Las 10 calles más sucias de Madrid acumulan casi siete quejas diarias: “Esto es un estercolero”

Las protestas ciudadanas por limpieza representan el 20% de las reclamaciones, según el portal municipal. Es la principal preocupación de los vecinos a mucha distancia del resto

Un perro olisquea entre la basura acumulada de un contenedor en la calle Gutierre de Cetina.DAVID EXPÓSITO

“Gracias por mantener este espacio limpio”, se lee en un cartel pegado en uno de los quioscos de flores de la céntrica plaza de Tirso de Molina, en el distrito de Embajadores. La ubicación del mensaje tiene algo de irónico porque se ubica en el espacio que más quejas ciudadanas recoge en Madrid por la suciedad: 203 en lo que va de año, como recoge el...

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“Gracias por mantener este espacio limpio”, se lee en un cartel pegado en uno de los quioscos de flores de la céntrica plaza de Tirso de Molina, en el distrito de Embajadores. La ubicación del mensaje tiene algo de irónico porque se ubica en el espacio que más quejas ciudadanas recoge en Madrid por la suciedad: 203 en lo que va de año, como recoge el portal de transparencia municipal, donde destacan las 10 calles más sucias de la capital a juicio de los ciudadanos, que acumulan 1.523 reclamaciones, a una media de casi siete al día. Al lado de los contenedores de reciclaje ubicados en una esquina hay cajas de cartón que no caben. Junto a los árboles, un par de palomas picotean entre restos de botellas, cajas de pizza y latas de cerveza. Los mismos desperdicios que se acumulan al lado de las patas de los bancos y sillas que rodean el parque infantil. A apenas 500 metros en línea recta se halla la Puerta del Sol, pateada cada día por cientos de turistas a los que se trata de mostrar la mejor cara de la ciudad.

El segundo lugar en esta lista de la suciedad lo ocupa una de las ramificaciones de esta plaza, la calle de Magdalena (distrito Embajadores). 312 metros de vía pública en los que se concentran 192 reclamaciones ciudadanas. “No me extraña nada que esté tan alta en la tabla”, comenta Valle Quintana, trabajadora de una librería y vecina de esta vía. “Aquí los que limpian la acera son los vecinos y comerciantes”, asegura. Mientras señala a través de su escaparate, añade: “Mohammed barre y friega la parte de delante de su tienda y el rincón de allí en el que está la mezquita, allí está un supermercado que también limpia lo suyo...”. La empleada sale a la puerta para indicar tres contenedores “sistemáticamente llenos” y un after en el que se concentran decenas de personas cada fin de semana. “Usan la calle para hacer sus necesidades, se les cae la bebida...”, se lamenta.

Hay cuentas en las redes sociales gestionadas por los residentes en la zona dedicadas a denunciar diariamente las condiciones de Tirso de Molina y sus alrededores. En algunas de las últimas publicaciones los ratones y las cucarachas son los protagonistas. En este caso, las malas condiciones no se dan solo en los barrios más vulnerables. Se trata de una zona que se encuentra en la ruta de los que visitan Madrid, con cines y teatros y en la que el alquiler puede superar los mil euros al mes por un piso de 50 metros cuadrados.

Las quejas vecinales por falta de limpieza en Madrid representan el 20% de las reclamaciones que realizan sus ciudadanos, según el portal municipal. Es la principal preocupación de los vecinos a mucha distancia de las demás. En la Encuesta de calidad de vida y satisfacción con los servicios públicos de la ciudad de Madrid 2021, la limpieza aparece como el segundo problema que más preocupa a la ciudadanía. Un 12,7% mencionó este aspecto como el principal problema de la ciudad, mientras que un 29% lo situó entre los tres principales, solo por detrás del tráfico y los atascos. Parte del dato se puede atribuir a que la acumulación de basura y la suciedad es más visible y molesto que otros problemas, pero esta lleva siendo la principal preocupación de los madrileños durante muchos años.

