Nueva tormenta en el Blas de Lezo: dimite la directora y la Comunidad elige a otra sin consenso con los padres

Las familias denuncian otro “dedazo” de la Administración, que asegura que se ciñe a la normativa

Varias familias se reúnen en el colegio Blas de Lezo, en Las Tablas, el pasado jueves.INMA FLORES (DIARIO AS)

En el momento de formar en el patio del colegio los niños empezaron a ver revuelo. Los profesores se concentraban en círculos, hablando bajito, comentado lo último de un culebrón que lleva envolviendo al colegio Blas de Lezo desde hace dos años. La directora, Ana Van Osterzee, había presentado la semana pasada la dimisión “por motivos personales”. Y los niños, en cuanto se enteraron, empezaron a corear en voz alta: “¡Que vuelva Javier, que vuelva Javier!”. Más leña al fuego a una historia que no tiene ...

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En el momento de formar en el patio del colegio los niños empezaron a ver revuelo. Los profesores se concentraban en círculos, hablando bajito, comentado lo último de un culebrón que lleva envolviendo al colegio Blas de Lezo desde hace dos años. La directora, Ana Van Osterzee, había presentado la semana pasada la dimisión “por motivos personales”. Y los niños, en cuanto se enteraron, empezaron a corear en voz alta: “¡Que vuelva Javier, que vuelva Javier!”. Más leña al fuego a una historia que no tiene pinta de acabar, al menos de forma pacífica.

El colegio se encuentra en Las Tablas, al norte de Madrid, muy cerca de la Moraleja, a unos 20 kilómetros de la Puerta del Sol. Allí estudian niños desde Infantil hasta cuarto de Primaria con padres comprometidos con el centro bilingüe y, sobre todo, con un proyecto educativo en el que creen a pies juntillas desde el curso 2015/16, cuando se construyó la primera fase del centro. De ahí el origen de la pelea por mantener unos valores que, consideran, la Comunidad de Madrid intentó echar por tierra hace dos años. Entonces, la Administración regional destituyó al entonces director, Javier Montellano, un hombre que arrancó en un centro en construcción y que es admirado por la mayoría de padres por cómo inculcaba los conocimientos en el centro.

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“Era un sitio de referencia, teníamos lista de espera y todo”, recuerda Manuel Hernando, miembro del Consejo Escolar donde representa a las familias. El proyecto de la discordia consistía en que en cada nivel educativo se proponían varias temáticas importantes a principio de curso. Se presentaban las ideas, se votaban y la ganadora servía de hilo conductor en todas las asignaturas. “Los niños lo vivían como la final del mundial de fútbol porque se implicaban y votaban y si salía lo que ellos querían era una victoria”, explica Hernando. Ejemplo de proyecto: los polos y el cambio climático para todos los cursos de tercero de Primaria. Si ganaba esa propuesta, el profesor de matemáticas, ciencia o lengua castellana encaminaban su materia para que todo se ejemplificara con ese tema, los polos y el cambio climático. “Así además funcionaba de verdad el bilingüismo, porque lo que aprendían por ejemplo en ciencia, en inglés, luego lo remataban en lengua castellana. Aprendían conceptos en los dos idiomas por igual. Era muy bonito verlo”.

Pero llegó la guerra fría y aquellos años de aparente felicidad se cortaron de raíz. Todo comenzó cuando se abrió el concurso de directores de aquel año, porque Montellano cumplía cuatro en el cargo. El tribunal, compuesto en su mayoría por personal designado por la Administración, consideró que el proyecto presentado por el director para renovar otros cuatro años no llegaba al aprobado y decidieron quitarle el puesto. Como no se había presentado nadie más a la vacante, la propia Consejería de Educación designó a la sustituta: Ana Van Osterzee, que ha ejercido como directora este tiempo en comisión de servicios.

