Hawái de vacaciones

¿Eres de los que usa las redes sociales sin intenciones? Mis felicitaciones

Cartel de un bar hawaiano.Lawrence K. Ho (Los Angeles Times via Getty Imag)

Era previsible que este año tan raro la canción del verano llegase tarde y en tiempo de descuento, cuando todos dábamos ya por muerta una estación que se resiste a despedirse, y hace bien, que para algo termina el día 30. Consciente de la responsabilidad que entraña escribir desde estas páginas, es mi deber advertir que la tonada contiene el famoso earworm, es decir, la fórmula secreta que hace que una melodía se meta en tu cabeza durante días sin remedio. Advertidos quedáis.

El artefacto se titula Hawái (no ...

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Era previsible que este año tan raro la canción del verano llegase tarde y en tiempo de descuento, cuando todos dábamos ya por muerta una estación que se resiste a despedirse, y hace bien, que para algo termina el día 30. Consciente de la responsabilidad que entraña escribir desde estas páginas, es mi deber advertir que la tonada contiene el famoso earworm, es decir, la fórmula secreta que hace que una melodía se meta en tu cabeza durante días sin remedio. Advertidos quedáis.

El artefacto se titula Hawái (no confundir con la de La Mode), la interpreta el reguetonero colombiano Maluma y es un himno definitivo (bastante machista) al marraneo en redes sociales. “Puede que no te haga falta nada, aparentemente nada / Hawái de vacasiones, mis felisitasiones / Muy lindo en Instagram lo que posteas pa' que yo vea / cómo te va”. La letra habla de un sentimiento tan universal que cualquiera que se haya asomado al repositorio de fotos felices ajenas en los últimos meses se sentirá apelado: los más afortunados (económica y socialmente) hemos salido como toros del toril del confinamiento y nos hemos visto envueltos en una orgía visual de playas, terrazas, atardeceres y brindis cuyo propósito era demostrarnos a nosotros mismos, pero sobre todo unos a otros, que todavía tenemos la capacidad de estar contentos con “las pequeñas cosas”, que de pequeñas tienen muy poco, y si no que lo digan a los que no han podido salir de su barrio.

Una muy buena amiga mía, Blanca Lacasa, siempre dice que la gente que más le interesa es precisamente aquella capaz de entusiasmarse con cosas pequeñas pero, y este es el matiz importante, sin más objetivo que el simple placer de hacerlo. Acorde a esa línea de pensamiento y con la guía que acaba de lanzar David García-Asenjo en la mano, ha estado unas semanas yendo a visitar las iglesias arquitectónicamente más audaces de Madrid. El día que me llevó con ella entramos en un templo que está justo detrás del Bernabéu. La iglesia, de ladrillo y con planta circular, como tantas otras proyectadas en los años sesenta, no es nada del otro mundo, pero alberga una capilla dedicada a Damián de Molokai. Allí descubrimos la historia de este monje belga que a mediados del siglo XIX se fue a Hawái, pero no de vacaciones, sino a cuidar enfermos de lepra. Había un retrato de sus últimos días que no era precisamente material instagrameable.

El motivo por el que Hawái se ha convertido en el hit de septiembre es mucho más lúdico: parece ser que habla del despecho que Maluma sintió cuando vio a su exnovia en redes más feliz que nunca junto a Neymar. Para colmo, cuando Neymar se clasificó para la final de la Champions League decidió “vengarse” del colombiano haciendo cantar a todos sus compañeros la canción. Lo subieron a redes sociales, por supuesto. Muy poca gente usa ese invento perverso sin intenciones. Si eres uno de ellos, “mis felisitasiones”.

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