Noticia bomba en medio de un debate sobre el clima
Los diputados madrileños entraron en ‘shock’ cuando se enteraron de que Ayuso había firmado la disolución de la Asamblea
La prueba de que casi nadie en el Partido Popular estaba enterado de que la presidenta Isabel Díaz Ayuso iba a pulsar el botón rojo es la cara de un diputado suyo cuando se enteró de la noticia. Juan Soler estaba presidiendo la comisión de Medio Ambiente, uno de los grupos de trabajo de la Asamblea, cuando su móvil comenzó a vibrar. Levantó la cabeza y miró incrédulo a sus compañeros del Partido Popular en la sala, como buscando confirmación de que lo que leía era cierto.
El diputado del PSOE que tenía el turno de palabra se percató de que nadie le estaba atendiendo. “No sé si pasa algo...
La prueba de que casi nadie en el Partido Popular estaba enterado de que la presidenta Isabel Díaz Ayuso iba a pulsar el botón rojo es la cara de un diputado suyo cuando se enteró de la noticia. Juan Soler estaba presidiendo la comisión de Medio Ambiente, uno de los grupos de trabajo de la Asamblea, cuando su móvil comenzó a vibrar. Levantó la cabeza y miró incrédulo a sus compañeros del Partido Popular en la sala, como buscando confirmación de que lo que leía era cierto.
El diputado del PSOE que tenía el turno de palabra se percató de que nadie le estaba atendiendo. “No sé si pasa algo”, dijo Rafael Gómez Montoya mirando a su alrededor.
Los grupos de WhatsApp estaban ardiendo. Todo el mundo parecía estar mirando su teléfono.
“Perdón señor Montoya. Es que nos estamos enterando de que se disuelve la cámara”, se oye al presidente de la comisión.
Los diputados aguantaron el tipo. Siguieron con la comisión durante 50 minutos más en la sala de la Asamblea llamada Dos de Mayo, en honor al levantamiento. Pero en lugar de seguir hablando del medio ambiente comenzaron la actividad electoral.
“Espero que tengamos una bonita primavera de mítines y campaña. Cuídense, señores del PP, de los Idus de marzo, que son muy chungos”, terminó su intervención Alejandro Sánchez, de Más Madrid. “Nos vemos en las urnas, gracias”, se despidió Francisco Javier Cañadas, de Unidas Podemos Izquierda Unidad Madrid en Pie.
“Venimos para hablar del cambio climático para terminar hablando del cambio político”, bromeó Íñigo Henríquez de Luna, de Vox. “Nos veremos en la campaña electoral”.
Cuando acabó la sesión, los que tuvieron más prisa por salir de allí eran los miembros de Ciudadanos y Partido Popular, pero antes de que se esfumaran a la diputada de Más Madrid Alodia Pérez le dio tiempo a decirle en tono de chanza a Diego Sanjuanbenito, del PP, que ya podían haberles avisado: “¡Nos podíamos haber ahorrado preparar la comparecencia!”.
Lo que quedó claro es que nadie tenía conciencia del lío que se avecinaba.
Afuera el pequeño mundo parlamentario en el edificio de Vallecas estaba patas arriba. Llegaron diputados que estaban en sus casas teletrabajando y periodistas enviados de urgencia. Fue el día estrella de los juristas, los mecánicos del Derecho, eran los únicos que podían reparar el entuerto que se acababa de formar. La presidenta Ayuso había disuelto la Asamblea para convocar elecciones anticipadas, pero las leyes madrileñas le impiden hacerlo si se está tramitando una moción de censura contra ella.
Ayuso firmó el decreto de disolución de la Asamblea pero no lo publicó en el Boletín Oficial de la Comunidad (BOCM) de inmediato. De modo que Más Madrid y PSOE aprovecharon para moverse rápido. Pablo Gómez Perpinyà, portavoz de Más Madrid, llamó a Ángel Gabilondo, del PSOE. Los dos estuvieron de acuerdo. Iban a presentar mociones por separado de forma telemática. La de Más Madrid llegó al registro a las 13.04, la del PSOE a las 13.07.
El reloj seguía corriendo y en el BOCM aún no aparecía el decreto de Ayuso. Mientras, los eventos se desencadenaban en la Asamblea. El presidente de la Asamblea, Juan Trinidad, de Ciudadanos, convocó de urgencia a los siete miembros de la Mesa, dos de Cs, dos del PSOE, dos del PP y uno de Vox. A las 14.30 comenzó su reunión para dar trámite a las dos mociones.
Rebeldía
Una comisión ordinaria programada para la tarde, la de Presupuestos, se reunió como estaba planeado. Pero los cuatro diputados del PP no se presentaron. Quién estaba en rebeldía era cuestión de interpretaciones.
El resto de diputados pasaron la mayor parte del día reunidos en el edificio donde los seis grupos parlamentarios tienen sus oficinas. El vicepresidente Ignacio Aguado llegó tras el Consejo de Gobierno y se reunió con los suyos. Había mucho que discutir: digerir la noticia, decidir estrategia y consultar con los juristas que usualmente asesoran a cada partido.
Los portavoces de la oposición de izquierdas y los de Ciudadanos salían a un patio de columnas para dar entrevistas en directo con las televisiones; los de PP y Vox no daban señales de vida. Por ahí tampoco aparecieron los protagonistas del momento, los juristas de la Asamblea, que estaban reunidos telemáticamente tratando de resolver el embrollo.
“Los servicios jurídicos de la cámara tienen que decidir lo que tiene que ocurrir”, dijo César Zafra, portavoz de Ciudadanos.
Al término del día el galimatías no estaba resuelto. No quedaba claro si la Asamblea estaba disuelta y habría elecciones, como pretende Ayuso, o si los diputados deben seguir con su actividad ordinaria y celebrar el debate de moción de censura. Tampoco quedaba claro si alguien iba a recurrir a la justicia. Lo que sí quedó resuelto en una Junta de los portavoces al final de la tarde, en la que sí participó el PP, fue la cancelación del pleno que iba a tener lugar este jueves. Las luces se apagaron pero nadie sabía por cuánto tiempo.
“Tengo el teléfono como la cafetera del coyote”, decía al final del día el diputado Gómez Montoya del PSOE. Como todos acabó exhausto pero sin nada en claro.