El minimalismo animal de Christos Papadopoulos
El Festival de Otoño emite gratis en su plataforma digital ‘Ion’, espectáculo del coreógrafo griego, considerado uno de los nuevos talentos de la danza europea
Christos Papadopoulos, considerado una de las grandes promesas de la danza contemporánea europea, tenía todo listo para trasladar su nuevo espectáculo, Ion, a partir de este viernes al Teatro Español, en colaboración del escenario con el Festival de Otoño. El griego, que a finales del año 2018 presentó su pieza Opus en la sala Hiroshima de Barcelona, ha tenido que permanecer en Atenas y cancelar su viaje a Madrid, en la que iba a ser su primera actuaci...
Christos Papadopoulos, considerado una de las grandes promesas de la danza contemporánea europea, tenía todo listo para trasladar su nuevo espectáculo, Ion, a partir de este viernes al Teatro Español, en colaboración del escenario con el Festival de Otoño. El griego, que a finales del año 2018 presentó su pieza Opus en la sala Hiroshima de Barcelona, ha tenido que permanecer en Atenas y cancelar su viaje a Madrid, en la que iba a ser su primera actuación en la ciudad. Aunque el avance del coronavirus en ambos países ha impedido representar el espectáculo en directo, el ciclo pone a disposición del público vía online y de forma gratuita durante los días 20, 21 y 22 de noviembre, la grabación de esta propuesta a través de la plataforma www.festivalotono.com.
Inspirado en la naturaleza, el inicio de Ion coloca a sus 10 bailarines sobre el escenario de tal forma que parecen formar parte de un mismo ser vivo. A medida que avanza el espectáculo, sin mirarse en ningún momento los unos a los otros, comienzan a disgregarse de forma progresiva. Papadopoulos, autor tanto de la coreografía como del concepto original, se declara fascinado por el sentido de comunidad del reino animal, que en este montaje traduce en danza. “Es hipnótica la forma en la que algunas especies se mueven en conjunto y el modo en el que desarrollan un comportamiento social por el bien común. Siempre hay una explicación lógica en lo que hacen los animales, aunque los humanos no sepamos verlo”, comenta por teléfono desde Grecia. Su propuesta intenta trasladar la esencia de ese entendimiento común, “que tan útil sería para los humanos” en tiempos de dificultad como los actuales. Esa sincronización de sus bailarines se mantiene durante todo el montaje, “lo que no significa que copien los movimientos unos de otros, sino que se entienden entre ellos”.
“Buena parte de la coreografía es invisible a los ojos del espectador; está escondida en los cuerpos de los bailarines"Christos Papadopoulos, creador de 'Ion'
El griego explica que la gran mayoría de acciones que forman este coro de movimientos son fruto de una rutina improvisada. “Es una forma de encontrar orden en la aparente anarquía. Porque en realidad se trata de una improvisación muy trabajada previamente, hasta que se ha encontrado en ella un sentido psicológico. Buena parte de la coreografía es invisible a los ojos del espectador; está escondida en los cuerpos de los bailarines”.
A lo largo de sus 60 minutos de duración, la cadencia de Ion va variando con movimientos casi imperceptibles. Este considerado minimalismo, que también define las piezas anteriores de Papadopoulos, encierra una dificultad igual de imperceptible. “Para mantener una propuesta así, el coreógrafo debe reducir el vocabulario escénico sin ser repetitivo y los bailarines deben ejecutar pasos muy precisos para resultar contenidos”, explica. Ante esa búsqueda tan concienzuda de la delicadeza, la desnudez de los cuerpos que interpretan Ion a pecho descubierto resultaba “una opción inevitable que no tiene que ver con la sexualidad o con el género, sino una forma de reflejar la frágil conexión del ser humano”.
A medida que ha avanzado en su carrera, el artista ha pasado de inspirarse en los artificios de otros -en Opus sus bailarines hacían las veces de instrumentos musicales que recreaban composiciones clásicas de Johan Sebastian Bach- a encontrar significados en la naturaleza. Ya en Elvedon, concebida a partir de un texto de Virginia Wolf, era el cambio perpetuo de las olas que daban título al escrito el que protagonizaba los pensamientos del griego. “Supongo que tiene que ver con que me crié en un pequeño pueblo del Peloponeso. Con el paso del tiempo me he ido dando cuenta de que es la vida real, las experiencias personales y cotidianas, las que deben influir en el arte”, defiende.