Dejar el trabajo para viajar a España a robar en verano, un nuevo perfil de los ladrones de casas en Madrid
La capital se mantiene como una ciudad atractiva para las mafias que allanan las viviendas, pero este delito ha descendido con respecto a las cifras previas a la pandemia
Los cazadores de ladrones se empezaron a dar cuenta del cambio hace un tiempo. En los últimos golpes contra las mafias de robos en casas, había detenidos cada vez más mayores, pero sin antecedentes y dedicados a tareas más secundarias en las misiones delictivas. Los policías que persiguen a estas bandas preguntaron a los cabecillas quiénes eran estos nuevos reclutas. “Nos contaron que muchos son gente que en sus países tiene un trabajo normal pero con salarios bajos y decide unirse a estas bandas para dar unos cuantos g...
Los cazadores de ladrones se empezaron a dar cuenta del cambio hace un tiempo. En los últimos golpes contra las mafias de robos en casas, había detenidos cada vez más mayores, pero sin antecedentes y dedicados a tareas más secundarias en las misiones delictivas. Los policías que persiguen a estas bandas preguntaron a los cabecillas quiénes eran estos nuevos reclutas. “Nos contaron que muchos son gente que en sus países tiene un trabajo normal pero con salarios bajos y decide unirse a estas bandas para dar unos cuantos golpes y sacar como una paga extra de verano”, afirma el inspector Aparicio, que dirige el grupo de la Policía Nacional que investiga a estas mafias en Madrid. Las bandas les buscan y ellos también buscan a los delincuentes. “Los vemos sobre todo en los georgianos, es un problema social que vean el nivel de vida de los ladrones y ellos también lo busquen así”, remata el inspector.
El verano es una época peliaguda para los robos en viviendas y Madrid sigue siendo un caramelo para los ladrones por la cantidad de oportunidades que ofrece, como cualquier otra capital. La presión policial y el aumento de sistemas de seguridad han contribuido a que la tendencia de robos en domicilios en Madrid vaya a la baja, si lo comparamos con 2019, el año previo a la pandemia. En el primer semestre de 2022 se han registrado 4.371 robos en domicilios en la Comunidad de Madrid, según los últimos datos del Ministerio del Interior. En el mismo periodo de 2019 fueron 5.441. En 2020 y 2021 la criminalidad en general descendió debido, principalmente, a las restricciones de movilidad y por eso la comparativa con estos años es más engañosa.
Con un primer vistazo a una casa robada, los investigadores del Grupo 11, el que dirige Aparicio, ya saben por dónde tienen que empezar a tirar del hilo para encontrar a los delincuentes. El olfato y la experiencia lo indica. Y no suelen fallar. Solo en julio, la Policía ha detenido en Madrid a 16 ladrones especializados en viviendas. He aquí un breve recorrido de Aparicio por el catálogo habitual con el que trabajan: “En las mafias croatas, las que roban son las mujeres y son expertos en el resbalón o los destornilladores; las georgianas son íntegramente masculinas y expertas en forzar cerraduras; en el caso de las mafias que provienen de Latinoamérica son equipos mixtos, en los que las mujeres ejercen labores de vigilancia o transporte de la mercancía y usan más brutalidad a la hora de acceder a una casa, y en las bandas españolas vemos delincuentes que venían de otras modalidades, como la sustracción de coches”.
El 99%, asegura, buscan casas vacías, por eso ponen señales o hacen vigilancia para constatar que no van a encontrar al inquilino. Menos problemas y menos condena, porque si hay víctimas presentes cambia la calificación penal. Pero Aparicio nombra un último tipo de criminal al que persiguen, el que da más miedo: “A la mafia albanesa, que ha hecho un trabajo de investigación y seguimiento y tiene todo preparado, le va a dar igual que estés en casa”.
Las reinas del camuflaje
A pesar de la experiencia, los investigadores se enfrentan a retos. Este marzo empezaron a llegar denuncias de forma insistente con un mismo modo de actuar. ¿Quiénes eran esas mujeres que cambiaban de aspecto constantemente? Un día había varias rubias, otro día eran más altas, otro día más rellenitas... Su imagen en las cámaras de seguridad era un misterio para los que las miraban al otro lado de la pantalla. Ya habían robado más de un millón de euros en barrios adinerados de Madrid y era urgente pararlas. Tres meses de vigilancia, seguimientos y paciencia para dar con ellas, las ladronas de la peluca. Tres mujeres croatas y dos serbias que se habían convertido en las reinas del camuflaje. Fueron detenidas y enviadas a prisión a primeros de junio en Madrid.
En general, los ladrones son profesionales, astutos, están equipados con las últimas tecnologías y siguen nuevas tendencias. Una de ellas es poner un sistema de seguimiento a sus víctimas. Así pueden calcular al milímetro sus costumbres, sus hábitos, el tiempo que tarda en sus desplazamientos... La característica principal es la itinerancia por diferentes ciudades y países, como la de las ladronas de la peluca. Según el informe anual de Unespa, asociación empresarial que agrupa las entidades aseguradoras de España, el coste medio de lo que se llevan los ladrones en cada casa es de 782 euros en el caso de Madrid. Una cantidad muy alejada de los botines de las bandas más especializadas con los que se encuentran los investigadores del grupo 11. “Tirando a la baja te diría que algunas de estas mafias no bajan de los 200.000 euros por golpe. Y si son mínimamente profesionales, no se llevan aparatos electrónicos, sino dinero y joyas”, resume Aparicio.
Este estudio arroja datos curiosos como el día del año pasado en el que más robos se registraron en Madrid capital: el 18 de enero. El informe también muestra que los lugares en los que más posibilidades hay de robos de viviendas en Madrid son algunos de los municipios con mayor renta de España, como cabría esperar, como Pozuelo de Alarcón, Villaviciosa de Odón o Boadilla del Monte.
Lo que también da la experiencia a Aparicio es un puntito de rabia cuando habla de las cerraduras que ve en la mayor parte de los hogares víctimas de un robo: “Cambiamos de colchón por salud y de móvil por capricho, pero no somos capaces de ver que un bombín que se colocó hace 30 años y no se ha tocado está completamente desfasado”. Para el inspector, este simple gasto de 150 euros ayudaría mucho. “Que luego quieres poner alarmas, o cámaras, pues todo ayuda”, reconoce. Algo de concienciación sí que hay. Según un estudio de Informa, empresa española especializada en la elaboración de estudios sectoriales, en España hay 2,86 millones de alarmas, y Madrid concentra el 25%.
Lo que más les duele a los policías que tienen que acudir a la llamada de un vecino al que han robado es ver su tristeza al perder un recuerdo: “Se llevan joyas de tu familia, anillos y colgantes que para ti tienen un valor inmenso y ellos lo único que van a hacer es fundirlos”.
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