid, alquilar un estudio es un 72% más caro que una habitación y los precios de este tipo de viviendas se han encarecido un 11% en los últimos cinco años, según Idealista. La media en la capital está en los 775 euros mensuales, la más cara por detrás de Barcelona, donde cuesta unos 875 euros al mes. “Hemos pensado hasta en un hotel, ¿pero cuánto nos costaría eso? Solo quiero un sitio para dormir, donde salga. Lo único que pido es que haya un colegio cerca, para mi niño”, dice Vargas.

Otra de las páginas que más se anuncia en redes sociales como ayuda para encontrar piso es latinosgram.es, un blog destinado a latinoamericanos en el que se resuelven dudas sobre migración, trabajo o vivienda. También se ofertan pisos o habitaciones y los usuarios pueden colgar un anuncio en el que indican qué están buscando. Uno de los más recientes, publicado el 2 de enero, dice así: “Busco habitación para mi pareja y mi niña de 11 meses”. El apartado de alquiler de habitaciones es reciente, antes solo había uno para apartamentos completos.

“La cuestión es que buscan alquilar habitaciones en pisos compartidos, por lo que son los propios compañeros, o dueños del piso, los que se niegan a alquilar habitaciones a familias con niños. Una razón es la convivencia, pero también está la solvencia económica. Si alguien tiene dos cuartos vacíos y los alquila a dos personas con trabajo, la probabilidad de impago es menor”, explica uno de los fundadores de la web.

“Casi tienes que rogarles y pedirles que por favor te dejen meter al niño. Pero siempre es que no. No quieren saber nada de hijos, como si ellos nunca hubieran sido niños”, se queja Elia Rodríguez, peruana de 31 años. Es enfermera y tiene un hijo de cuatro años, con el que vive en Madrid desde hace un mes: “Para venir tuve que vender el coche. Lo hice porque la situación en mi país es crítica y quería buscarle un futuro al niño. Que estudie y pueda trabajar. Salir adelante”.

Ahora viven en una habitación en Getafe, por la que paga 350 euros al mes y duermen en la misma cama. Pero los ahorros con lo que llegaron se están acabando y no ha encontrado un empleo todavía. “El máximo que puedo pagar son unos 250 euros. He buscado trabajo de todo, pero es difícil que te admitan o te pagan lo mínimo”. Harta de buscar, ha tomado la decisión de mudarse al norte, a Ourense (Galicia), donde espera que los precios de pisos y habitaciones sean más bajos. En la provincia gallega el precio medio de un cuarto es de 200 euros, según Idealista. “Vinimos sin hacer daño a nadie y, por ser una madre con un niño, todo se complica”, dice Rodríguez.

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