Un joven deja basura entre los contenedores de reciclaje en la plaza de Tirso de Molina de Madrid el 20 de junio.Aitor Sol

El tercer lugar del ranking con más avisos de los vecinos es el paseo de la Florida (Casa de Campo), que discurre paralelo al río Manzanares desde la estación de Príncipe Pío. Acumula 181 avisos en lo que va de año. A media tarde de este lunes, dos hombres ataviados con uniforme militar y mochilas del la armada americana salen por la boca del metro. Esquivan unas bicis mal aparcadas y uno de ellos pisa una de las latas de cerveza que hay en el suelo terminando por salpicar al compañero. “Shit!” (¡Mierda!), exclama. Miran a su alrededor y se percatan de la basura que los rodea.

Decenas de palomas se amontonan en las sombras de las cristaleras junto a los fumadores que salen del subterráneo. Las colillas llenan la acera junto a toda clase de envases e incluso comida en mal estado. Hay varias papeleras en un área de 20 metros a la redonda, pero están todas a rebosar. Raúl Rocholl y Mohamed Eloutmani trabajan de lunes a viernes en la remodelación del Santiago Bernabéu. Cada día a media tarde se sientan en un bordillo junto a la boca de metro para hacer tiempo hasta coger el bus de vuelta a Toledo, donde viven. “Esto es un estercolero. Los servicios de de limpieza brillan por su ausencia. Llevo pasando desde 2005 por aquí y no he visto nunca a nadie limpiando”, asegura. “¿Ves esa papelera? Mañana seguirá igual o peor. Está más limpia la obra del Bernabéu que esto”, sentencia.

Madrid no acaba de dar con la solución al problema de la suciedad urbana, y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, se limita a insistir que la ciudad está más limpia de lo que estaba con Manuela Carmena, cuya legislatura se extendió entre 2015 y 2019 después de 24 años de Gobierno popular. En 2013, la entonces regidora Ana Botella unificó la concesión de la limpieza en un único contrato integral, que no exigía plantilla mínima, lo que hizo que el número de barrenderos se redujera un 38%. Además clasificaba como calles principales con especial prioridad solo 500 kilómetros de los 3.900 que tiene la capital.

En noviembre, Almeida dejó atrás ese contrato y anunció que invertiría 1.636 millones de euros en limpieza ―el 32% del presupuesto anual― y 435 millones para otro de zonas verdes. Con este nuevo pliego, la plantilla aumentará en 2.000 trabajadores, pero seguirá lejos de los niveles a los que estaba en 2013. “¿Madrid está más limpia? Sí ¿Madrid está en mejores condiciones? Sí. Pero eso no quiere decir que caigamos en la autocomplacencia”, afirmó Almeida en julio cuando presentó 60 nuevas bicimotos eléctricas y 800 carritos para el servicio de limpieza.

Salida de la boca de metro de Príncipe Pío con restos de basura por el suelo. DAVID EXPÓSITO

En la calle Gutierre de Cetina (Pueblo Nuevo), los coches dan vueltas y vueltas en busca de un aparcamiento libre. A la altura de dos supermercados ubicados a mitad de la calle, los vehículos se detienen esperanzados al ver un hueco misteriosamente libre. Ninguno estaciona. El suelo está lleno de restos de obra, cristales, cartones y melocotones podridos. “No lo comprendo. He visto cómo muchas veces los camiones de la basura pasan de largo o recogen nada más que la mitad” explica César Rodríguez (63 años), vecino del barrio. “El caso es que la calle está bien acondicionada con sus cubos y contenedores. Digo yo que si se acumula la mierda será por dejadez”, cuestiona. Esta es la cuarta calle que más avisos registra. La lista de las 10 con más quejas la completan Camarena (Aluche), Lavapiés (Embajadores), Cristo de la Victoria (Pradolongo), Marqués de la Corbera y San Emilio (ambas en Las Ventas) y Delicias, en el distrito del mismo nombre.

La propia Carmena trató de involucrar a los ciudadanos en esta cruzada contra la suciedad, señalando que si había residuos en el suelo o cerca de los contenedores era porque los vecinos y comerciantes los habían dejado ahí. En numerosas ocasiones fue retratada recogiendo colillas del suelo e incluso impulsó un “concurso infantil” para retirar basura de la vía pública. Una pedagogía parecida que usa el sistema de recogida de basuras de Nueva York, que ha conseguido despertar un inusitado interés con los vídeos que cuelga en los que promociona buenas prácticas ciudadanas.

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