Filomenos

Este país está lleno de gente brillante, pero nosotros no nos fijamos y ellos disimulan

Madrid -
Una persona avanza con esquíes junto a la fuente de Cibeles, cubierta de nieve por la borrasca 'Filomena', el pasado sábado.Jesús Hellín (Europa Press)

Pasa cada 114 años, así que está permitido seguir hablando de La Gran Nevada unos días más. He aprendido mucho gracias a Filomena. Algunos descubrimientos me han inquietado un poco, como pensar cuántos de los que teníais pala en casa sois también de los que saludaban siempre en el ascensor; pero otros hallazgos han despertado en mí una admiración inmensa. Por ejemplo, el día que bajé a comprar gusanitos, chocolate, gominolas y unos huevos (para disimular) me fascinó lo guapos ...

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Pasa cada 114 años, así que está permitido seguir hablando de La Gran Nevada unos días más. He aprendido mucho gracias a Filomena. Algunos descubrimientos me han inquietado un poco, como pensar cuántos de los que teníais pala en casa sois también de los que saludaban siempre en el ascensor; pero otros hallazgos han despertado en mí una admiración inmensa. Por ejemplo, el día que bajé a comprar gusanitos, chocolate, gominolas y unos huevos (para disimular) me fascinó lo guapos y bien equipados que ibais – ellas parecían Nancys esquiadoras y ellos, esos monitores morenísimos que contratan en las estaciones para que las de costa aprendamos a hacer la cuña-. Todos llevabais el calzado perfecto, lo que os permitía dominar el elemento, y reíros de mí, que iba resbalándome por la nieve con mis suelas sin tracción y un guante de cada color –peor que la desaparición de calcetines-.

Pienso en el primero que dijo en su casa: “Y si sacamos los esquís?” y después, ignorando todo lo que escuchó a continuación, salió a la calle con ellos más chulo que Mourinho

Muchos guardabais, en algún escondite ingeniosísimo de estos minipisos madrileños en los que vivimos, nada más y nada menos que un par de esquís, y os subisteis al metro con ellos, y llegasteis a la Castellana para bajarla entera con gafas de ventisca –que también teníais- y cara de velocidad. Pienso sobre todo en el primero; el que dijo en su casa, antes que ninguno: “¿Y si sacamos los esquís?” Y después, ignorando todo lo que escuchó a continuación - “¿Estás de broma, no? ¿Pero cómo vas a bajar con esquís a la calle?”. ¡Chalado!”-, salió a la calle más chulo que Mourinho. El resto es historia: un par de fotos en redes sociales, y muchos de los que teníais esquís, hicisteis lo mismo. Otro escuchó un diálogo parecido cuando anunció en su salón que iba a salir con el disfraz de dinosaurio, pero no se arredró. Todavía no sé muy bien para qué, pero estoy convencida de que el mundo necesita personas así.

Luego estáis vosotros, los de los memes. Sois rápidos, muy rápidos, e inteligentes, muy inteligentes. Este país está lleno de gente brillante, lo que pasa es que nosotros no nos fijamos y ellos disimulan. Los días ordinarios van a trabajar, como Clark Kent, con su corbata o sus gafas de pasta, y nos engañan. Porque los días históricos se ponen la capa de Twitter para conseguir lo más difícil: que nos riamos de nuestras desgracias. Hablo de los que ponéis a Fernando Simón a decir que “serán uno o dos copos de nieve como mucho” y a Ayuso a prometer “un hospital de nevadas”. Esas mentes maravillosas que ven pingüinos donde otros ven monjas, y que señalan por color y nivel de dificultad las líneas (pistas) de metro (esquí). Me encanta cómo funcionan sus cabezas y me gustaría escuchar sus ideas sobre el reto demográfico o el cambio climático. Deberían tener un representante en el Pacto de Toledo, y un par de ellos en Naciones Unidas. También sería fantástico poder capturar todo ese ingenio, como los rayos de las tormentas, para transformarlo en energía. A vuestros pies, filomenos. Sois unos fenómenos.

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