De neones y verdades

Madrid arde por el día políticamente y también entre terrazas por la noche

Los neones de la Plaza de Callao.Krzysztof Baranowski (Getty Images)

Los neones se van encendiendo, poco a poco, hasta casi completarse. Rosas, verdes, amarillos, azules… como si fuera un sueño de Nicolas Winding Refn. Se puede casi tocar el cartel de Schweppes, símbolo de una ciudad que se eleva y cae a la vez. La azotea de los cines Callao se ha abierto unos días al público y, de repente, uno se sumerge en otro ángulo de la incansable Gran Vía. Eterna, maldita. Huele a palomitas, contaminación y julio. Canta sobre el escenario Andrea Dawson mientras al fondo se encienden las luces...

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Los neones se van encendiendo, poco a poco, hasta casi completarse. Rosas, verdes, amarillos, azules… como si fuera un sueño de Nicolas Winding Refn. Se puede casi tocar el cartel de Schweppes, símbolo de una ciudad que se eleva y cae a la vez. La azotea de los cines Callao se ha abierto unos días al público y, de repente, uno se sumerge en otro ángulo de la incansable Gran Vía. Eterna, maldita. Huele a palomitas, contaminación y julio. Canta sobre el escenario Andrea Dawson mientras al fondo se encienden las luces de algunos de los pisazos que quedan todavía en esa arteria. Se derrite la noche.

Vamos todos buscando refugios en estos días de verano a todas horas. Del día a la noche. Uno se olvida de la canícula al traspasar las puertas del museo Cerralbo, ese palacete en mitad de Ventura Rodríguez que tiene una de las escaleras... o la escalera más bonita de la ciudad. Guarda con mimo ahora las fotografías de Leopoldo Pomés, que nos traen algo de mediterraneidad barcelonesa al secano capitalino. Tertulias en las Ramblas, Bernadette, Laura Ponte, calendarios para cementos y cales Freixa. Su universo y sus obsesiones en blanco y negro.

Y arde políticamente la villa y corte a la vez. ¿Cuándo no? Hay nuevos vecinos, que llegan en AVE, con mucho y joven poder desde que Pedro Sánchez ha remodelado el Gobierno. La nueva ministra de Educación, Pilar Alegría, cogió una pequeña maleta corriendo y se tuvo que venir con lo puesto, confesaba el otro día tras la primera reunión del Consejo de Ministros en La Moncloa. La emergente portavoz, Isabel Rodíguez, se trajo hasta el boli con el logo de su Puertollano. Pero hay caídos también que vagan por las noches de Madrid ahora, entre ceses y sin saber su futuro cenaban algunos monclovitas en la plaza de Olavide hace un par de noches. Y con copas de confidencias sobre lo que había pasado en Malasaña.

Siempre mirando a La Moncloa está Isabel Díaz Ayuso y estos días ya empieza a materializar lo que significaba su libertad a la hora de gobernar. La libertad era para callar u ocultar.

Siempre mirando a La Moncloa está Isabel Díaz Ayuso y estos días ya empieza a materializar lo que significaba su libertad a la hora de gobernar. Aquí no hay playa, pero sí chiringuitos para Toni Cantó, que está concretando su defensa del español en tuits en los que señala hasta los hijos de los nuevos ministros. Con la complicidad de Vox también ha desmontado la presidenta Telemadrid para convertirla en su MTV personal y borrar la palabra plural. Se habla de Cataluña, ERC, indultos y el rey, pero impone el silencio, junto con Rocío Monasterio, para investigar lo que pasó en las residencias. El PP ha tumbado la comisión para saber la verdad del mayor drama de la comunidad, competencia de la propia autonomía. La libertad era para callar u ocultar. Todo ello en la quinta ola, con la atención primaria bajo mínimos y estando la comunidad a la cola de la vacunación. Menos hablar de la España secuestrada y más de centros de salud. Suben los grados, y nos toca buscar algo de sombra. A esta placita en Fuencarral pronto le pondrán el nombre de Raffaella Carrá.

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