Mamá, quiero ser artista
Hay que romper con la tradición de buscar nuestra libertad con una profesión con salida
En el colegio de mi hijo aprenden por proyectos. El trimestre pasado todo eran jeringas, gasas, vendajes, termómetro y hasta un carnet de enfermero con su foto, que me mostraba con orgullo antes de ponerse los guantes para “curarme”.
Este trimestre el monotema es el bosque, con todos sus animales, los sonidos, el mar y la montaña; recoger hojas y piedras de vuelta a casa para hacer su propio bosque en medio de mi salón. O su favorito, jugar a los animales, uno imita y el resto adivina. El problema es que siempre le toca...
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En el colegio de mi hijo aprenden por proyectos. El trimestre pasado todo eran jeringas, gasas, vendajes, termómetro y hasta un carnet de enfermero con su foto, que me mostraba con orgullo antes de ponerse los guantes para “curarme”.
Este trimestre el monotema es el bosque, con todos sus animales, los sonidos, el mar y la montaña; recoger hojas y piedras de vuelta a casa para hacer su propio bosque en medio de mi salón. O su favorito, jugar a los animales, uno imita y el resto adivina. El problema es que siempre le toca imitar a él y el resto adivinamos.
Ayer por la noche mientras le arropaba me dijo, muy solemne, que de mayor quiere ser guarda forestal. Yo le dije que me parecía una profesión muy bonita y muy noble. Le di las buenas noches y cerré la puerta.
¿Cuánto gana un guarda forestal? Le pregunté a mi marido.
Hay que romper con la tradición de buscar nuestra libertad con una profesión con salida.
O por lo menos saber que no puede ser el único criterio, pues conozco a mucha gente que escogió una profesión con salida que a día de hoy se siente atrapada.
Hace un par de días pregunté a los usuarios de Twitter qué profesión habrían escogido de haber hecho caso a su niño interior. Me pareció interesante confrontar el extendido deseo de ser youtuber, instagramer o tiktoker frente a los innumerables seguidores que me confesaron que en aquel entonces soñaban con ser veterinarios.
Me pareció tal antítesis que no pude evitar preguntarme, ¿pero qué ha pasado?
Yo siempre supe que quería ser artista. El triplete: actriz, cantante, bailarina. Pero también quería ser abogada, juez, e ingeniera de caminos. Esto último no recuerdo por qué, no es que tenga nada de malo, pero lo pienso y no me cuadra.
Al llegar al final de la secundaria debes elegir qué profesión quieres escoger para comenzar a tomar esa vía, pero me parece un tremendo error que se hable de profesiones en general, en lugar de las responsabilidades que entraña cada profesión. Parece que importe más cómo se va a llamar lo que haces que plantearte si serás feliz con lo que vas a hacer, con aquello que ocupará tu tiempo.
Una amiga me confesó que de haber sabido que en esa profesión, que ella se imaginaba tan activa, iba a tener que rellenar tantos documentos, jamás la habría escogido.
Cuando les dije a mis padres siendo muy niña que yo tenía clarísimo que quería ser artista me dijeron que les parecía bien y me preguntaron si creía que valía.
En esos casos es importante ser brutalmente honestos y no insistir en que el niño sea el próximo CR7 si ya se le ve que no da pie con bola.
Me alegró ver que de haber escuchado a la niña que hay en mí habría sido exactamente lo que soy hoy, solo que la silencié un poquito y preparé un plan B, por si acaso.