El Ala Oeste y la materia prima
Hay gobiernos cuya principal baza es el nivel de su oposición como hay equipos de fútbol donde el mejor jugador es el portero
Amazon Prime Video ha recuperado The West wing, El ala oeste de la Casa Blanca. Para el afortunado que no ha visto la serie todavía –y que tiene por delante la sensación irrepetible de la primera vez- , cuenta la vida de un grupo de gente que dice cosas súper inteligentes mientras camina a toda prisa con una taza de café en la mano. Casi siempre se dirigen a ver a un hombre maravilloso, Jed Bartlet, que es el más inteligente de todos y el presidente de EE UU. La ficción lanza, de vez en cuando, ese tipo de puñadas.
A los personajes les pasa de todo y hasta cuando se equivocan te ...
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Amazon Prime Video ha recuperado The West wing, El ala oeste de la Casa Blanca. Para el afortunado que no ha visto la serie todavía –y que tiene por delante la sensación irrepetible de la primera vez- , cuenta la vida de un grupo de gente que dice cosas súper inteligentes mientras camina a toda prisa con una taza de café en la mano. Casi siempre se dirigen a ver a un hombre maravilloso, Jed Bartlet, que es el más inteligente de todos y el presidente de EE UU. La ficción lanza, de vez en cuando, ese tipo de puñadas.
A los personajes les pasa de todo y hasta cuando se equivocan te los quieres comer porque suelen equivocarse con gracia y siempre por las razones adecuadas. Hay una diferencia importante, la que separa el error de la negligencia, al falible del incompetente. En el ala oeste de Aaron Sorkin, padre de la criatura, el grupo de personas que maneja el país duda -una facultad vetada a los soberbios-, no existe Twitter y los diálogos ponen los pelos de punta: “La educación es la bala de plata. La educación lo es todo. Las escuelas deberían ser palacios. Los profesores deberían recibir salarios de seis cifras. Las escuelas deberían ser increíblemente caras para el gobierno y absolutamente gratuitas para sus ciudadanos, al igual que la defensa nacional. Eso es lo que pienso. Simplemente, no he descubierto cómo hacerlo todavía”. Pura poesía. Por ponerle una pega a la serie, para mi gusto faltan besos, pero entiendo que la seguridad nacional es lo primero.
En la vida real, el liderazgo se ejerce por personas tan inseguras que creen que escuchar a otros es una muestra de debilidad.
En la vida real – escojan país, nacionalidad histórica o comunidad autónoma- todo parece mucho más prosaico: hay gobiernos cuya principal baza es el nivel de su oposición, como hay equipos de fútbol donde el mejor jugador es el portero – caso este muy cercano y doloroso-; debates parlamentarios sonrojantes, declaraciones surrealistas: “Lo que veo es que el desinfectante mata al virus en un minuto. Igual hay una manera de hacer algo así inyectándolo en el interior. Sería interesante probarlo”; “Hay gente deseando tener un empleo basura”… Y nadie duda nunca. Esto quiere decir que el liderazgo se ejerce por personas tan inseguras que creen que escuchar a otros es una muestra de debilidad. Consecuencia trágica: lo peor no es tomar una mala decisión, sino que parezca que no tienes razón.
Ver El ala oeste te hace sentir, a la vez, pequeño y más listo de lo que eres. Ver, a veces, algunos debates parlamentarios en directo hace que pienses que eres más listo que quienes deberían ser los mejores. La primera es una sensación muy agradable. La segunda da bastante miedo.
Supongo que se podrá decir lo mismo de las series o las películas de periodistas. Todo es mejor y más bonito en la ficción. Pero el país no participa en ese casting. En el otro sí.