Desayunos que atragantan

Madrid y su deporte social matutino que eleva o hunde carreras

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, el 7 de septiembre.Eduardo Parra - Europa Press (Europa Press)

Café con leche, por favor. Una copa de cristal llena de zumo hasta arriba. Cubiertos brillantes, envueltos en una planchada servilleta de tela blanca. Se cruza la puerta giratoria y te reciben al son de un exquisito “bienvenido”. En Madrid hay un deporte matutino por el que se pirra buena parte de la ciudad y que responde al nombre de desayuno informativo. Una actividad que enloquece a aquellos que desmenuzan la anatomía de la palabra poder.

Dicen que alguien e...

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Café con leche, por favor. Una copa de cristal llena de zumo hasta arriba. Cubiertos brillantes, envueltos en una planchada servilleta de tela blanca. Se cruza la puerta giratoria y te reciben al son de un exquisito “bienvenido”. En Madrid hay un deporte matutino por el que se pirra buena parte de la ciudad y que responde al nombre de desayuno informativo. Una actividad que enloquece a aquellos que desmenuzan la anatomía de la palabra poder.

Dicen que alguien es alguien en la villa y corte cuando le invitan a subirse al escenario de uno de estos desayunos para que lo escuchen políticos, empresarios, fiscales, periodistas, publicistas y demás tropa capitalina. Un ritual para el que hay que despertarse temprano y perfumarse. También hay expertos que ya conocen la práctica de años y van directos para engullir bollitos de alta pastelería. Déjense de brunch.

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La ceremonia suele tener como escenario un hotelazo de cinco estrellas, con alfombras y salones con reminiscencias casi palaciegas. A ratos rococó, a ratos diseño fluorescente. Elijan el que más les guste: desde el reformado Ritz hasta los salones del Palace cruzando bajo su cúpula. También se desciende a la planta baja del Villamagna o se marea el azucarillo viendo de cerca el jardín del Orfila. Que no falte la calle Alcalá, muchos suben con prisas y ojeras las escaleras del Casino. Se saluda, se cruzan palabras y se busca como en las bodas el sitio en los paneles con las mesas numeradas. Con un imprescindible: tarjetón de papel bueno en cada sitio para lanzar preguntas al orador. Una mañana toca ministro, a la siguiente un comisario europeo y se guarda tiempo otro día para un líder sindical. Hasta algún cura. ‘Tout’ Madrid.

Esta semana tocaba ‘canalejear’ en el Four Seasons. ¡Y bien que se atragantaron algunos! Mala digestión de la napolitana de chocolate, el croissant y los bollos con calabacín y bacon. El PP de Madrid se ha revuelto con las palabras de Pablo Casado lanzando al alcalde Almeida a la carrera del congreso regional, dejando a Díaz Ayuso con cara de circunstancias. “Isabel se ha precipitado”, me desliza un miembro de la dirección madrileña. Eso promete, y mucho. Va para largo: la batalla será el año que viene.

Los partidos tienen sus tiempos, con sus códigos sagrados y rituales, incluso para la presidenta. Andan todos muy nerviosos, empezando por los que aspiran a ganarse ya el favor para ser candidatos en las próximas municipales. Pero el líder nacional no quiere que nadie le haga sombra, ahora busca su turno y su foco. No toca y quiere demostrar que al final la calle Génova manda. Que no todo va a ser para el equipo de la Puerta del Sol, la libertad para los militantes en 2022. Ella insiste y con órdago en público. Los populares de la comunidad empiezan a revivir aquella sensación de Esperanza Aguirre vs. Alberto Ruiz-Gallardón. Mariano Rajoy solo podía entonces resoplar y citar al conde de Romanones: “Joder, qué tropa”.

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