“Se ha cargado el proyecto. Nada de lo que había antes está igual”, lamenta Hernando. De hecho, del claustro que acompañaba a Montellano hace un par de años ya no queda casi nadie. Se han ido unos por disconformidad con la nueva situación y otros, como la anterior coordinadora de Primaria que estaba en comisión de servicios, fueron despedidos porque “no eran necesarios”, según esgrimió la nueva directora.

La versión de Van Osterzee, sin embargo, dista mucho de la de los padres, que no han parado en este tiempo de criticar “el dedazo” de la Administración en redes sociales y en hacer manifestaciones para que vuelva el antiguo director. Ella ha llegado a poner hasta seis denuncias por acoso y asegura que se ha encontrado pintadas y carteles en su contra en el colegio de sus hijas. También ha recibido el apoyo mayoritario de su actual claustro, que cree que la campaña que ha recibido ha sido brutal. Los padres, que se autocalifican como “peleones”, creen que es todo una artimaña para dejarles en mal lugar. Reconocen, eso sí, que no han dejado de pelear por lo que creen que es justo, pero de una manera “legal”.

A finales de diciembre, cuando fue convocado el nuevo concurso de directores, la Administración no convocó la plaza en el Blas de Lezo -a pesar de que la directora ocupaba el puesto en comisión de servicios-, “porque no había agotado su mandato”, según explica un portavoz de la Consejería de Educación. Eso, sin embargo, mantuvo la llama encendida para los padres, que presentaron un recurso de alzada para que se abriera el proceso en el centro, sobre la base de una sentencia de 2019 que crea jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que estableció que las comisiones de servicios son mecanismos extraordinarios “y, en cuanto se levanta la premura que la ocasionó, debe sacarse a concurso la plaza”.

A los pocos días de que este periódico preguntara a la Administración por la razón por la que no se había puesto a concurso esa plaza, la directora dimitió. “No puede más”, explica una profesora que la apoya y que prefiere no revelar su nombre. Van Osterzee ha preferido no responder a las preguntas de este diario con el argumento de que es “una funcionaria más” y la Consejería de Educación se ha limitado a decir que la renuncia se debe a razones personales.

Entrada de alumnos al colegio Blas de Lezo, en Madrid.VICTOR SAINZ

Con la dimisión sobre la mesa, la propuesta que hizo la Administración en una reunión con el Consejo Escolar el pasado jueves tampoco ha gustado a los padres, que vuelven a reprochar otro “dedazo”. La elegida es Elena Vargas, directora hasta el momento del centro público Rosalía de Castro, en Coslada, que ya ha anunciado en su colegio que se va, junto a su jefa de estudios. El Ejecutivo ha asegurado que se ciñe a la normativa y que estará en el puesto durante lo que resta de este curso y el año que viene. En el próximo proceso de dirección se abrirá plaza en el Blas de Lezo para que se presenten de forma ordinaria todos los candidatos que lo estimen oportuno, e incluso ella misma.

“La reunión con la Administración fue un auténtico paripé. Decían que era una propuesta pero no han escuchado al Consejo Escolar”, asegura Hernando, representante de las familias. Ellos proponían a la antigua jefa de estudios, Esther Díaz Peinado, para que continuara el proyecto educativo de Javier Montellano, que es lo que más les preocupa. “Y que ella eligiera a su equipo directivo, que es lo que dice la normativa”, esgrimen los padres. Sin embargo, en la misma reunión los representantes de la Administración presentaron a Vargas en persona, que ha pedido el traslado porque le interesaba trabajar en un centro bilingüe y por cercanía de su domicilio. “Eso es lo antagónico de este centro, que se creó con un proyecto que enamoró a los padres. No queremos gente que venga porque vive cerca, sino porque cree en el germen, en la semilla que se plantó aquí y la manera de enseñar”, argumentan.

Lejos de apaciguarse las aguas, la tormenta no amaina en al Blas de Lezo. Este lunes se produce el cambio en la dirección. Queda guerra fría para rato.

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