No bajar la guardia

Como si de una estrechísima carretera de alta montaña muy mal asfaltada, llena de curvas y profundos barrancos se tratara, con la llegada de las primeras vacunas podemos decir que por fin hemos coronado el puerto y que empezamos el descenso. Sin embargo, debemos ser claros: la integridad del convoy que conforma la sociedad no está exenta en esta bajada de los mismos peligros que durante la subida. De hecho, se acrecientan. La estadística dice que los accidentes ocurren con más frecuencia cuando estás llegando a casa porque bajamos la guardia.

Es imposible argumentar con seriedad que el ...

Como si de una estrechísima carretera de alta montaña muy mal asfaltada, llena de curvas y profundos barrancos se tratara, con la llegada de las primeras vacunas podemos decir que por fin hemos coronado el puerto y que empezamos el descenso. Sin embargo, debemos ser claros: la integridad del convoy que conforma la sociedad no está exenta en esta bajada de los mismos peligros que durante la subida. De hecho, se acrecientan. La estadística dice que los accidentes ocurren con más frecuencia cuando estás llegando a casa porque bajamos la guardia.

Es imposible argumentar con seriedad que el objetivo es salvar la economía, la hostelería, el turismo o el comercio, mientras se cuestiona la utilidad de la vacuna, de la Salud Pública y, en definitiva, del bien común. Y la propensión a la crispación es enorme, bien por intereses partidistas, bien por un rechazo ideológico de la solidaridad, que es lo que significa en última instancia la vacunación.

Es momento de generar confianza en la vacunación y en el futuro. Por eso debemos exigir de nuevo la colaboración leal de las Administraciones.

Por eso, perseverar en el intento de que las fuerzas políticas enviemos un mensaje unitario es fundamental. Y es preciso recordar lo que ya sabemos: que las mascarillas no son suficientes para contener los contagios y que la ventilación, el lavado de manos, la distancia física y evitar las aglomeraciones siguen siendo imprescindibles hasta que haya concluido la vacunación. Tenemos por delante el invierno y no estamos en absoluto a salvo de una letal tercera ola.

También es momento de generar confianza en la vacunación y en el futuro. Por eso debemos exigir de nuevo la colaboración leal de las Administraciones, ya que la tarea de vacunar a toda la población, incluida una segunda dosis a las pocas semanas de la primera, no es fácil. Su magnitud hace que, a su lado, la campaña de vacunación de la gripe se quede casi en una experiencia piloto.

Es un proyecto que deben llevar a cabo coordinadamente —en la operativa y en el discurso público— el Ministerio de Sanidad y las consejerías de Sanidad. Nuevamente, los ayuntamientos pueden jugar un papel importante. El Ayuntamiento de Madrid cuenta con el organismo autónomo Madrid Salud, lamentablemente desaprovechado en el caso de los rastreadores, que ya tiene experiencia en colaborar con la administración de la vacuna de la gripe.

Esta debe ser la tarea de los próximos meses, terminar de proteger para no seguir perdiendo vidas. Así, cuando desaparezca el riesgo seremos una sociedad orgullosa de los esfuerzos realizados, evitando resentimientos que solamente dificultan la siguiente labor, la de la reconstrucción económica, política, social y cultural de una sociedad muy dañada por un acontecimiento no visto en cien años.

Miguel Montejo es médico especialista en gestión sanitaria y concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid.