Talleres de circo en el Price para niños que van por la vida “haciendo el mono”

Este espacio municipal imparte clases los sábados por la mañana para un rango de edad de entre cinco y 18 años y se puede asistir a una sola sesión, a cinco o un trimestre

Varios niños practican la inversión en cuerda aérea en un taller de fin de semana en el Circo Price.Estudio Perplejo para Madrid Destino

“Yo el circo lo llevo en mi vida, voy por la calle haciendo el mono, saltando de banco en banco. No sabría decir qué es lo que más me gusta, solo que practicarlo me hace sentir bien y que, cuando veo un espectáculo, pienso en mí y en que de mayor quiero ser como ellos”, cuenta Hugo Hueso Caro, un “viejoven” de nueve años según su madre, que lleva yendo a clases desde los cinco, los últimos cuatro en los talleres del Circo Price de Madrid y los dos primeros en la asociación ...

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“Yo el circo lo llevo en mi vida, voy por la calle haciendo el mono, saltando de banco en banco. No sabría decir qué es lo que más me gusta, solo que practicarlo me hace sentir bien y que, cuando veo un espectáculo, pienso en mí y en que de mayor quiero ser como ellos”, cuenta Hugo Hueso Caro, un “viejoven” de nueve años según su madre, que lleva yendo a clases desde los cinco, los últimos cuatro en los talleres del Circo Price de Madrid y los dos primeros en la asociación ElCircódromo de Alcorcón, donde vive. Su madre, Noemí Caro, cuenta que lo llevaron a ver una actuación de muy pequeñito y que salió impactado, “llorando de la emoción”. “Le gustó tanto que le prometí que iba a buscar la manera de que lo aprendiera”, rememora. “Pues yo de eso no me acuerdo, es que hace mucho”, ríe el niño.

“La gente no sabe que se puede hacer circo como actividad, aunque no es fácil de encontrar porque no hay mucha oferta en Madrid, solo la asociación de aquí, el Price, en la escuela de circo Carampa y alguna cosa más en algún pueblo... y las plazas vuelan”, explica esta mujer sin tradición circerse, ni artística, que también lleva a su hijo de siete años, Oliver. Le gusta mucho porque considera que es la única actividad que puede hacer un niño que “no genera competitividad, a quien falla se le aplaude igual”, mientras que fuera, “el mundo es de otra manera, en el cole, en los deportes, en el trabajo...”.

Una niña aprende a mantener el equilibro encima de una bola en la escuela de circo del Price. ESTUDIO PERPLEJO PARA MADRID DESTINO

El Price, uno de los apenas tres espacios estables y circulares dedicados a esta disciplina artística que hay en España junto al de Murcia y al de Albacete, inauguró su escuela en 2008, apenas un año después de su apertura, “con el fin de acercar a los niños y jóvenes a esta disciplina”, explica Sergio Encinas, responsable de comunicación, que la considera “la guinda del pastel”. ¿Y qué tiene el circo que deja embobados y engancha a los niños? “Que se mueve a muchos niveles, vuelta, salta, trepa, desafía los límites de lo que se puede hacer con el cuerpo humano, es un lugar de la liberación de la imaginación”, responde María Folguera, directora artística del espacio municipal, que destaca la gran tradición y poder de convocatoria de los talleres. “Son una puerta abierta a jugar y muy buenos para la autoestima y para fomentar el trabajo en equipo”, promete.

Se celebran los sábados por la mañana, con un máximo de 12 alumnos y dirigidos a niños de cinco a 18 años ―hasta los nueve años, el horario es de 10.00 a 12.00 y hasta los 18, de 12.00 a 14.00―. Aunque son trimestrales, se puede acudir a una sola clase, por 25 euros, o comprar un bono de cinco sesiones por 100 euros o de 10, el trimestre completo, por 150.

Varios niños aprenden a manipular mazas de malabares.ESTUDIO PERPLEJO PARA MADRID DESTINO

Este trimestre tienen lleno el rango de siete a nueve años, pero aún hay hueco de cinco a siete, de 10 a 14 y de 14 a 18, y volverán a abrir plazas en diciembre. Cuentan con instalaciones ex profeso y los alumnos reciben “una atención personalizada”, con dos profesores por grupo, que provienen de Carampa. El más veterano es Jorge Jorge García, Kokó, que estudió Educación Infantil y que está especializado, dentro del grado de Artes Visuales y Danza de la Rey Juan Carlos, en circo y en pedagogía del circo. De hecho, lleva en ella desde sus orígenes y, aunque le encanta actuar, le gusta todavía más enseñar. Para empezar, porque “no compiten contra otros sino contra ellos mismos”, y tienen que ayudarse entre ellos para llegar más allá y cuidarse los unos a los otros”.

“Los niños aprenden cosas que, en principio, para ellos son imposibles. Lo que más escuchamos los primeros días es ‘uy, yo eso no puedo’ o ‘uy, yo eso no sé'. Yo les pido que a la frase le añadan detrás un todavía, eso te cambia la vida, porque puedes aprenderlo con constancia, entrenamiento y ganas”, explica este extremeño de 43 años que tiene su propia compañía, Circo Dekolores, dedicada a la enseñanza. Y cada logro, por ejemplo poder volar en un trapecio en un niño al que le daban miedo las alturas, supone un chute de autoestima brutal al ver que son capaces de superarse a sí mismos, muy importante sobre todo en “un momento tan complejo como la adolescencia”.

Juego de equilibrios con rola-bola o rulo americano.ESTUDIO PERPLEJO PARA MADRID DESTINO

También ayuda a superar la timidez. “Ves a niños que llegan mirando al suelo y que en una o dos clases han levantado la cabeza, van rectos, han adquirido presencia. Es alucinante el poderío para enfrentarse a lo que les venga con el que salen”, asegura Kokó, que recuerda a sus alumnos la importancia que tendrá en sus vidas el trabajo escénico, de cara a hablar en público o en una entrevista de trabajo. Es más, puede contribuir a prevenir el acoso escolar: “Los que lo han sufrido se empoderan y los que vienen muy gallitos, se vienen abajo en un momento”. Y los beneficios a nivel físico “ni te cuento”: ganan fuerza y resistencia, aprenden a conocer su cuerpo y a relajarlo, a trabajar con los dos hemisferios, a que sus manos “les hagan caso”, psicomotricidad, lateralidad, coordinación ojo/mano, agilidad... “Aprenden, en definitiva, a controlar su cuerpo, que no sabemos, lo que les da una gran sensación de libertad y de liberación”, resume Kokó.

Se trabajan los “cinco pilares del circo: malabares, equilibrio, acrobacia, técnicas aéreas y clown o trabajo escénico” y en cada clase se abordan dos técnicas, una como principal y otra como secundaria. ¿Y en una sola sesión aprenden algo? “Claro, cuando vienen solo un día porque se lo han regalado o porque quieren probar, procuramos que se lleven una visión de conjunto”, aclara. En su opinión, en un día es complicado que descubran si le gusta o no, por lo que apuesta por el trimestre. Al final de cada uno, hay una clase abierta y al final del curso, un espectáculo en la que los alumnos han hecho hasta la escenografía.

¿Hay alguna edad recomendada para empezar? A Kokó le molesta la pregunta. “Desde los cero a los 99 años, y porque de menos de cero no hay y de más de 99, pocos”, ríe en su lucha contra “los demasiado tarde”. ¿Y se ha despertado alguna vocación? “Un niño al que empezamos a dar clase con cinco años se ha convertido en un artistazo, Juan de las Casas, que hace báscula coreana en Trocos Lucos”, dice con orgullo. Pero acabar profesionalizándose es muy complicado y Noemí contesta que “ojalá” a la pregunta de si ve a su hijo en el futuro como artista de circo. El nene, en cambio, lo tiene clarísimo: “Yo quiero ser del circo, o profesional o profesor”.

Las citas para niños del Price hasta la Navidad

De aquí a diciembre, hay cuatro citas dedicadas al público infantil ya con el 100% de los aforos. Se trata de Saniclown (30 de octubre a las 18.30), Equilibro Jugar a Circo (del 24 al 30 de octubre en horarios de mañana y tarde), No verbal (2 de noviembre a las 20.00) y Desdémona (4 y 5 de noviembre a las 20.00). La primera es una gala, “muy bonita, de mucha calidad y conducida por Wilbur” en palabras Folguera, en beneficio de la asociación Payasos de hospital, con números de Javi Javichi, Trocos Lucos, Kayto, Miguel Muñoz y Diego y Elena. La segunda es una instalación de juego libre para niños de cero a cinco años llena de “todos los objetos que a un bebé le apetece tocar”. No verbal es una obra para mayores de ocho en la que Aurora Caja habla de la relación del ser humano con su cuerpo. Para los mayores de 12, Alba Sarraute & les Ofèlies abordan en Desdémona el clásico de Shakespeare desde la óptica del circo .

Pero el redoble de tambores llega con la Navidad, de cuyo espectáculo comenzaron a venderse las entradas ya el jueves pasado para unas actuaciones que arrancarán el 26 de noviembre y terminarán el 9 de enero por unos precios que van de 14 a 27 euros. Se titula La vuelta al mundo de Cometa y es la tercera y última parte de una trilogía de Perfordance que comenzó en 2018 con Cuento de Navidad. En ella, la superheroína Cometa (Carla Pulpón) y su troupe de otras galaxias luchan por salvar la fiesta de las garras del supervillano Amargador (Íñigo Sádaba), un malo que cambia de disfraz como Mortadelo y en realidad es la Señora Malasombra de la anterior entrega, a través de escenarios tan evocadores como Nueva York, Londres, París, Río de Janeiro, El Cairo y, por supuesto, Madrid. Ojo, que no “es el Imperio Contraataca ni el Padrino III, se entiende perfectamente sin haber visto los capítulos anteriores”, advierte Folguera, que recuerda que el viaje se enraiza en la mejor tradición del circo, “un escaparate del mundo”.

La Navidad es la campaña más fuerte del Price, con entre 85.000 y 90.000 espectadores. “Incluso el año pasado llenamos el 90% de las funciones”, detalla el jefe de Prensa. En el Price están especialmente orgullosos de hacer “completamente accesibles” dos de las 65 funciones, con lenguaje de signos, audiodescripción, bucle magnético, mochila vibratorias y paseo escénico previo. 


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